Leiva se despereza

Leiva es uno de esos tipos apasionados y obsesivos que se alimentan de rock. A la vista está en sus carnes magras que esa dieta no engorda mucho, pero sí le ha ido dejando un aspecto de rockero casi arquetípico, como si estuviese siempre recién salido del fondo de un bar, con su chupa y sus pantalones ceñidos y esas gafas oscuras que conocen poco el sol. Pero el régimen musical que lleva desde la adolescencia, cuando debutó tocando la batería con unos colegas del barrio, no solo ha definido su imagen: también ha modelado sus facultades hasta convertirle en una especie de médium capaz de canalizar el espíritu genuino del rock eterno, el de los 60 y los 70. Ya lo hacía con Pereza, un grupo de hechuras clásicas con un insólito tirón entre adolescentes, y ahora lo redondea en su primer álbum en solitario, 'Diciembre', con lujosos arreglos de viento e inequívoca raíz stoniana. A veces, por esa facilidad para hacer rock en castellano, a uno le da la impresión de que Leiva debe de ser argentino.

Pero no, qué va, Miguel Conejo Torres nació hace 31 años en la Alameda de Osuna, el barrio de Madrid donde le pusieron el apodo por Leivinha, el delantero brasileño del Atlético. Allí fue también donde formó un grupo de versiones de Leño junto a su amigo Rubén, que al final conduciría a Pereza y a un estrellato masivo y un poco sorprendente en estos tiempos de poco rock. Tras una década de éxito, Pereza se han concedido «unas vacaciones de infidelidad consentida», aunque tienen previsto reunirse para unos cuantos conciertos señalados: «No somos siameses -insiste Leiva en las entrevistas-. La gente me ve por la calle y me pregunta dónde está Rubén. No lo sé, tío, no lo sé, somos dos personas diferentes». Eso sí, la actualidad vuelve a juntarles: Rubén editará la semana que viene su primer disco en solitario, del que ya se conoce el sencillo 'Pegatina'.

Leiva, con «querencia por el norte», presenta en Bilbao y Vitoria 'Diciembre', un disco grabado a lo largo de un año entero en el que toca casi todos los instrumentos y se encarga de la producción. Su propósito es dar un paso adelante a partir del sonido del 'Aviones' de Pereza, pero sin rupturas ni experimentos: el cantante y guitarrista, que sigue viviendo en la Alameda de Osuna, se hace acompañar en los conciertos por la propia banda de Pereza, los amigos del barrio a los que ha rebautizado como la 'Leiband'.