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Edith Windsor, tras conocer la sentencia ./ Reuters
Windsor, el rostro de la victoria por la igualdad
ee uu 'tumba' la ley DOMA

Windsor, el rostro de la victoria por la igualdad

La mujer demandó al Estado por negarle la deducción de impuestos a la que tendría derecho de haberse casado con un hombre

EFE

Jueves, 27 de junio 2013, 09:19

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Edith Windsor enviudó en 2009 y sintió que, legalmente, su país no hacía justicia a cuatro décadas de amor a su mujer, Thea Spyer. Su victoria hoy en el Tribunal Supremo de Estados Unidos conquista la igualdad en las leyes federales de los matrimonios homosexuales y asegura que su historia no se repita.

"Si he tenido que sobrevivir a Thea, ¡qué manera más gloriosa de hacerlo! Ella estaría muy agradecida. Gracias a todos", ha dicho emocionada y emocionante en una rueda de prensa en Nueva York minutos después de conocerse la decisión del Supremo, que declara inconstitucional la definición de matrimonio exclusivamente entre hombre y mujer que defendía la Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA).

A los 84 años, la tenacidad de Windsor ha conseguido una jornada histórica en la lucha por los derechos de la comunidad LGBT, pues los matrimonios homosexuales no disfrutaban hasta hoy de los mismos derechos que los heterosexuales ante las leyes federales en cuestiones como inmigración, sanidad o régimen fiscal. "Tengo ante mí un pedazo de historia. Estoy orgullosa, muy orgullosa", ha dicho, tras reconocer que al principio no pudo articular palabras, sino simplemente dejar las lágrimas correr porque "a partir de ahora, los que no lo creían verán que amamos y sentimos igual que ellos".

Windsor había interpuesto una demanda para recuperar los 363.000 dólares de impuestos de patrimonio que la ley federal de EEUU le obligaba a pagar al no reconocer su matrimonió en Canadá dos años antes. "A los ojos de mi país, Thea no era mi esposa legal, sino que era considerada como una extraña sin relación conmigo", ha dicho, para añadir: "No tendría que haber pagado ese dinero si me hubiera casado con un hombre llamado Theo" ha dicho haciendo uso de su llamativa agilidad mental y su infatigable sentido del humor. "Hay toda una nueva generación que piensa que ya no hay discriminación, para todavía la hay. Espero que sea el final de muchos suicidios y el principio de muchos adolescentes enamorándose y pensando que hay un futuro para ese amor", dijo.

Ella misma vivió "dentro del armario" durante décadas mientras trabajaba en las oficinas de IBM, por lo que también ha enfocado su victoria hacia la lucha no solo al rechazo ajeno, sino al propio. "Mentí durante mucho tiempo. Cuando nuestro matrimonio salió en el New York Times, muchos se acercaron a mi sorprendidos, amigos íntimos a los que había mentido. No podía evitarlo", ha asegurado.

"¡Lo conseguiste, cariño!"

Windsor, nacida en Filadelfia en 1929, había preparado tres discursos, por si perdían, por si ganaban o por si se quedaba en un punto medio. Pero tras el veredicto ha sentenciado: "Teníamos el derecho a ganar, creo que nuestros argumentos eran sólidos y todos los demás estaban locos". El triunfo para ella por encima de todo, es justicia poética de un amor que vivió toda la vida oculto y que por fin pudo hacer público en 2007, al casarse con Thea Spyer en Canadá. Necesitaron ocho personas que ayudaran a Spyer a montarse en el avión, pues sufría de esclerosis múltiple, y dos años después de la unión, falleció.

Windsor ha dicho que podía imaginar a Thea diciéndole "¡lo conseguiste, cariño!" y recordó que su relación se basaba "en un increíble respeto mutuo" y en dos consignas: "la mía era no posponer el disfrute, la suya mantener el amor 'caliente'", ha bromeado. "Gracias a la decisión del Tribunal Supremo, cada niño que nazca podrá crecer en un mundo sin la Ley de Defensa del Matrimonio, un mundo donde el gobierno federal no los discriminará por sus matrimonios, sean con quien sean", ha dicho.

Windsor, que reconoció que para ella matrimonio es "una palabra mágica", en su futuro y pese a la euforia del momento, solo quiere tranquilidad, que será su manera de saborear la victoria. "No me quedan muchos años y tengo ganas de relajarme un poco", ha concluido.

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