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suministro energético

España revive el sueño de una ‘nueva Texas’

Casi medio siglo después de encontrar petróleo en Burgos, vuelve la esperanza de extraer hidrocarburos propios gracias a los proyectos de Canarias y Álava

ANA BARANDIARAN

Domingo, 1 de abril 2012, 23:40

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El sábado 6 de junio de 1964 España vio por primera vez salir petróleo de sus entrañas. Unos 6.000 litros del preciado oro negro se desparramaron por un patatal de Valdeajos de la Lora (Burgos). El yacimiento de Ayoluengo, explotado por Campsa y la norteamericana Chevron, hizo albergar el sueño de un país energéticamente autosuficiente. Una idea que vendió el Régimen con eufóricos reportajes en el NO-DO. El momento coincidía, además, con el nacimiento de las primeras nucleares. Justo un año después, en 1965, se empezó a construir Zorita.

El espejismo duró poco. En unos años se comprobó que se trataba de un pozo muy modesto. Tras su máximo de 4.000 barriles diarios alcanzado en 1969, la producción comenzó a decaer. Encima, el crudo que expulsaba era de tan mala calidad que ni siquiera se podía refinar porque estropeaba los catalizadores.

Al menos ha aguantado el paso del tiempo y, aunque con cuentagotas, sigue escupiendo petróleo. Después de cambiar varias veces de manos, desde 2007 es propiedad de la británica Leni Gas & Oil, que anunció a bombo y platillo su intención de relanzarlo hasta alcanzar los 2.500 barriles por día en 2011. De nuevo, las expectativas se han visto defraudadas. «La media es de 200 barriles día, con picos de 300», reconoce Jesús López, director facultativo de la plataforma, en la que trabajan 23 personas. Lo poco que se extrae se vende al fabricante de vidrio Saint Gobain. Todavía no se lleva a las refinerías. La compañía inglesa, la dueña, ya no hace prospecciones petrolíferas sino de mercado, en busca de socios que pongan 25 millones de euros para modernizar las instalaciones.

Pese a tantas decepciones, España vuelve a soñar con convertirse en una "nueva Texas". En esta ocasión son dos los proyectos que alientan la esperanza. Por un lado, el permiso que ha recibido Repsol del Gobierno de Mariano Rajoy para explorar las aguas de Canarias. La petrolera estima que en esa zona hay yacimientos de los que se podría extraer el 10% del consumo anual de crudo, unos 100.000 barriles diarios. «Esperamos obtener 500 millones de barriles en 20 años, lo que suma 28.000 millones de euros de ahorro en la factura de las importaciones, una vez descontada la compra de bienes y equipos», explica Javier Moro, responsable de Explotación y Producción de Repsol en España. La inversión a lo largo de todas las etapas rondaría los 10.000 millones.

El otro gran plan es el del Ejecutivo vasco, que quiere sacar del subsuelo de Álava gas no convencional mediante una técnica desarrollada en Estados Unidos denominada "fracking", que consiste en romper la roca con agua a presión, arena y compuestos químicos hasta liberar el elemento gaseoso. También en este caso las cifras que se manejan son astronómicas; se calcula que se podría obtener el equivalente a cinco años de consumo nacional, lo que supone un valor de 30.000 millones de euros.

Una revolución

Si esta vez se cumplen las expectativas, sería una revolución. Por primera vez en la historia, España cubriría una parte significativa de sus necesidades de hidrocarburos. Algo sumamente interesante para un país con una dependencia energética de 77%, de las más elevadas de la UE, debido a que importa prácticamente el 100% del petróleo y gas que consume, lo que supone una onerosa factura anual 55.821 millones de euros. Sobre todo teniendo en cuenta que el crudo cotiza cerca de máximos históricos, a 124 dólares el barril de Brent. Si se tiene en cuenta el tipo de cambio con el euro, se trata de un récord.

