Un policía de Estados Unidos se llevó un buen susto al abrir un maletero. El propietario del vehículo había confesado que guardaba allí un cadáver, el de un ciervo que había atropellado y que pensaba llevárselo a casa para comérselo. Sin embargo, cuando el agente abrió la portezuela para confiscar el cadáver del animal casi le da un infarto al comprobar que aquel muerto estaba muy vivo.