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Samuel Sánchez apunta a la pelea por el podio del Tour. :: BORJA AGUDO
El Tour, según Samuel
CICLISMO

El Tour, según Samuel

El campeón olímpico aspira ahora al podio de una carrera para la que durante años creyó «no valer»

J. G. PEÑA

Lunes, 14 de junio 2010, 10:15

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Cada jornada se compone de día y noche. Como el 13 de julio de 2003, la fecha que vio ganar a Iban Mayo en la cima del Alpe d'Huez y que, a la vez, echó de ese Tour a Samuel Sánchez por fuera de control. Blanco y negro. «Pensé que no era corredor para esa carrera, que no valía. Dije que no volvería más. No era lo mío», confiesa el asturiano en un descanso del Dauphiné que concluyó ayer. El Tour le había caído encima. Laminado. Apaleado. El ciclista del Euskaltel-Euskadi se apartó del camino a París. Buscó otras vías: las clásicas, la Vuelta, el oro olímpico... Y sólo cuando sintió que ya era del tamaño del Tour, regresó: en 2008. Acabó sexto. Ahora se atreve a más: «Puedo estar en la pelea por el podio». De tú a tú con la carrera que le pisoteó como a una colilla.

«Yo sí que me choqué con el Tour. Y dos veces». La primera, en el debut, en 2002. 'La Grande Boucle no perdona', reza la ley ciclista. Cierto. Cuando se dirigía hacia el control de firmas previo a la decimoprimera etapa, se dio de frente contra Pedro Horrillo. Los dos pedaleaban despistados. Uno miraba a un lado; el otro, al contrario. Y zas. «Nos dimos de frente. Quedé conmocionado. Y salí a correr sin saber que tenía un esguince cervical», recuerda. No era día para débiles. Aquella etapa terminaba en La Mongie, la estación de esquí del Tourmalet. «Ganó Armstrong». Penó Samuel. «Al terminar, me dio un mareo bajando en coche el Tourmalet». Acabó en el hospital de Pau. El diagnóstico le recomendó bajarse del Tour. No quiso. «Salí al día siguiente. No podía ni andar. Llegué fuera de control». Primer golpe.

El segundo llegó enseguida. Al Tour siguiente. La noche anterior a la victoria de Mayo en Alpe d'Huez, Samuel la pasó corriendo de la cama al váter. Ahora por un vómito, ahora por la diarrea. Aún era el octavo día de la ronda. Quería acabarla. Y no pudo. «Me quedaba atrás hasta en los kilómetros neutralizados. Desde el coche del equipo me decían que lo dejara. Me empeñé en terminar y otra vez entré fuera de control». A la lona de asfalto. K.O. de nuevo. Y pudo ser el definitivo. «Me dije que para volver, antes tenía que subirme al podio de la Vuelta».

Lecturas de todo

La historia de esa misión se escribe lenta pero con trazo firme. En 2005 acabó décimo la ronda española; séptimo en 2006 y, al fin, tercero, en 2007. Entonces rehizo el equipaje para el Tour. Y lo finalizó sexto en 2008. «Perdí mis opciones de podio en el Tourmalet, aquel día que el equipo de Sastre se puso a tirar a tope. Me quedé con Valverde. Si llego a aguantar... Porque, luego, en la subida final a Hautacam hice el mismo tiempo que Sastre y Menchov». Sintió el cajón parisino del Tour a tiro. A eso vuelve este año. A recorrer el trecho que le falta. «Cuando ganas una carrera no te paras a pensar en lo que has hecho mal. Por eso, se aprende más de las derrotas».

Ya no es el ciclista novato, entusiasta y precipitado que descubrió la magnitud del Tour en 2002. «Con 32 años, mido hasta las horas que duermo. Saco lecturas de todo lo que hago cada día», cuenta. Profesional estricto. Hace tiempo que corre a su ritmo. Sube los puertos a su manera. De atrás hacia delante. Calibrando como pocos la asfixia. Así terminó segundo el año pasado la Vuelta. Un paso más hacia París. «Va a ser un Tour diferente. En los cuatro primeros días se puede perder todo. No hay que hacer planes hasta que pasar el pavés», avisa.

Al fondo, le espera otra vez el Tourmalet, el puerto que le vio derrumbarse en 2002, el que le ahogó en 2008. «Está al final de este Tour. Habrá ya mucha fatiga. Y es un hora larga de esfuerzo al límite. Además, luego viene la contrarreloj final, otra hora de agonía. Es un Tour muy complicado», diagnostica. Para matemáticos de la energía. El tiempo y las derrotas le han enseñado esa asignatura. «La clave es ser regular. Habrá oportunidades en esa última semana». Para los que sobrevivan a lo anterior. «Quiero hacer un buen puesto en la general y buscar una etapa». El maillot amarillo, se resigna, es para otro: «Contador no es sólo el favorito; es el más fuerte. Si la victoria dependiera sólo de la fortaleza, sería imbatible». Lo dice el especialista en medir.

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