«La criminalidad socava la democracia»
Roberto Saviano publica 'La belleza y el infierno', un libro en el que vuelve a profundizar en el mundo de la Mafia
CÉSAR COCA
Viernes, 19 de marzo 2010, 03:37
Tiene 30 años y podría pasar por un jugador de fútbol o un actor de una serie de TV -vestido enteramente de negro, anillos de plata en los dedos, mirada profunda con un punto de tristeza, cabeza rapada, barba de varios días cuidadosamente recortada- y por eso sus palabras, pronunciadas en un tono de voz bajo, con gran serenidad, suenan irreales. Suena irreal que hable de muerte en una suite del hotel de Via Veneto en el que se rodó 'La dolce vita' y que diga que sólo espera que sus enemigos mueran antes que él como única forma de salvación. Fuera, la primavera ha estallado en Roma y a esta hora del mediodía ejecutivos elegantemente trajeados y turistas americanos pasean por la calle más famosa de la ciudad, sin saber que el despliegue de carabineros que se observa a la puerta del hotel se debe a la presencia de Roberto Saviano (Nápoles, 1979), el autor que con 'Gomorra' consiguió el éxito literario y la amenaza de la Camorra, que no le perdona que diera sus nombres y dejara al aire sus operaciones de dinero y muerte. Una amenaza cierta, tanto que el escritor, que acaba de publicar 'La belleza y el infierno' (Ed. Debate), está convencido de que un día, cuando sea menos famoso, cuando suscite menos interés que ahora, la organización y sus sicarios se ocuparán de él. «Sé cómo son las reglas, y se cumplen siempre».
- Ha podido seguir escribiendo. Parece un milagro viviendo como vive.
- Es un milagro, efectivamente. Lo es porque me ha resultado muy difícil, casi imposible, encontrar la serenidad, el tiempo y el espacio para hacerlo. Creo que no exagero si digo que es un milagro.
- García Márquez cuenta que hace unos años fue a un pueblo a hacer un reportaje sobre un envenenamiento por una hornada de pan en malas condiciones y al llegar encontró una decena de reporteros que iban a ver cómo hacía él ese reportaje. ¿No tiene la impresión de que le va a suceder eso mismo?
- No exactamente, pero me es muy difícil seguir moviéndome. En mucha gente hay un deseo grande de fastidiarme, de hacerme daño. Por eso nunca sé si cuando hablan conmigo, cuando me cuentan cosas, están engañándome o de verdad están interesados en la historia que estoy tratando.
- Sus historias. Tiene solo 30 años y parece marcado, parece obligado a escribir ya para siempre de la Mafia. ¿Lo ve así?
- Sí, pienso en ello muchas veces y lo pienso con temor. Soy un periodista y un escritor, no un juez ni un político. Pero tampoco he querido escapar de ello publicando un compendio de mis escritos más literarios. Lo que me interesa, lo que me gustaría destacar, es que la Mafia se ha molestado especialmente por el componente literario de mi libro. Eso ha hecho que muchos lo lean, y ahí ha estado la clave del asunto.
- ¿En la literatura?
- Sí. Un juez me preguntó qué creía que era lo que más había molestado a la Mafia de mi libro 'Camorra'. «La literatura», le contesté, y él creyó que estaba de broma. Pero yo estaba respondiendo con toda seriedad.
- Usted ha reconocido que cuando lo publicó fue muy feliz. Meses después llegó la amenaza. ¿En ningún momento pensó en las consecuencias del libro?
- No. No tenía temor porque no había pasado nada igual antes. Es verdad que en Italia ha habido asesinatos de periodistas por escribir de la Mafia, pero fue hace bastantes años, y aquellas estructuras de la organización eran distintas a las actuales. Esperaba denuncias, querellas, pero no esto. Lo que desencadenó todo fueron los lectores.
- ¿Por qué?
- Porque cuantos más tengo, más miedo les doy. Si lo que cuento llega a pocas personas, no les daré ningún miedo. Lo mío, mi amenaza, surgió cuando el libro se convirtió en un 'best seller'.
Llegan algunos ruidos tenues de una dependencia de la suite donde dos carabineros de aspecto imponente controlan de cerca la seguridad del escritor. En los pasillos del hotel y en la puerta, otra media docena de agentes examina a cada persona que entra o se mueve por la zona de recepción y la cafetería. Antes de la entrevista han revisado la suite palmo a palmo. No se fían de nadie, tal es la naturaleza de la amenaza que pende sobre el periodista napolitano.
- En 'La belleza y el infierno' usted dice que la Italia del norte ni se entera de las matanzas y la corrupción que se da en el sur. ¿Cómo es posible?
