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MIKEL AYESTARAN ENVIADO ESPECIAL
Lunes, 20 de septiembre 2010, 11:24
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Veintiún civiles muertos cuando acudían a votar, tres funcionarios de la Comisión Electoral asesinados, once ataques contra convoyes con material de las elecciones, 93 contra colegios Es el parte de guerra de la cita con las urnas que el sábado vivió Afganistán, según los datos recogidos por la Comisión Electoral Independiente, a los que hay que añadir la muerte de cinco soldados de la OTAN.
Pasada la jornada Kabul volvió a respirar. Los atascos y mercados al aire libre devolvieron a la capital su cara habitual. La única huella de los comicios eran las listas con los votos que cada centro colgó en las paredes y las fotografías de los candidatos que permanecen en rotondas y farolas a la espera de su retirada definitiva. El Afganistán real se afanaba en su lucha por la supervivencia mientras que la burbuja democrática formada por candidatos -más de seiscientos sólo en la capital- e interventores visitaban centro tras centro para hacer el recuento. «Es imposible llegar al 40%. Mira las listas, apenas doscientas papeletas en este colegio, que está en una de las zonas más pobladas de Kabul», lamentaba la aspirante Sona Sahar tras comprobar, con disgusto, que su nombre había ganado «cero votos» en la escuela Al-Fat de uno de los Macro Ryan construidos por los soviéticos en los años ochenta.
Avance inexistente
Mientras los medios locales no paraban de difundir noticias sobre casos de fraude a lo largo y ancho del país, la comunidad internacional volvió a dejar claro lo lejos que está de la calle o la necesidad imperiosa que tiene de vender avances a las respectivas opiniones públicas antes del inicio del repliegue militar estadounidense del próximo verano. El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, y el general de las fuerzas OTAN, David Petraeus, felicitaron a los afganos por su «coraje y valentía» basándose en las primeras estimaciones. Actitud similar a la mantenida tras las presidenciales de 2009, en las que más de un millón de votos fueron anulados por fraudulentos.
«Hay conciencia de que hay franjas muy anchas para la manipulación y se han tomado medidas para intentar frenar el impacto final de las irregularidades, pero es muy complicado», destaca Carlos Navarro, experto electoral mexicano que observa el proceso para la organización estadounidense Democracy International. Para Navarro «hay que valorar estos comicios teniendo en cuenta el fraude sufrido en 2009».
Esta falta de confianza en el recién nacido sistema democrático explicaría la alta abstención en lugares 'seguros' como Kabul, que permanecieron blindados por las fuerzas del orden. La Comisión Electoral espera dar los resultados electorales para el 31 de octubre, «una fecha poco probable debido a las quejas y auditorías que se tendrán que llevar a cabo», opinaba Carlos Navarro.
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