Maialen ya sueña en bertso
Lujanbio defiende dentro de un mes la txapela del Campeonato de Bertsolaris ganada en 2009. «Soy una artesana de la palabra», se define ella
KOLDO DOMÍNGUEZ
Viernes, 13 de diciembre 2013, 10:17
Ya ha comenzado el sprint final para la gran final del Campeonato de Bertsolaris, que se celebra en el BEC de Barakaldo el15 de diciembre y que volverá a congregar a 13.000 espectadores. Estos días están en juego siete de las ocho sillas que cada cuatro años, como si de unos Juegos Olímpicos se tratara, reúnen sobre el mismo escenario a la elite de un arte enraizado en el ADN de la cultura vasca, que a base de versos improvisados en euskera, rima y melodía ha reflejado desde hace siglos parte de la realidad de Euskadi.
Sólo siete de ocho. La octava plaza ya tiene dueña. Está reservada para ella, para Maialen Lujanbio (Hernani, 1976), la actual campeona, que en 2009 se convirtió en la primera mujer en lograr el título. Aquel fue un día histórico, y no sólo por el fin de la 'dinastía' masculina. Con su victoria se confirmaba la consolidación de toda una generación de jóvenes bertsolaris que ha capitaneado la evolución para algunos «revolución» que este género ha experimentado en las últimas décadas.
Cuatro años después, Lujanbio regresará dentro de un mes al mismo escenario. Mientras el resto de participantes comenzaba a competir en las rondas previas en septiembre, ella se ha mantenido en un segundo plano. Al principio, tranquila, «ahora, ya con el gusanillo en el estómago». «Estar ya clasificada tiene su lado bueno y su lado malo. Igual llegas menos rodada, pero no corres el peligro de caer eliminada en las previas y no estar en el BEC, que para cualquier bertsolari es un día que quieres vivir».
La final. Esa jornada en la que el bertsolarismo cambia el compás, y de las 'plazas' y actuaciones de fin de semana muta a un acontecimiento extraordinario, que concita el interés de miles de espectadores. «El campeonato es un momento especial en el bertsolarismo. Casi diría que es como un género aparte, con su propia lógica, una estética y un estilo de canto diferente. Eres consciente de que hay un jurado y de que el público también está escuchando de una manera más analítica que en las actuaciones de cada fin de semana, a las que va más relajada, a disfrutar. Todos nos comportamos de una manera más tensa, que influye en la manera de cantar, y se crea como un pequeño subgénero», describe la actual campeona.
Entrevistar a Maialen Lujanbio no es fácil. Se nota que vive de y por la palabra. «Soy una artesana de la palabra», se define ella. Cada respuesta se intuye analizada, cuidadosamente hilvanada para transmitir el mensaje correcto. Su lengua materna en realidad todo su universo es el euskera, pero es evidente que domina el castellano. De vez en cuando detiene su discurso para localizar en su cabeza el término adecuado. Lujanbio es bertsolari sin horarios. «Me dedico a esto. Lo hago por defecto y más cuando hay una grabadora delante (sonrisa). A mí me gusta la precisión de las palabras. Elegirlas bien. Intentar explicar lo mejor posible, lo más bonito, lo más efectivo. Es todo el rato un juego», confiesa.
Ahora, a pocas semanas de la final del BEC, esa tendencia se ha agudizado aún más. «Durante el año no estoy todo el rato con la maquinaria en marcha. Ahora sí, porque es la época cumbre nuestra, cuando la maquinaria tiene que estar engrasada y a tope. En marzo estaré más relajada». Sus compañeros están poniendo a prueba su estado de forma en las fases previas. Ella no puede testarse en 'competición'. Así que debe dejarse llevar por sus 20 años de experiencia y su intuición. «No tengo una manera de prepararme metódica. Es algo muy abstracto. Es más una actitud que una acción. Los últimos meses estoy como una esponja, alerta ante todo lo que pasa, todo lo que se mueve, todo lo que se oye. Estoy alerta de las palabras, de las expresiones, de las noticias, de las opiniones, de las escenas. Esa actitud es el entrenamiento. No leo más, pero sí más conscientemente. No voy más al cine, pero cuando voy estoy más atenta».
Todo le vale: una conversación, una noticia, una película... En la final del día 15 tendrá que improvisar bertsos sobre los temas y con los puntos de vista que propongan los 'conductores', así que todo es útil. Ahora, por ejemplo, está leyendo dos libros: 'Hiztunpolisa', de Jon Sarasua (periodista y bertsolari), y 'Parisen bizi naiz', de Koldo Izagirre. Y en los últimos días ha visto en el cine 'Vivir es fácil...', de David Trueba, y 'Las Brujas de Zugarramurdi', de Álex de la Iglesia. Eso sí: no le gusta repasar en vídeo sus actuaciones pasadas. Prefiere quedarse con «las sensaciones» del momento. Y tampoco ve mucho la televisión. Sólo los informativos y algún documental. «No tengo paciencia».
