Billy Idol: vuelve el replicante

Para darse cuenta de que Generation X no eran un grupo del montón basta escuchar sus discos, que sobresalen dentro del punk británico de los 70 por sus melodías incontestables y una insólita afición a los solos de guitarra. Pero hay otro procedimiento menos ortodoxo para apreciar que allí había cierta sustancia poco corriente, y es fijarse en las extrañísimas secuelas que la banda arrojó al mundo. Por un lado, el guitarrista Tony James se reconvirtió en Flash Tony y pasó a tocar el «bajo espacial» en su siguiente proyecto, los alucinógenos Sigue Sigue Sputnik, uno de los éxitos comerciales más locos e improbables de los 80. Y, por otro, el cantante Billy Idol sufrió su personal mutación, que lo llevó a trasplantarse a Estados Unidos y triunfar masivamente en la MTV con su aspecto de rubio replicante ¿qué fue antes, su pelo oxigenado o el de Rutger Hauer en Blade Runner? y una acertada mezcla de riffs rockeros e intención bailable.

Idol, cuyo nombre real es William Michael Albert Broad, ha cumplido ya los 56 pero parece en excelente forma, como si realmente tuviese algo de robot o cyborg, más allá de su rostro levemente inexpresivo y la barra metálica que lleva en una pierna por su tremendo accidente de moto de los primeros 90. Hace cuatro años explicaba así a la revista Zoo su envidiable estado físico, llamativo entre los tripones cerveceros y las carnes blandas que suelen lucir las viejas glorias del punk: «Tengo mucha suerte, porque en mi público hay chicas, y merece la pena mantenerse bien cuando hay damas delante. Otros grupos no tenían nunca mujeres en el público, así que no se preocupaban por eso. Además, voy en moto, así que tengo que tener fuerza para mover una máquina de 300 kilos. Y hago ejercicio en el gimnasio: necesitas resistencia para ser cantante de rock and roll». En su web asegura, por cierto, que tiene intención de aprovechar la visita a España para pasearse por la costa en moto.

Idol se está recorriendo toda Europa, de Moscú a Faro, con una banda que no es cualquier cosa: en ella figura su mano derecha, el guitarrista Steve Stevens, un virtuoso de peinado glam a quien muchos recordarán por el Dirty Diana de Michael Jackson, y también está el teclista Derek Sherinian, que formó parte de Dream Theater y puede presumir de currículo asombroso, desde Alice Cooper hasta Kiss. En los conciertos tocan algún tema reciente y versiones de rock clásico como Tutti Frutti, pero Billy se dedica sobre todo a enlazar exitazos de los 80, que tuvo un montón: White Wedding, Rebel Yell, su adaptación del Dancing With Myself de Generation X, su versión del LA Woman de los Doors, la balada Eyes Without A Face... Y también aprovecha para recuperar unos cuantos temazos de Generation X, como ese Ready Steady Go ideal para iniciar con brío cualquier concierto. Lo hace, en buena medida, como resarcimiento por la poca fortuna que tuvo su banda: «Nosotros decíamos lo contrario que los Clash y los Pistols ha declarado. Ellos cantaban ni Elvis, ni Beatles, ni Rolling Stones, pero nosotros éramos honestos con lo que nos gustaba. La verdad era que todos construíamos nuestra música sobre los Beatles y los Stones».