Borrar
ISLA MUJERES

La esquina del cine

Cientos de películas tienen a prostitutas como protagonistas, lo que convierte al cine en un poderoso instrumento de legitimación de la prostitución

ITSASO ÁLVAREZ

Martes, 28 de mayo 2013, 09:01

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Julia Roberts conquistó a medio mundo con el papel de la irresistible prostituta Vivan Ward en 'Pretty woman' en 1990. Sobre esta película se ha llegado a decir que la prostitución es glamourosa, porque reproduce el mito del príncipe azul, aunque lo que menos se vea en el largometraje es glamour. Vivian ejerce en la calle, tiene que aguantar los insultos, humillaciones y agresiones de viandantes, de las dependientas de una tienda de ropa, del abogado de Eduard, el protagonista masculino al que encarna Richard Gere, y del propio Eduard. En 'Pretty woman' también sale la muerte de una chica adicta a las drogas y el papel del chulo.

Mucho más light es 'Irma la dulce', una deliciosa historia sobre una prostituta parisina de la que se enamora un gendarme (Jack Lemmon) que acabará por convertirse en su chulo. Una fábula romántica protagonizada en 1963 por Shirley MacLaine que presenta un país de las maravillas en el que policías, chicas, clientes y chulos coexisten pacíficamente. Vivian Ward e Irma son los prototipos de prostituta rescatada, las ovejas descarriadas que vuelven al rebaño gracias a la todopoderosa fuerza del amor o a la voluntad de un personaje que les convence de que la vida que llevan no es la adecuada.

Cintas que tienen a prostitutas como protagonistas o bien abordan la prostitución de diferentes maneras hay cientos. Otra más es Sera, encarnada por Elisabeth Shue en 'Leaving Las Vegas', quien se manifiesta feliz con la vida que ejerce. ¿Y quién se acuerda de Ona Munson y su Belle Watlin, la amiga de la cantina Atlanta de Rhett Buttler en 'Lo que el viento se llevó'? Nadie la quiere, nadie la acepta, pero en medio del desastre acude al hospital donde agonizan cientos de soldados sureños porque quiere ofrecer una suma de dinero para ayudarlos. Tenemos a las chicas de 'Las flores de la guerra', la última película del director chino Zhang Yimou basada en hechos reales, que se refugian en convento y acaban teniendo un papel relevante en la guerra chino-japonesa. Probablemente, el de prostituta es uno de los papeles más codiciados por las actrices. A una "mujer de vida alegre", curiosamente así se las ha llamado, siempre le pasan más cosas que a una esposa abnegada, a un ama de casa o a una profesora, por ejemplo. Suele ser un camino directo al Oscar. Mira Sorvino lo ganó por 'Poderosa Afrodita' y casi se lo da a Jodie Foster la Iris de 'Taxi driver'.

En su libro 'Marked women. Prostitutes and prostitution in the cinema', Russel Campbell tipifica hasta quince modelos de prostitutas en el séptimo arte. La chica fácil, la hechicera, la camarada, la vengadora, la mártir, la cazafortunas, la enfermera, la cautiva, la mujer de negocios, la puta feliz, la aventurera, la yonqui, la muñeca, la chica trabajadora y la enamorada. "Creo que casi todos esos papeles son desempeñados en cierta medida por cada una de ellas, por lo que se hace difícil separar un aspecto de otro", indica Juana Gallego, catedrática de la Universidad Autónoma de Barcelona y autora de 'Putas de película. Cien años de prostitución en el cine', editado por Luces de Gálibo. Consciente de que la prostitución es uno de los roles femeninos que más se han recogido en la gran pantalla, cuando no el que más, Gallego ha visto y analizado más de 300 películas rodadas de 1913 a 2010 que de una manera u otra abordan el tema del 'oficio más viejo del mundo' (¿cómo, si no, va a estar el cine profusamente poblado de prostitutas?) y ha llegado a la conclusión de que "el cine es un gran instrumento de legitimación de la prostitución. De hecho, la mayor parte de las veces las prostitutas están idealizadas". Así pues, un cliché parece repetirse largometraje tras largometraje: la mujer, por ser caída, es automáticamente honesta, comprensiva y sacrificada. Como si por el precio que ha tenido que pagar por ejercer hubiera que tratarla, cinematográficamente hablando, de una manera comprensiva al extremo.

Tres etapas en el sexo de pago

Juana Gallego parte de dos grandes arquetipos femeninos, "la puta" o "la mujer sumisa", para hablar de la figura femenina en la ficción cinematográfica y mostrar la evolución de las prostitutas en la gran pantalla. Así, establece tres etapas, que se corresponden con la evolución en la consideración social que el ejercicio de la prostitución ha experimentado en la realidad, y señala que en ninguna de ellas se plantea la prostitución como problema ni como denuncia, "jamás se adopta la óptica de que es un sistema injusto para las mujeres, sino como algo natural, que no hace falta conceptualizarlo como problema". Así, durante todo el primer tercio de la historia del cine hasta los años 60, la prostituta que presenta es una víctima de las circunstancias. Estaba sola, era huérfana, se quedó sin marido, no tenía familia, tenía que ganarse la vida, fue víctima de abusos en la niñez, sufrió un desengaño amoroso, no tuvo otra posibilidad para subsistir, etcétera. Además, en la mayor parte de las películas se ve cómo la sociedad se muestra tolerante hacia el ir de putas. Es algo natural, necesario, la iniciación en el sexo para muchos jóvenes, a veces inducidos por sus propios padres o tutores, que acuden al burdel como parte de su educación sexual.

A partir de los años 60, al albur de los movimientos de liberación de la mujer, las películas no contienen ninguna condena moral o ética de las prostitutas. Ya no hace falta justificar su dedicación, sino que incluso se asiste a una reafirmación de la libertad individual. Son mujeres que han optado por esa forma de vida sin tener que avergonzarse por ello. La tercera época nace en los 90, cuando empieza a aparecer el tema de la prostitución relacionado con las mafias y el tráfico de personas con fines sexuales y, en ocasiones, con el tráfico de drogas. También aparecen películas que abordan la prostitución masculina que, aunque parecida, no puede compararse con la larga tradición de la femenina.

"Creo que en la actualidad muchos papeles femeninos en el cine no necesitan ser encarnados por prostitutas, porque ya no existe esa fatal división entre mujeres respetables y deshonestas y todas pueden encontrarse en cualquier escenario, lugar y momento sin que por ello peligre su reputación o buen nombre", opina la profesora Juana Gallego. Entonces, ¿por qué se continúa recurriendo a este personaje? Gallego lo tiene claro. En primer lugar, "se canaliza la violencia contra las mujeres, ya que parece más fácil aceptar cualquier tipo de agresión si quien la recibe es una prostituta. Los malhechores, los rufianes, los villanos, los perversos o los violentos pueden ser sancionados por los crímenes que en la película hayan cometido, pero casi nunca se les pide cuentas por la violencia que hayan cometido contra las prostitutas o ésta se minimiza apelando a que en el fondo "son putas. Se lo han buscado". Por otra parte, la presencia de prostitutas en una película "ayuda a legitimar el discurso respecto a la prostitución como una profesión más al alcance de cualquiera", esuelve.

Ver todos los artículos de Isla Mujeres.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios