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El primer Lehendakari
CRÓNICAS DE BILBAO Y VIZCAYA

El primer Lehendakari

Mañana se cumplen 50 años de la muerte de José Antonio Aguirre, representante de una clase política marcada por el compromiso, el realismo y la tolerancia

IMANOL VILLA

Domingo, 21 de marzo 2010, 04:09

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Pudo haber sido un buen futbolista o un empresario de éxito o un abogado de prestigio. Pudo dedicarse a todos esos oficios dignos y lo habría hecho bien. Sin embargo, sus convicciones le llevaron por otros caminos. José Antonio Aguirre y Lekube se convirtió en el primer lehendakari de la historia. Aquel hombre de cuerpo atlético, espaldas anchas, perfil vascongado y mirada simpática y clara eligió el camino del compromiso con sus ideas y con la etapa que le tocó vivir. Alejado de radicalismos y coherente con el realismo al que los hechos le sometieron, Aguirre ha llegado hasta nuestros días como el ejemplo de un político para el que la discrepancia, por muy grande que fuera, no debía cuestionar los pilares de la democracia. Para él, la libertad no era el objetivo con que unos pocos quisieron bendecir a su patria. La libertad era la condición fundamental para el desarrollo de la vida política. De contrario no sería posible entender ni las pretensiones con las que eligió su primer Gobierno vasco, ni la gestión que hizo de la defensa militar de Euskadi. Él comprendió de forma clara que no sólo se luchaba por defender la tierra de los vascos, sino por salvaguardar la República y la democracia. Sin embargo, también cometió errores aunque, ¿existe algún político que esté libre de ellos?

Interior derecha

Hijo de padres guipuzcoanos, José Antonio Aguirre y Lekube nació en Bilbao, en la calle La Cruz, el 6 de marzo de 1904. Estudió Derecho en la Universidad de Deusto y en 1920 entró a trabajar en el negocio familiar, una empresa llamada 'Chocolates Aguirre' que, ese mismo año y como consecuencia de la unión con otros tres fabricantes del sector, dio como resultado la marca de Chocolates Bilbaínos, S.A., más conocida como chocolates 'Chobil'. Sus biógrafos cuentan que durante su etapa como consejero en la empresa puso en marcha toda una serie de reformas en beneficio de los obreros: asistencia médica gratuita, vacaciones pagadas, promoción de viviendas sociales&hellip Su afición al deporte, sobre todo al fútbol, le permitió jugar en el equipo de la universidad y en 1923 dar el salto al Athletic, donde jugó como interior derecha y llegó a ganar un campeonato de España. En 1926, tras acabar sus estudios y realizar el servicio militar, Aguirre entró a trabajar en el bufete de Esteban Bilbao, uno de los abogados más prestigiosos de la villa. No pasó mucho tiempo allí. Abrió su propio despacho junto a Antonio Berreteaga, en Iturribide, 2.

Después llegó su compromiso político. Por convicción y formación, Aguirre se manifestó como un hombre cercano a las tesis nacionalistas por lo que, de la mano de Leizaola, se afilió al PNV. Desde su ingreso participó activamente en la dinámica interna del partido. Estuvo presente en la Asamblea de Bergara, en 1930, en la que se consiguió la tan deseada unión entre las dos corrientes hasta ese momento enfrentadas: Aberri y Comunión aunque también entonces se produjo la escisión que culminó en el nacimiento de Acción Nacionalista Vasca.

Tras las elecciones del 14 de abril de 1931, Aguirre se convirtió en alcalde de Getxo y en el principal impulsor del proyecto estatutario conocido como el Estatuto de Estella, que finalmente sería desbancado por la propuesta del conocido como Estatuto de las Gestoras. En las elecciones generales de ese mismo año, José Antonio salió elegido diputado por Navarra (también fue elegido por Vizcaya) y pasó a formar parte de la minoría Vasconavarra en el Congreso. Durante este tiempo su actividad como parlamentario fue frenética. En todos los debates en los que participó manifestó una claridad de ideas y una coherencia que hasta sus contrincantes admiraron. Sin embargo, su gran objetivo de lograr un estatuto de autonomía para el País Vasco tuvo que esperar hasta que se presentaron circunstancias excepcionales. La victoria de la derecha a finales de 1933 y el golpe de julio de 1936, tras la victoria del Frente Popular en febrero, obligaron a que dicho proyecto fuera puesto en marcha con un claro tono de excepcionalidad. Fue entonces, tras el estallido de la guerra civil, cuando Aguirre se convirtió en el primer lehendakari de un Gobierno vasco de excepción que reunió a todas las fuerzas democráticas para salvaguardar la República, la libertad y Euskadi. Muy pocos dudaron y dudan, pese a los errores cometidos, de la eficaz gestión de Aguirre y su gobierno hasta la caída total en junio de 1937.

Resistencia imposible

En agosto de 1937, Aguirre salió hacia el exilio. Sin embargo, pronto se trasladó a Barcelona donde permaneció hasta que la resistencia se hizo imposible. Comenzó entonces una larga aventura que le llevó a Francia, Bélgica, Alemania, Brasil, Uruguay, Argentina y, por último en 1941, a Nueva York, donde dio clases en la Universidad de Columbia. Durante aquellos años su esperanza no fue otra que los aliados, una vez vencido Hitler, ayudasen a reinstaurar la democracia en España. Pero nada de eso ocurrió. A pesar de ello, en 1947 regresó a Francia, desde donde desplegó una política destinada a llamar la atención de los países democráticos sobre España. Era imprescindible que todos repudiaran a Franco. Pero fue inútil. Poco a poco comprobó que el mundo se olvidaba de la República y de Euskadi. Ni siquiera el Primer Congreso Mundial Vasco celebrado en 1956 sirvió para que las cosas cambiaran.

Así, cansado, desengañado y prematuramente envejecido, Aguirre murió el 22 de marzo de 1960 en París, como consecuencia de un ataque al corazón.

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