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Los forros de las columnas se han elaborado en Italia y en un taller de Eibar. :: FOTOS: ALHÓNDIGABILBAO Y ALFA ARTE
A los pies de la Alhóndiga
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A los pies de la Alhóndiga

Cada material da vida a un estilo. El ladrillo evoca la Edad Media, la terracota el Renacimiento y el acero habla del mundo contemporáneo 43 columnas recrean distintas culturas y periodos históricos en el atrio central

TERESA ABAJO

Domingo, 14 de marzo 2010, 11:36

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La fantasía se ha adueñado de los cimientos del centro de ocio y cultura, que descubrirá sus secretos en mayo. Pero tan caprichosas formas no son sólo un elemento decorativo. La diversidad y la capacidad de sorprender forman parte de la filosofía de AlhóndigaBilbao, la marca que simboliza todo lo que el antiguo almacén de vinos puede aportar a la ciudad. Algo parecido a un salón en el que deberán sentirse cómodos miles de visitantes, o a un gran escenario. El autor de las 43 columnas que representan diferentes culturas y momentos históricos es experto en eso, en crear los ambientes adecuados para contar historias.

Lorenzo Baraldi (Parma, 1940) ha intervenido en más de cien películas para cine y televisión, y también es profesor y miembro fundador de la Asociación de Escenógrafos, Diseñadores de Vestuario y Decoradores de Italia. El encargo que recibió de Philippe Starck ha sido para él «como crear una película con un nuevo argumento y nuevos personajes». Para ello ha trabajado con ocho 'actores': mármol, bronce, madera, acero, ladrillo, terracota vidriada, cemento y piedra de Lecce, resistente y maleable, la materia prima del rico patrimonio artístico de esta ciudad.

Cada material ha dado vida a un estilo. «Las columnas de madera tienen una inspiración china», explica Baraldi. Las de terracota evocan el Renacimiento en Florencia y las de piedra siguen el rastro del barroco en las calles de Lecce. El ladrillo mira más atrás, hacia la Edad Media. El bronce y el mármol encarnan el esplendor, «la idea de poder y fuerza propia de la Iglesia y las monarquías», mientras que el acero y el cemento hablan directamente, sin adornos, del mundo contemporáneo.

Este recorrido por la historia del arte se ha plasmado en soportes de tres metros de altura y entre 1,50 y 1,70 de diámetro. El peso de los forros oscila entre los 700 kilos de los de acero, los más ligeros, y los 7.000 que alcanzan los de mármol. Los de madera y terracota son de una tonelada. Ya están todos colocados en su sitio, cubiertos para que no se estropeen en la recta final de las obras, tras casi dos años de trabajo.

En abril de 2008, Baraldi inició la investigación iconográfica que ha servido de base a sus diseños y contactó con empresas especializadas. «Hemos realizado casi 800 bocetos y, como suele suceder, hubo que descartar muchos, porque esto son 43 columnas y no un bosque. ¡Renunciar a algunas de ellas nos ha costado mucho!», recuerda. En enero de 2009 se aprobaron los diseños y, tras hacer maquetas en resina de vidrio, empezaron a dar forma a las esculturas en diversos talleres de Italia y también más cerca de aquí, en la empresa Alfa Arte de Eibar.

Laboratorios artísticos

De la fábrica guipuzcoana han salido cuatro piezas, una de acero y tres de bronce. Entre las maquetas de medio metro de altura que les entregó Lorenzo Baraldi y las columnas instaladas en La Alhóndiga hay cinco meses de trabajo, una mezcla de «artesanía, medios fabriles de producción y las últimas tecnologías», explica Jesús Rodríguez, director comercial de la firma. Utilizan un escáner digital en tres dimensiones para generar un archivo informático que reproduzca con exactitud, a tamaño real, lo que el autor tiene en su cabeza. El primer modelo se hace en poliestireno -corcho sintético- antes de iniciar el proceso de fundición. La industria se pone al servicio del arte. «Los medios no dejan de ser instrumentos», dice Rodríguez. «La tecnología no sustituye al artista ni al artesano».

Baraldi suele decir que los talleres «ahora son laboratorios», aunque eso no resta importancia a la dedicación personal. Los artesanos «han trabajado en muchos casos como en 1500, con especial cuidado en cada detalle de las piezas que luego deben ser ensambladas». Atentos al retoque, a la medida justa y, en las piezas de bronce, a la pátina, el tratamiento final.

¿Con qué color se identifica AlhóndigaBilbao? «Los materiales tienen su vida, su sabor y su color», responde el escenógrafo. Predomina el tono cálido del ladrillo junto a los blancos y ocres de la piedra arenisca, aunque algunas columnas deslumbrarán al visitante con intensos azules, amarillos, naranjas. Hay motivos tradicionales -rosetones, racimos de uvas o adornos florales- junto a un dragón con ecos de Gaudí que asoma la pata amenazante, o como una invitación. Para realzar los contrastes se han colocado las más clásicas junto a las más modernas. Son de materiales resistentes «y no necesitan ningún mantenimiento especial, pero eso sí, los ciudadanos deben respetarlas».

Desde principios de este año están en los cimientos del bloque dedicado a la actividad física, el de la mediateca y el que estaba reservado para el Centro Superior de Artes Escénicas, que deberá destinarse a otros usos. En abril se destapará la fantasía que sustenta los tres edificios, aunque los ciudadanos tardarán algo más en descubrirla. Lorenzo Baraldi acudirá con todos los artesanos que han trabajado en el proyecto para dar «el último retoque» antes de que el público se deje sorprender por el contenido de AlhóndigaBilbao y cada visitante elija su columna favorita, quizá como punto de encuentro para empezar a recorrer el edificio.

Cuando entren por primera vez en La Alhóndiga, después de imaginarla tantas veces durante casi diez años de obras, los visitantes empezarán a buscar su rincón favorito. Hay mucho por descubrir en este edificio hecho de ladrillo, hormigón y sensaciones, pero conviene no perder de vista la base. Las 43 columnas que sustentan los tres bloques del atrio central son mucho más que elementos de apoyo. Es el lugar que ha elegido Philippe Starck para dar rienda suelta a la imaginación en el marco de una sobria arquitectura. Salomónicas, lisas como una vela o con un impecable corsé de acero. No hay dos iguales.

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