La ABAO revierte a Euskadi diez euros por cada uno que recibe de subvención
La Diputación vizcaína ingresa un 50% más que la suma de todos los patrocinios de las instituciones vascas
N. FONTOVA
Jueves, 30 de septiembre 2010, 11:03
La temporada de ópera de la ABAO es uno de los hitos culturales del año en Euskadi. Ahora se sabe que también es un impulso a la actividad económica y un buen negocio para las instituciones de la comunidad autónoma que contribuyen a su mantenimiento. Un estudio de la consultoría Deloitte, que sigue el modelo sobre incidencia económica que también se utiliza para analizar el impacto del Guggenheim, desvela que por cada euro de subvención que la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO-OLBE) recibe por parte de la Diputación foral y el Gobierno vasco, genera una riqueza de 10 euros en Euskadi.
El estudio, al que ha tenido acceso este periódico, se refiere a la temporada 2008/9. En ese ejercicio, la ABAO dispuso de un presupuesto de algo menos de 11 millones de euros. Para hacer frente al mismo contó con una subvención de 4,2 millones. Casi el 70% de esa suma correspondió al Instituto Nacional de las Artes y la Música (INAEM) del Ministerio de Cultura, y el resto se repartió prácticamente por mitades entre Gobierno vasco y Diputación vizcaína. La actividad generada por la entidad alcanzó los 17,7 millones de euros. Siete de cada diez euros se quedaron en el País Vasco; el resto se fue lejos de la comunidad autónoma.
Estas cifras revelan que, sin olvidar la trascendencia cultural de la temporada y la proyección exterior para la ciudad -incrementada desde que se puso en marcha el proyecto Tutto Verdi-, la ópera tiene un peso notable en la actividad económica. Y se puede medir no solo por el PIB generado. También en términos de trabajo: la existencia de un ciclo anual de ópera supone el mantenimiento del empleo para 328 personas, entre directo, indirecto e inducido. Una cifra muy elevada si se tiene en cuenta que la entidad tiene 14 empleados.
Subvención de ida y vuelta
Una función operística requiere, en todo el mundo, de la ayuda de patrocinadores privados y públicos para complementar los ingresos por taquilla, dado lo elevado de los costes en todos sus capítulos: artísticos, técnicos y materiales. Ahora bien, el estudio de Deloitte demuestra que la ópera no tiene coste alguno para dos de las tres instituciones públicas que la subvencionan. Solo el Ministerio de Cultura hace una aportación neta a la temporada, porque pone sobre la mesa (o lo hizo en la temporada 2008/9, antes de que llegaran recortes por efecto de la crisis) 2,9 millones de euros y apenas recupera por vía fiscal un 21,3% de esa suma. Por el contrario, la suma de las ayudas de la Diputación y el Ejecutivo vasco fue de 1,24 millones de euros y el retorno fiscal por el ingreso de IRPF, IVA y Sociedades, fue de 1,84 millones. Es decir, obtuvieron un beneficio neto de 600.000 euros, casi un 50% más que su subvención. En total, la contribución a las distintas haciendas por su actividad fue de 2,4 millones de euros.
No se trata solo de los ingresos fiscales que la ABAO genera ni de la actividad económica que se mueve a su alrededor y que se concreta básicamente en hostelería y negocios conexos, como también sucede con los visitantes del Guggenheim. Para poner en pie la treintena de funciones de las que se compone la temporada, la ABAO contrata salas del palacio Euskalduna -cuyo titular es la propia Diputación foral- por un coste de 1,23 millones de euros. Un monto que no se ha reducido, puesto que el palacio mantiene sus tarifas. Además, contrata los servicios de las orquestas Sinfónica de Bilbao y Sinfónica de Euskadi -la primera, dependiente también de la Diputación, y la segunda, del Gobierno vasco-, lo que supone unos ingresos totales para ambas de medio millón de euros al año.
Todos estos datos se han visto modificados en el último ejercicio por la crisis. En una temporada, las subvenciones públicas que recibe la ABAO se han reducido drásticamente: el INAEM la rebajó en 289.000 euros; el Gobierno vasco, en 70.000, y en casi 400.000 la Diputación vizcaína. Ello supone que la 'rentabilidad' económica de esas subvenciones es ahora todavía mayor de la estimada por la consultoría para 2009. Sin embargo, el efecto de la caída de las subvenciones para la ABAO ha sido la perentoria necesidad de recortar gastos. Gracias a un mayor recurso a coproducciones y otros ajustes, la entidad ha logrado reducir su presupuesto en casi un millón de euros. La colaboración entre teatros es la vía más utilizada por todos los centros líricos del mundo para mantener la calidad de las producciones y al tiempo poder contener el gasto.
Del citado informe de Deloitte se desprende que si la ABAO cesara en su actividad las administraciones vascas perderían dinero. En términos absolutos, por los menores ingresos fiscales derivados de su actividad. Y en términos relativos, porque la dinamización económica que genera la temporada tampoco se produciría. Es decir, que sería un pésimo negocio. Este dato es extensible a otras actividades artísticas y espectáculos, y permite sostener el argumento, cada vez más utilizado en política cultural, de que las subvenciones dispuestas para esas actividades no pueden considerarse en ningún caso sumas entregadas a fondo perdido.
Otros teatros
La temporada de la ABAO es una de las que menos subvenciones recibe por parte de las administraciones públicas. El nivel de autofinanciación, por el contrario, es de los más elevados. Sus 6.300 socios y la venta de entradas sueltas permiten cubrir el 45% del presupuesto y el patrocinio privado corre a cargo de otro 18%. Muy por debajo están teatros como el Real de Madrid, el Liceo de Barcelona -ambos dependen casi en un 50% del dinero público- y a enorme distancia las óperas de París, Leeds o Helsinki. Esta última cubre hasta un 84% de sus gastos con recursos públicos. Sólo la Royal Opera House (Covent Garden) de Londres tiene una estructura de ingresos similar, aunque la financiación pública es algo superior.
En términos absolutos, también la ópera bilbaína es la que menos ayudas recibe de entre los centros líricos más importantes de España. Los casos extremos son los del Palau de las Arts de Valencia, a quien le entrega cada año casi 24 millones de euros la Generalitat; el Liceo de Barcelona, al que llegan 28 millones repartidos a medias entre los gobiernos central y catalán; y el Real de Madrid, al que el departamento dirigido por Ángeles González-Sinde asigna 19 millones y otros 6 el Gobierno de Esperanza Aguirre.
Una parte de las subvenciones que reciben esos centros líricos, tanto como la ABAO, se justifica por su labor de difusión cultural entre los más jóvenes. La entidad bilbaína atrajo la pasada temporada a 12.300 alumnos a sus programas didácticos, que ya han cumplido 20 años. Además, organiza conferencias, edita libros y mantiene una minitemporada a precio económico para atraer nuevos públicos.