- Pienso en ello todos los días. No sabe porque no le interesa saber. El país y la información están divididos en dos: de Roma hacia el norte y de Roma hacia el sur. Al ciudadano que vive en la mitad norte no le interesa lo que pasa en el sur. Los muertos están lejos, no van con él. Y eso pasa también fuera de Italia. En España, en Escocia, en otros lugares donde la organización invierte grandes sumas, tampoco parecen demasiado preocupados. Nadie se plantea un consenso para luchar contra esa invasión de dinero procedente de las mafias.
- ¿Y nadie se escandaliza de eso?
- Le voy a contar una historia. Aquí mismo, enfrente de la puerta de este hotel, hay un café muy famoso. El café más famoso de la calle más famosa de Roma. Por ahí han pasado durante años empresarios, políticos, actores, los futbolistas más famosos... Todo con mucho glamour. Hace un tiempo se descubrió que el dueño era el jefe de la mafia calabresa. Ahora está bajo administración judicial. El primer día que se supo la noticia hubo una cierta conmoción. Luego nada; nadie parece escandalizarse por haber sido cliente asiduo de un local de la Mafia. ¿Cuál es el problema? Que el dinero no huele. Ese no querer saber, ese no escandalizarse, es la gran carencia de Italia.
- Acaba de hablar de España. Lo que sucede con la Mafia parece muy lejano, pero las acciones de ETA, por ejemplo, reciben la misma atención en los diarios del norte que en los del sur.
- Eso sucede aquí solo con los asesinatos 'importantes': si matan a un juez, por ejemplo. Pero las mafias lo hacen bien, porque después de matar a alguien lo desacreditan y la reacción se enfría enseguida. Cuando era pequeño, la Mafia asesinó a un cura, y los cronistas locales, corrompidos con dinero de la organización, empezaron a contar que manoseaba a los niños y guardaba armas en la parroquia, y enseguida se dejó de hablar del crimen.
- La infamia universalmente conocida del 'algo habrá hecho'...
- Sí, ya sé que también esas acusaciones posteriores se dieron en muchos crímenes de ETA. Pero ETA no es un componente del Estado, aunque se esté transformando en otra mafia. Lo que sucede es que aquí la Mafia es una parte estructural de la economía y la cultura del país. Por eso es muy difícil que cambie la mentalidad. Cíclicamente se producen episodios de indignación, y ya está, eso es todo.
- ¿Tan infiltrados están en la estructura del Estado como para que parezcan casi parte del paisaje?
- En realidad, siempre han asumido su papel burgués, pero eso se ha contado poco. En los años cincuenta, un jefe de la Mafia era médico. Entonces no era muy habitual, pero hoy sí lo es: muchos jefes de ahora mismo son empresarios, sus hijos tienen carrera... Las mafias son cada vez más organizaciones económicas y menos clanes de gánsters. Ellos se definen como empresarios y tienen sus reglas. Reglas que no coinciden con las del Estado, que califican de hipócritas. En realidad, ellos no se sienten criminales. Si hay una muerte, lo consideran un hecho más en su actividad, sin mayor relevancia. Hoy, entrar en la Mafia significa formarse como manager.
La crisis, a favor
En su último libro, una recopilación de artículos y conferencias de temas diversos pero claramente dominada por los que se centran en la Mafia, Saviano explica que la organización realiza una 'labor social': lo mismo ayuda a una familia en dificultades que busca un colegio nuevo para un chico que suspende. Y eso le da una legitimación en su entorno.
- ¿Aprovechan las mafias los fallos del Estado del Bienestar para captar voluntades?
- Sí. El Estado ayuda mucho con sus carencias. Si existiera una verdadera asistencia social, quien entrara en la organización pediría más por trabajar en ella. Hoy, las mafias no tienen problemas para encontrar gente que mate por mil euros. Les es muy fácil reclutar. En las zonas dominadas por la Mafia, las familias de la misma ganan miles de millones de euros, pero esas regiones no se desarrollan y eso hace que la gente que vive allí acepte condiciones muy bajas.
- ¿Significa eso que con la crisis mundial tienen el terreno abonado para crecer?
- Sí, y la ONU ya lo ha advertido con una declaración: los bancos europeos han abierto sus cajas al dinero procedente del narcotráfico.
- Pero hay legislación comunitaria contra eso...
- Sí, muy débil. No hay una legislación común contra la Mafia. En España, por ejemplo, la asociación mafiosa no es delito. Claro que Italia tiene las mejores leyes anti-Mafia y ya vemos lo que está sucediendo.
