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el atracador lleva en prisión desde 2007

El desafío de El Solitario

Jaime Giménez Arbe recibe cientos de cartas de admiradores. Preso en Portugal, pasa 22 horas al día solo en su celda. El pasado lunes comenzó una huelga de hambre para pedir su traslado a España

FRANCISCO APAOLAZA

Domingo, 7 de abril 2013, 14:19

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Su cena del domingo pasado en el módulo 15 de la prisión de Soto del Real (Madrid) fue la última. Ha jurado que no probará bocado hasta que España y Portugal le den lo que exige. Va a ir hasta el final: «Estoy dispuesto a morir de hambre y sed antes que volver a prisión en Portugal». El último preso en huelga de hambre es Jaime Giménez Arbe, lo que queda de El Solitario, privado de libertad desde 2007 en condiciones de máxima seguridad. El que fuera el enemigo público número uno en España, el atracador que puso en jaque a todas las fuerzas de seguridad de la península, el misterioso hombre de la peluca y la barba postizas que reventaba las cajas fuertes de todo el país con una magnum en la mano, ha vuelto a la carga con un desafío extremo: o lo trasladan a España o se irá de este mundo sin comer un bocado. El próximo martes comenzará una huelga de sed.

«Él pide su regreso a España, como ha ocurrido con Ángel Carromero». Lo cuenta uno de sus abogados, Javier Álvarez Fernández, del despacho penalista Abadíe y Fernández, de Madrid. Su paso actual por Soto del Real es un paréntesis en la vida de Giménez Arbe, que vive confinado en Portugal desde que fuera detenido en 2007. Allí está condenado por el intento de robo de una sucursal bancaria y según Álvarez, que solicitó en 2010 su extradición a España, ya ha cumplido uno de los requisitos: haber pasado la mitad de la pena. El otro, que consiste en no tener causas pendientes, está bloqueado por algunas infracciones de prisión que impiden su regreso. Además de algunos insultos, los funcionarios le "trincaron" once gramos de hachís, unos hechos «inventados» según el propio preso.

El Solitario tiene sobre sus espaldas más de treinta atracos y la muerte de dos guardias civiles de Tráfico que lo persiguieron en Castejón (Navarra) en 2004, además del disparo a un empleado de una sucursal en Zamora. Se calcula que durante quince años robó a punta de pistola más de 600.000 euros. Los tomó en asaltos a entidades bancarias en decenas de golpes que lo hicieron uno de los criminales más famosos y temidos de la historia de España.

Hoy su existencia discurre en las antípodas de su anterior vida, cuando nadaba en adrenalina entre atraco y atraco. Pese a que está en España estos días a la espera de algunos de los múltiples juicios pendientes, cumple en Portugal ocho años. Suma otros trece en España por robo y lesiones, y otros 47 por ametrallar a los dos agentes. Tiene 57 años de vida y 68 de condena. Él sigue negando esas muertes, que atribuye a un anarquista relacionado con el Frente de Liberación de Córcega (allí se formó en el manejo de armas). «Yo no maté a nadie, por mucho que siga cumpliendo por ello. Mi juicio fue un espectáculo político y mediático», declara en una carta a la que ha tenido acceso este periódico, escrita en mayúsculas y sin tildes.

Una de las obsesiones de El Solitario se centra en demostrar que no es un vulgar delincuente, sino un preso político de la izquierda. «Soy una especie de Robin Hood y mi ejemplo personal puede servir de acicate para la gran mayoría de personas que viven en el Estado Español (sic) y que sufren la crisis, que no es otra cosa que el egoísmo, la avaricia, el nepotismo y el robo de unos cuantos indeseables», escribe. En otra de las misivas, admite lo siguiente: «Sí, soy anarquista y atenté contra el poder financiero representado por los bancos. Expropié bancos, sí, pero no atraqué con impunidad y alevosía a la gente del Estado Español, como han hecho otros», explica el detenido, que además denuncia «torturas físicas y psíquicas» por parte de los funcionarios de prisiones.

En su cruzada política tintada en ocasiones de alocadas teorías conspirativas asegura que es víctima de una trama liderada por el exministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Reviste su condena y su actuación criminal de una «heroica resistencia» frente al poder. En esa cruzada, El Solitario no está solo. Miembros de la CNT comunicaron ayer su intención de iniciar una campaña para apoyarle. Además, tiene un grupo en Facebook que lo anima y todas las semanas recibe cartas de admiradores provenientes de todo el mundo. Francia, Grecia, Italia, Escocia... El pasado año, Javier Álvarez recogió dos bolsas llenas de correspondencia, que entregó a un familiar del preso por orden del propio condenado.

«Nada que perder»

El carteo es una de las pocas comunicaciones que Giménez Arbe mantiene con sus semejantes. Desde su arresto hace seis años, permanece interno en la cárcel de Monsanto, cerca de Lisboa, la única de máxima seguridad que hay en el país. El régimen en el que vive es «durísimo», según Andrés Abadíe, otro de sus abogados que concluye que El Solitario «no tiene nada que perder» en la apuesta radical de una huelga de hambre.

Su vida entre rejas es un pantano de rutina. 22 de las 24 horas del día las pasa en su celda, en soledad. El resto las dedica a comer y su máxima distracción en los últimos cuatro años ha sido salir una hora a un patio pequeño, una hora al día, también solo. A cada movimiento es cacheado por los funcionarios. Tampoco puede recibir visitas si no son de sus abogados o de sus parientes. Un solo familiar se sigue ocupando de él, dado que hace un año perdió a su madre y no mantiene relación con sus dos hijos, fruto de su relación con Anita Sharrock, una profesora británica que acabaría abandonándole tras su detención. El Solitario nunca se ha sentido tan solo y ha decidido quemar las naves.

Durante su carrera delictiva pasaba días observando la escena y las posibles rutas de huida que anotaba en apuntes muy precisos que utilizaba cuando escapaba. También empleaba guantes hechos con esparadrapo de color carne. Hoy sigue siendo un tipo meticuloso. Por eso escribe todo lo que se le pasa por la cabeza. Además de leer de manera compulsiva -se queja de no tener más libros-, escribe en folios arrancados de cuadernos y ya está ultimando su segundo libro después de su autobiografía. Esta vez se trata de una historia que acaba con el asesinato de un banquero.

La histriónica figura de El Solitario en los medios de comunicación ha ido a menos. La llama que le corría por dentro cuando deseaba feliz navidad tras un atraco, o cuando salía de los juzgados gritando «Soy yo El Solitario», aquel malvado que se reía y que ponía muecas de burla en las fotos de la comisaría portuguesa de Coimbra (véanse las imágenes de la izquierda) se ha ido apagando. «En estos años en la cárcel ha sufrido un desgaste muy fuerte», admite Andrés Abadíe. Sus abogados explican que físicamente ha bajado mucho. Está más delgado, más calvo y más canoso. Se ríe menos y sufre una hipertensión que le obliga a estar constantemente medicado. Desde el punto de vista psíquico, está «muy bajo» y cuando se pone nervioso, pierde el hilo de las frases y repite las palabras en su discurso.

Ese cansancio es el último episodio de una historia increíble que ya tiene novios. El productor Chris Murphey ("El cuerpo del delito") se ha interesado por rodar una película sobre su vida y el año pasado hasta sonó un nombre para el actor protagonista: Benicio del Toro.

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