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Ascensión Fernández, entre el capitán y el armador del 'Pescaberbés Dos'
"Las mujeres tienen sitio en alta mar"
ISLA MUJERES

"Las mujeres tienen sitio en alta mar"

La bióloga Ascensión Fernández ha estado dos meses en un pesquero para evaluar las posibilidades de que haya tripulaciones mixtas

ITSASO ÁLVAREZ

Martes, 28 de mayo 2013, 09:00

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Ascensión Fernández ha vivido como un lobo de mar durante dos meses en las tormentosas aguas de Terranova (Canadá). Ha cargado y procesado como una marinera más fletanes negros y rayas, ha largado y recogido redes mientras la marea subía y bajaba, ha ocupado la sala de máquinas y el puesto del timón, ha comido tres platos a mediodía y otros tres en la cena para recuperar fuerzas y también se ha mareado y se ha caído del catre cuando, de noche, las olas golpeaban el barco. De profesión bióloga y observadora científica en el sector pesquero, tras enfrentar las dificultades y crudezas del océano en movimiento junto con otros 27 tripulantes más al mando del capitán Joaquín Gómez, esta mujer jienense afincada en Vigo ha vuelto algo más delgada, de estupendo buen humor y con una experiencia vital que contar que no cambiaría por nada del mundo.

En enero hablábamos en 'Isla Mujeres' de su partida a bordo del arrastrero 'Pescaberbés Dos', de 72 metros de eslora y perteneciente a la armadora Gordejuela, rumbo al Atlántico Noroccidental, y ahora, a su regreso, recuperamos su historia para narrar lo vivido en ese tiempo y las conclusiones a las que ha llegado. Su experiencia ha quedado registrada también en varias grabaciones y entrevistas que empleará para elaborar un informe final dentro del proyecto Redmar, que difunde información relacionada con el fomento de la igualdad entre hombres y mujeres en trabajos llevados a cabo en alta mar en diferentes países. El trabajo de Ascensión se divulgará entre el propio sector, la sociedad y las administraciones como base de una reflexión que permita acciones de futuro en pos de la igualdad de oportunidades laborales para las mujeres en los caladeros de todo el mundo donde opera la flota española.

No en vano, Ascensión Fernández partía con una misión en mente: evaluar, documentar y analizar in situ las posibilidades y obstáculos para que las mujeres puedan en el futuro enrolarse en los buques de altura. Es decir, para que haya tripulaciones mixtas en la flota de caladeros internacionales como la llamada zona NAFO, caracterizada por sus bajas temperaturas. ¿Y bien? "Sí, las mujeres tienen sitio en alta mar", asegura la bióloga, aunque matiza que los pesqueros de altura no están diseñados para tripulaciones mixtas y convendría llevar a cabo reformas en los mismos. El peso de la tradición de la pesca como sector masculinizado desempeña un papel fundamental en el freno a la incorporación de las mujeres. Sin ir más lejos, y aunque Ascensión viajó en su propio camarote, las condiciones de habitabilidad de las naves no satisfacen las necesidades de intimidad que requiere cualquier persona y aún más de atender las de una tripulación formada por navegantes y 'navegantas'. Solo en la parte destinada a los camarotes de los oficiales es posible encontrar habitaciones y baños de uso individual. En cambio, marineros, personal de cocina y máquinas habitan en camarotes compartidos y han de hacer uso y coincidir en un aseo sin separación de duchas, inodoros y lavabos. Hay que tener en cuenta la ya de por sí ausencia de confort en un pesquero. La movilidad queda limitada a los metros de eslora y apenas hay diferencia entre el espacio físico de las labores diarias y el de descanso.

Durante la travesía, Ascensión preguntó a todos los tripulantes, sin excepción, qué pasaría si en alguna de las actividades hubiera en ese momento una mujer. En el puente de mando, con el capitán, el costa y el timonel, "pueden ir si están capacitadas y cuentan con la titulación necesaria", indicaron los hombres. Y del puente, a la cubierta, donde la marinería realiza un trabajo "al alcance de pocos independientemente del sexo al que pertenezcan, porque se exige una fortaleza física y unas condiciones que no todo el mundo tiene. Los pesos que se manejan son enormes, el aparejo pesa una barbaridad y, luego, al vaciarlo pueden aparecer un bacalao o un fletán enorme, una piedra o incluso un hueso de ballena de muchísimo peso y no todo el mundo puede con él y más en movimiento, entre olas enormes y muchísimo peligro. Yo desde luego, no podría", confiesa Ascensión. Coincide, en este caso, con varios de los marineros del 'Pescaberbés Dos', que encuentran en las tareas en cubierta el único límite al trabajo de mujeres, y también al de muchos varones.

En la planta de procesado y empacado el pescado que ha caído en la red es descabezado, eviscerado, clasificado, fileteado e introducido en cajas para su congelación. "Se requiere fuerza para trabajar con las bandejas, de más de 25 kilos cada una, y son una detrás de otra, descargar túneles y armarios, pero las mujeres también trabajan en tierra en plantas de transformación e incluso hay funciones que podrían hacer mejor que los hombres, como la preparación del pescado", medita la investigadora. Tampoco vieron inconvenientes en la sala de máquinas ni en la cocina, labores accesibles para las féminas. "En la cocina, la ausencia de mujeres solo se ve frenada por la tradición, porque una mujer puede desenvolverse entre los fogones del barco, preparando las comidas en el tiempo preciso y organizándolo todo para que no falte nada y esté a la hora exigida en las mesas de los oficiales y la marinería, que comen separados". Por otra parte, están las ocupaciones del pinche de cocina; limpiar las zonas comunes, el servicio de las mesas y la lavandería de la ropa de la tripulación. "A mí, por ejemplo, por ser mujer, se me ofrecía que lavara mi propia ropa, como una atención por si me molestaba que la manipulara un hombre, cosa que me da igual", recuerda.

Ahora bien, ¿qué mujer está dispuesta a embarcarse en alta mar? "Esa es otra cuestión", reconoce Ascensión Fernández. Así lo refiere un estudio de la Fundación Mujeres, incluido en el proyecto Redmar. Según este análisis, los factores que "desincentivan" una participación mayor de las mujeres en la pesca son "socioculturales, psicológicos y económicos". Desde razones "pragmáticas", como que carecen de la fuerza necesaria, ausencia de instalaciones específicas a bordo o excesivo peligro, hasta motivos sociales, como el "efecto perturbador de tripulaciones mixtas". Incluso, "razones de tipo supersticioso, como que las mujeres traen mala suerte a bordo". Asimismo, las mujeres con hijos están "más desanimadas a trabajar en la pesca de altura, ya que la cría de estos supone ciertas limitaciones para incorporarse".

En España, la presencia de mujeres en la pesca de altura no pasa del 5%, pero ninguna participa en la propia actividad pesquera, sino que se enrolan, como Ascensión Fernández, como observadoras científicas. "Es curioso, porque los armadores prefieren que esta labor la realicen mujeres", señala la bióloga, que no tiene hijos y no es la primera vez que se embarca en un navío. Ya lo hizo en el Mediterráneo, para controlar las capturas de atún rojo, en Cerdeña Pero siempre han sido salidas de dos o tres días y en flota de bajura, a no más de siete millas de la costa. "Invito a todas las mujeres a que se formen y lo intenten", señala.

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