¿Por cierto, ¿cree que el cine es caro?
Es relativo. Parece que la Cultura siempre es cara y los gintonics no. Parece que todo tiene que ser gratis... (silencio). Yo estoy muy a favor de la socialización de la Cultura y de que sea accesible para todo el mundo, pero la gente tiene que saber que detrás de eso hay un trabajo, un coste, un esfuerzo, y, bueno, me quedaría con el término medio de las dos.
Unos cien 'bolos' al año
Repasar la carrera de Maialen Lujanbio es transitar por la propia historia del bertsolarismo de las últimas dos décadas. Con quince años debutó en Hondarribia en una «plaza grande» (actuación en público) junto al mítico Andoni Egaña. Para entonces ya había arrasado en campeonatos interescolares. Después simultaneó el bertsolarismo con la carrera de Bellas Artes. Vivió en Bilbao, en un piso de estudiantes de la calle Lamana, junto a San Francisco «tengo un recuerdo maravilloso de aquellos años en Bilbao. Fue una gozada», pero cuando acabó la carrera descubrió, casi por inercia, que su futuro ya estaba ligado a los bertsos.
A pesar de su precocidad, ella no se considera una niña prodigio. «Fue una situación especial. Entonces no había bertsolaris jóvenes en las plazas y nosotros, mi generación, no era yo sola, salíamos de los campeonatos interescolares y puede que se forzara un poco nuestra entrada a las plazas para llevar a cabo un relevo generacional. Ese paso tuvo su sentido y dio sus frutos. A raíz de aquello empezó a venir público joven, cambió la temática y fue un momento de inflexión. Fue una época interesante que tuvimos la suerte de vivir».
Ese rejuvenecimiento del bertsolarismo se tradujo en la apertura de innumerables 'bertso-eskolas', en la proliferación de actuaciones, en la participación de más mujeres, en un estilo nuevo de cantar y hasta en la profesionalización. Como es el caso de Maialen. «Me dedico a esto profesionalmente, pero siempre en la periferia de los bertsos hay trabajos relacionados con el mundo de las letras y el euskera, como dar talleres, escribir en prensa y guiones, textos literarios...».
Al año puede tener cerca de un centenar de actuaciones, sobre todo en verano. No tiene representante (esta figura aún no ha llegado al bertsolarismo) y, a pesar de manejar un teléfono de última generación, que no consultará en ningún momento de la entrevista, prefiere anotar las citas en una agenda de papel del periódico 'Berria'. Tiene más ofertas para cantar de las que puede y quiere atender. «Intento elegir por prestar atención a cada actuación. Si haces no sé cuántas al día tu trabajo pierde calidad. Y tampoco aguanto ese trote de siete sitios un fin de semana», confiesa.
Lujanbio parece una mujer muy reflexiva, reservada, incluso «seria». Aquella joven es ya una de las veteranas. Ella reconoce que «transmite una imagen bastante dura de sí misma, y la realidad no es así». Tal vez a su vida personal también se pueda aplicar la definición que Harkaitz Cano hizo del bertsolari: «siempre lleva una máscara translúcida». Durante el encuentro sólo bajará la guardia en dos instantes. Se le nota porque le cambia la cara. El primero al hablar de su época en Bilbao y el segundo, de una expedición de siete meses que hizo junto al viajero Josu Iztueta por todos los continentes del planeta. Fue una «experiencia única, de esas de digestión lenta», de la que aún hoy, diez años después, se alimenta. No fuma, y el único 'vicio' que confiesa, de hecho, es viajar. Lo suyo es la mochila y «patear». u último destino, por ejemplo, ha sido un mes por Canadá.
No lleva joyas. Ni anillos, ni pendientes. En las muñecas sólo varias gomas del pelo. «Es mi estilo». Imagen minimalista, sin adornos, sin distracciones que resten atención a sus palabras. Frontera difusa entre persona y personaje. Sobre el escenario, los bertsolaris tampoco recurren a maquillaje, vestuario, música... «El bertso es tan frágil y la improvisación tan delicada... Nuestra quietud y nuestra postura es para que toda la atención esté en el texto. Es tan débil... Es pura voz 'a capella'. No tiene nada, es improvisado, así que se pretende que haya el menor número de distorsiones posibles».
El paradigma: dentro de menos de un mes en el BEC. Un escenario, un micrófono, ocho improvisadores y miles de silenciosas miradas.