- ¿No hay colaboración entre los gobier nos?
- No la hay, y se echa en falta. La hay entre las policías, pero es muy poco frente al poder de los cárteles. Hoy, rusos, mexicanos y albaneses están creando una red enorme. España, por ejemplo, ha expulsado recientemente a dos jefes del narco ruso sin que haya generado ningún escándalo. En realidad, han hecho un gran negocio. Han salido con fianzas de 600.000 y 300.000 euros y el daño que harán en la calle será mucho mayor. No se están dando cuenta de la gravedad de lo que sucede.
- ¿A qué se refiere?
- A que España, y Europa en general, tiene un problema grande con el terrorismo, pero la criminalidad de otro tipo está socavando la democracia. Portugal, España y Alemania deberían intentar cambiar las cosas, empujar para que cambien.
Estética de la violencia
Saviano piensa que alrededor de la Mafia se ha creado una estética que habla de orgullo y venganza, de códigos de honor y de protección a los suyos. Novelas como las de Puzo, y filmes como los de Coppola ('El Padrino') finalmente han servido para ensalzar a la organización, para dar aureola de glamour a lo que en esencia es corrupción y crímenes.
- ¿Cómo se ha podido llegar al punto de que filmes y libros que cuentan lo que es la Mafia terminen por proporcionarle un halo de respetabilidad?
- Porque es un mundo fascinante. Cualquiera que camine por el filo entre la vida y la muerte lo es. 'El padrino' es una obra maestra, pero ha hecho daño. Ha creado una imagen glamourosa de la organización. Eso fue posible porque entre quienes la combaten no ha existido ningún sentido épico. Aquí, el mito de los 'Intocables', aquel grupo que luchó contra la Mafia estadounidense, no tuvo éxito. Y luego, la Mafia difunde también una imagen de sacrificio que resulta atractiva.
-¿Cómo?
- Porque los jefes mafiosos están dispuestos al sacrificio, a vivir ocultos, a sufrir por mantener sus negocios y su poder. Hace un tiempo localizaron a un jefe que estaba a punto de perder la vista de un ojo porque llevaba años encerrado en un búnker sin ver la luz del sol. Eso dice mucho de lo que están dispuestos a afrontar. Los políticos y los empresarios nunca llegarán a ese sacrificio. El error es presentar la Mafia como algo glamouroso sin contar el resto: esos encierros sin ver la luz, la mierda de la cárcel... Su tiempo de éxito es breve, como mucho cinco años; el resto es un infierno. Y ellos lo saben.
- Usted defiende a la Iglesia, su lucha por los desfavorecidos, a los que salva de caer en las garras de la Mafia. ¿Le agradecen los italianos lo suficiente ese papel?
- Yo no hablaría en Italia de una Iglesia, sino de varias. En una región del país fui testigo de la lucha contra la Mafia solo por una parte de esa Iglesia. La mayor parte de ella es connivente con la Mafia: bautiza a sus hijos, los casa, los ayuda. Hace un tiempo, la hija de un jefe de la 'Ndrangheta se casó con un hijo de otra familia mafiosa. No era un matrimonio por amor, era una alianza entre familias, y todos los sabían. Pero se casaron en el Duomo de Calabria y recibieron la bendición del Papa. Eso es muy grave.
- ¿Siempre ha sido así?
- Juan Pablo II tuvo una posición inicial más dura, pero con los años se ha ido suavizando. Los curas que luchan contra la Mafia están cada vez más solos.
- Sin embargo, luchar contra ella daría una legitimación a la Iglesia en un momento en que mucha gente le vuelve la espalda?
- Eso sería muy importante. Pero el problema es que las jerarquías eclesiales se relacionan con los grupos empresariales y saben que luchar abiertamente contra la organización sería hacerlo contra esas empresas. Le recordaré que se ha santificado en muy poco tiempo a algunos miembros de la Iglesia, pero no se ha reconocido nunca a los muertos por la Mafia. Se ha perdido una gran oportunidad.
La entrevista termina, pero el periodista debe esperar antes de abandonar la suite. Los dos carabineros comprueban que no hay nadie en el pasillo y solo entonces abren la puerta para que pueda salir. Abajo, en la recepción, espera su turno una corresponsal a la que se ha anunciado el lugar de la cita -son las normas de seguridad- solo una hora antes. Y fuera, dos coches iguales, blindados y con los cristales tintados, ocupan la entrada, para que cuando Saviano acabe pueda subir a uno de ellos sin ser visto desde la calle. Como un fugitivo en su propia tierra. La Camorra está al acecho.