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JOSÉ V. MERINO
Martes, 17 de agosto 2010, 08:44
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Un 'no' sin ambages. Es la contestación de las diputaciones -las encargadas de cobrar impuestos en Euskadi- a la sugerencia del ministro de Fomento y hombre fuerte del PSOE, José Blanco, para subir hasta seis puntos la presión tributaria en España con el fin de homologarla a la media europea y así mantener «servicios e infraestructuras de primera». La idea no sólo disgusta a las instituciones que dirigen la fiscalidad, sino también al PNV, el partido que las controla y con el que José Luis Rodríguez Zapatero debe pactar si quiere sacar adelante los próximos Presupuestos y, de rebote, mantenerse en La Moncloa. «Es un 'globito sonda' que, de ponerse en práctica, sólo aumentaría el riesgo de caer otra vez en la recesión», certificó su portavoz económico en el Congreso, Pedro Azpiazu.
¿Por qué las diputaciones no quieren oír hablar de tocar los tributos? Un portavoz de la de Vizcaya explicó ayer que, sin ánimo de polemizar con Blanco, sigue viva la abierta negativa a introducir modificaciones anunciada a finales de junio por el presidente de los jeltzales. Iñigo Urkullu, en respuesta a las reflexiones del lehendakari y de su consejero de Economía de elevar los impuestos -tesis que, hasta su llamada de atención, también mantenía su correligionario Xabier Agirre, el diputado general de Álava-, defendió entonces que «la mejor política fiscal es la vigente» y que es necesario dar tiempo a que se asienten los cambios recientemente introducidos -los últimos, hace diez meses- antes de tomar otras iniciativas.
El Ejecutivo foral vizcaíno sostiene que una materia tan delicada exige «certidumbres» y no «permanentes altibajos y globos sonda». Una idea similar a la defendida en Álava, cuyo diputado de Hacienda, José Luis Cimiano, subrayó ayer que «la fiscalidad tiene que tener recorrido»para que se pose. Al menos «debe transcurrir un año para que se vean sus efectos», señaló. Y la legislación ahora en vigor -que eliminó la deducción de 400 euros y cambió la tributación de las sicav, el refugio de las grandes fortunas- está en marcha sólo desde enero. Además, los peneuvistas no pierden ocasión de enfatizar que en Euskadi las rentas más altas ya tributan con un tipo superior en dos puntos -del 45% en vez del 43%- al que aplica el Estado, lo que echaría abajo el objetivo de la subida auspiciada por Zapatero desde mayo y todavía no concretada: los más ricos. La Hacienda guipuzcoana, en manos de Hamaikabat -la escisión de EA-, fue menos clara y pidió a PNV y PSE que debatan el sistema fiscal. Tarde o temprano, dijo, habrá que tocar los impuestos para que sean más progresivos.
Al PNV, actor imprescindible en el Congreso para cualquier modificación de calado, la idea de Blanco le parece una 'serpiente de verano' formulada por un ministro que, para completar el círculo, no tiene que ver con la materia. «Es para pulsar cómo reacciona la gente ante la inminente negociación de los Presupuestos, pero una propuesta semejante, cuando tienes un techo de gasto y limitada la capacidad de déficit, acrecienta el riesgo de recesión», enfatizó Pedro Azpiazu. El diputado jeltzale agregó que esa posibilidad es tanto más real cuanto España sigue a la cola de la UE, con una recuperación cinco veces más débil que la de la Eurozona.
El papel del Gobierno vasco
¿Y cómo asiste el Gobierno vasco al debate? Con cuidado, porque salió escaldado del último conflicto con las diputaciones, en julio, cuando tuvo que renunciar a sus pretensiones de contar con los datos de los contribuyentes para así colaborar en la elaboración de los planes de inspección ante la rebelión de los entes forales, celosos de sus competencias. Su punto de vista es que «algo hay que hacer» cuando el año pasado la recaudación cayó un 16% y éste la recuperación es lenta, aunque entre enero y junio se haya ingresado un 12,5% más -en realidad un 5,5% si se descuenta el 'efecto Rover'-. ¿Qué hacer? Pues «mejorar el potencial recaudatorio del sistema fiscal» sin que ello suponga «obligatoriamente» subir tributos.
El Ejecutivo de Patxi López ha planteado, sin precisar, una reforma en dos fases: una primera con modificaciones inmediatas en el IRPF -para establecer un recargo a los contribuyentes de rentas más altas-, así como acabar con las herencias gratuitas. Además, defiende cambios a medio plazo -2011- para revisar las deducciones del Impuesto sobre la Renta, las de Sociedades e, incluso, rescatar el Impuesto sobre el Patrimonio.
La propuesta de Blanco no sólo fue contestada políticamente. Los técnicos del Ministerio de Hacienda agrupados en Gestha le enmendaron la plana. Según sus datos, los españoles soportan un esfuerzo fiscal por encima de la Eurozona porque aunque los impuestos son inferiores, aún menor es el salario medio.
El colectivo reconoce que España está entre los países de la moneda única donde el porcentaje del sueldo que se destina a pagar impuestos es más bajo -un 37,8% frente a una media del 43,1%-, pero subraya que si se consideran los impuestos que gravan el consumo (el IVA y los especiales), la presión se elevaría hasta el 47% y superaría el 50% si se añaden otras tasas, como las locales. En su opinión, la presión es menor para las rentas «que pueden ser ocultadas» como las de empresas y profesionales, razón por la que creen prioritario un mayor esfuerzo contra el fraude y la economía sumergida.
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