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ARTÍCULOS

Lenta extinción

MAITE PAGAZAURTUNDÚA RUIZ

Lunes, 6 de septiembre 2010, 04:45

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También es casualidad que en el museo de la evolución humana de Burgos toque pensar en la comunicación de la banda terrorista ETA a la cadena británica BBC. Las nuevas tecnologías y los restos arqueológicos de un millón de años sirven de marco para la transcripción casi instantánea de la letanía propagandística de los etarras. Y una vez más no hay nada que resulte definitivo en sus palabras. Tras el trampantojo, tras el espectáculo de presentarse tan narcisos de aldea ante los británicos, tras las plumas coloreadas con gestos de poderío se ve, sin embargo, cada vez más claramente, la lenta extinción del tinglado de ETA. Dicho de otro modo, la lenta derrota que el Estado de Derecho va consolidando a su tinglado aplicando la ley, pese a tentaciones casi cíclicas de seguir su juego y negociar nuestro futuro con ellos. La extinción viene de la mano de la aplicación de la ley.

No ha sido el cariño de las gentes con el corazón más grande y generoso de entre nosotros, ni siquiera las equidistancias de los conflictólogos de fortuna, ni el diálogo de los dialogantes de esta u otra tregua lo que haya extenuado a los pistoleros, sino más bien el imperio de la ley, con las detenciones, las consiguientes dificultades económicas y la imposibilidad de jugar con el sistema democrático representativo para propugnar y fortalecer una ideología asesina. Tal vez deberíamos tener esto en cuenta ante el nuevo catálogo de ofertas de los que se declaran ahora mismo en paro técnico.

Cuesta vencer la pereza y filtrar la monserga adornada con apuntes de las leyendas a través de las que pretenden explicar sus orígenes y situarse en una historia que vaya más allá de sus décadas de asesinatos y de fanatismo ideológico. Es preciso filtrar los mitos donde intentan proyectarse para un futuro que les presente como algo digno en la historia de nuestra sociedad.

Con la retórica dulzona intentan, una vez más, escaquearse de su responsabilidad, buscar algún tipo de impunidad como organización y hacernos olvidar que son ellos los que nos deben mucho a nosotros, y no nosotros a ellos. Que nada hay de heroico en el asesinato de cientos de hombres y mujeres, ancianos y niños. Nada de heroico en el odio que han sembrado entre varias generaciones de conmilitones. Sus leyendas generaron un sistema de valores egocéntrico, inhumano y victimista.

Una vez más intentan presentar un producto mágico, con una solución milagro que parece de bajo coste. Aceptar su impostura, sus mentiras, su búsqueda de pagos políticos que justifiquen su carrera asesina no parece una idea eficaz, porque incluso podría volver a excitar la codicia de la banda y retrasar la inexorable extinción de una forma asesina de sentir la identidad comunitaria.

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