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Robertson ensaya su repertorio para la Primavera Musical. :: L. A. GÓMEZ
El sonido de Filadelfia
CULTURA

El sonido de Filadelfia

El barítono Christopher Robertson encabeza el recital de inauguración de la VIII Primavera Musical Vizcaína

MARÍA TAPIA

Miércoles, 28 de abril 2010, 04:30

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El barítono estadounidense Christopher Robertson lleva ocho años viviendo en Bilbao y se confiesa enamorado de la ciudad y de su gente. Mañana participará en el recital de canto que inaugura la VIII Primavera Musical Vizcaína en la Sociedad Filarmónica, organizada por la Asociación Musical Alfredo Kraus. El cantante recibe a EL CORREO durante uno de sus ensayos en la casa de Rubén Fernández Aguirre, el pianista con quien compartirá escenario.

La presencia de Robertson es imponente. Alto y fornido, su voz impresiona al hablar y cuando rompe a cantar uno entiende por qué se le considera uno de los barítonos más destacados y versátiles de la escena operística. «Este concierto será una mezcla de muchas melodías. Yo interpretaré tres canciones de un compositor catalán, la mezzosoprano cantará ritmos muy folclóricos inspirados en Cuba, y habrá también fragmentos clásicos de óperas muy conocidas».

A sus 45 años, el barítono de Filadelfia recibe la recompensa de toda una vida dedicada al canto. «Empecé en los coros de la iglesia y del colegio. Cuando mi voz cambió, con la adolescencia, confirmé que lo único que quería en la vida era cantar». También tenía claro que se decantaría por la ópera. «Me gusta mucho el rock y en general todo los estilos de música, pero siempre me han llamado mucho la atención las óperas, con sus historias sobre dioses, vikingos... Y lo más importante, mi voz está hecha para la ópera. Si me pusiera a cantar rock & roll nadie pagaría por ello», bromea.

Así pues, comenzó a los 17 años sus estudios profesionales de canto y cuatro años más tarde ya interpretaba su primera ópera. «Entré en este mundo siendo muy joven, pero salía de fiesta igual que los chicos de mi edad. Obviamente, no lo hacía antes de alguna actuación, porque es importante cuidar la voz. Pero si estoy de vacaciones ¿por qué no? ¡Hay que vivir! Me encanta salir». Y salió tan lejos que llegó a Bilbao. «Cuando llegué, me dije: '¡Me quedo!'. Aquí hay una gran calidad de vida y tiempo para hacer de todo. La gente vive muy bien. Es una ciudad pequeña pero tiene de todo». No entendía nada de castellano y todo lo que ahora sabe lo aprendió en la calle. «Yo no hablo castellano, hablo bilbaíno. Al final es cierto aquello de que los bilbaínos nacemos donde queremos».

Robertson se siente tan identificado con la cultura vasca que incluso se ha atrevido a cantar en euskera; lo hizo en la obra 'Zigor' y este año repetirá hazaña con 'Mirentxu'. «Cantar en euskera no es tan difícil, porque se trata de memorizar. Pero hablar, eso sí que es complicado», reconoce el artista.

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