No obstante, hasta la propia Repsol llama a la prudencia para que no se repita el cuento de la lechera. «Nuestras expectativas se basan en el éxito de una campaña sísmica -una especie de ecografía similar a la que se realiza en los hospitales- llevada a cabo entre el 2002 y el 2004, con la que se detectaron 14 estructuras susceptibles de contener petróleo y gas. Creemos, además, que es de altísima calidad. Pero hace falta perforar el sondeo para comprobar lo que hay. Y para eso hemos pedido permiso al Gobierno», explica Moro. La autorización fue concedida en el Consejo de Ministros del 16 de marzo. El siguiente paso es la elaboración de un estudio de impacto ambiental para cuya aprobación se estima un plazo de dos años. Ahí va a tropezar con la firme oposición de los ecologistas y del propio Ejecutivo canario, que consideran de alto riesgo la prospección en aguas profundas, a más de 3.000 metros de profundidad, y a sólo 60 kilómetros de las costas de Lanzarote y Fuerteventura.

En Euskadi también hay una importante oposición. Se ha formado la plataforma "antifracking", que alerta de la utilización de ingentes cantidades de agua en el proceso -hasta 35 millones de litros (14 piscinas olímpicas)- que se mezcla con compuestos químicos tóxicos sobre los que, según denuncian, no se informa y que pueden contaminar los acuíferos. También advierte de que la mayoría de las veces las expectativas no se cumplen. «El caso más sangrante es de Polonia, donde se estima que sólo hay el 10% de lo anunciado», apunta un portavoz.

El Gobierno vasco, que participa en el proyecto a través de la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi (Shesa), insiste en que se operará a dos kilómetros por debajo del acuífero de Subijana y que «sólo se seguirá adelante en caso de que la exploración confirme la seguridad técnica, económica y también medioambiental del yacimiento». El Ejecutivo autonómico tiene previsto investigar dos pozos de la mano de las firmas norteamericanas Cambria y Heyco con una inversión de 100 millones de euros. No prevé empezar hasta el primer trimestre de 2013 porque ha tenido que volver a tramitar los permisos ministeriales al cambiar el emplazamiento por cuestiones urbanísticas. El consejero de Industria, Bernabé Unda, defendió esta semana en el Parlamento que «sería una irresponsabilidad saber que existe en el subsuelo de Euskadi una riqueza natural y no investigar la posibilidad de extraerlo con plenas garantías».

Al menos, investigar

En muy parecidos términos se expresa Mariano Marzo, catedrático de recursos energéticos de la Universidad de Barcelona y un referente en el sector. «Al menos hay que permitir la exploración para saber lo que hay. Luego ya se debatirá sobre si conviene explotarlo o no. Pero un país con la dependencia energética de España no puede cerrar los ojos a saber de qué recursos dispone con la excusa de que todo implica un riesgo. Porque bien que Canarias necesita el queroseno de los aviones para que los turistas lleguen a sus playas», afirma. Eso sí, también considera que «sería conveniente involucrar a la gente antes de la toma de decisiones para reducir la oposición».

En la actualidad, la producción autóctona de hidrocarburos sólo cubre un 0,16% de las necesidades. O sea, prácticamente nada. En petróleo, los yacimientos de Ayoluengo (Burgos), Casablanca, Boquerón y Rodaballo (los tres frente a Tarragona) produjeron el año pasado 741.572 barriles -ni siquiera lo que se necesita para un solo día- y se consumieron 382 millones, por los que se pagó 28.796 millones de euros.

En gas, las explotaciones de Poseidón, El Ruedo, Las Barreras y El Romeral (las cuatro en Andalucía) aportaron 587 gigavatios hora, una insignificancia frente a los 377.723 consumidos, que costaron 9.700 millones de euros.

No es de extrañar que, ante esta escasez y la escalada del precio del petróleo, haya un enorme interés por encontrar recursos. De hecho, los permisos de investigación concedidos por la Administración para hallar gas y petróleo en España se han incrementado un 60% desde 2009. Los proyectos de Álava y Canarias son los más importantes pero no los únicos. Repsol quiere conectar en breve dos pozos más (Lubina y Montanazo) a la plataforma de Casablanca y tiene permiso para explorar el yacimiento de gas Siroco frente a las costas de Málaga. Pero seguro que este "boom" es observado con enorme escepticismo por los habitantes de Valdeajos de la Lora, que saben bien cómo el gozo puede terminar en un pozo.

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