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Un tío de Mikel Uriarte observa el coche que cayó a la ría. /Mireya López
La familia del joven que murió al caer del Puente Colgante denunciará a la empresa
VIZCAYA

La familia del joven que murió al caer del Puente Colgante denunciará a la empresa

Achacan la tragedia a la falta de cierre en la barandilla, al mal estado del firme y a la ausencia de un controlador

IVÁN ALONSO

Sábado, 18 de septiembre 2010, 12:51

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En una nave industrial a las afueras de Lemoa reposa el 'Honda Civic' negro en el que el joven Mikel Uriarte, de 22 años, perdió la vida la noche del pasado día 7 al precipitarse con él a la ría desde la barquilla del Puente Colgante. Una zapatilla blanca, el libro que su amiga Patricia había olvidado antes de abandonar el coche ese mismo día y una botella de agua es todo lo que se ha podido recuperar de su interior. Mientras la familia espera los informes de la Ertzaintza, la prueba forense realizada al cadáver y el peritaje del vehículo que realizarán los propios ingenieros de la firma japonesa, ya ha puesto el caso en manos de un bufete de abogados con vistas a futuras demandas. Con el corazón roto tras perder a su único hijo, afirman que su objetivo es mover cielo y tierra «para que nadie más vuelva a morir de esa manera». Es decir, cayéndose con su coche desde el transbordador, cuya seguridad, sostienen, ha quedado en entredicho.

El mudo testigo de los últimos momentos de Mikel aún emociona a su tío paterno, Agustín Uriarte. El techo del vehículo está hundido. El parabrisas es un amasijo retorcido de cristales pegados a un plástico. Un ertzaina le explicó aquella noche fatídica que el coche al caer pudo haber golpeado en el fondo contra los bloques de hormigón sobre los que se asienta la base del puente. Algunos testigos manifestaron que «oyeron un gran estruendo» tras la caída, lo que cuadraría con una brutal colisión contra las zapatas de la estructura o el propio lecho marino.

«Viendo el coche así, tuvo que morir en el acto», reconoce el tío de Mikel. Sentado en un estrecho habitáculo, de noche, con el cinturón puesto y con un golpe que reventó la luna delantera y abolló el techo de metal hasta la altura de los reposacabezas, el joven, según su pariente, «no tuvo ninguna posibilidad». ¿Qué sucedió realmente?

El estado del coche es la primera sorpresa. Pese a los destrozos sufridos tras la caída, el resto está perfecto. Las ruedas recién cambiadas llevan impresa la referencia 3609. Este número significa que la llanta fue fabricada en la semana 36 del año 2009, pero Mikel las había instalado hacía pocas semanas tras comprarlas por Internet. Las cuatro se encuentran perfectamente hinchadas. Los airbags, programados para activarse en un choque frontal a 50 kilómetros por hora, no saltaron, «lo que prueba que el impacto contra la barandilla del transbordador no fue violento», afirma su tío. Los cinturones de seguridad todavía funcionaban ayer y el freno de mano, que echó un policía tras el rescate, también estaba operativo. «Además había pasado este año la revisión de garantía que ofrece la casa», recuerda Uriarte.

«Nadie vio el paso del coche»

A la luz de estos datos, la familia dirige sus ojos hacia el lugar donde Mikel perdió la vida: la plataforma del Puente Colgante. «Creemos que a la barandilla le falta un pestillo de seguridad. Esa barrera debe impedir que un coche caiga al agua», afirma Agustín. Los familiares también apuntan a la posible existencia de manchas de grasa y gasolina sobre el piso metálico de la pasarela, e incluso a una probable, aunque no demostrada, negligencia profesional. Creen que, por la hora en que ocurrió el accidente y la persistente lluvia, la persona que debía controlar el acceso de los coches a la barquilla no estaba en su puesto. «Nos basamos en que los testigos del accidente dicen que se enteraron del mismo por el estruendo», apuntan.

«La Ertzaintza y los bomberos aún no han redactado los informes, pero nos han asegurado que hay deficiencias en el puente», asegura Uriarte. Las mismas apuntarían a la falta del cierre de seguridad en la barandilla, a las malas condiciones del firme de la barquilla y a la ausencia del responsable de control.

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