Fallece Maria Schneider, la actriz maldita de 'El último tango en París'
La intérprete francesa, de 58 años, se convirtió en 'sex symbol' a su pesar
OSKAR L. BELATEGUI
Jueves, 3 de febrero 2011, 22:18
Maria Schneider tenía 19 años cuando Bernardo Bertolucci la encerró en un piso de París junto a Marlon Brando. Los protagonistas de El último tango en París (1972) dejaban su identidad en la puerta. Ni siquiera sabía uno el nombre del otro. Un viudo desesperado y una hipnotizada veinteañera se entregaban sin condiciones en un filme desgarrado y desolador, que su director todavía considera "la película más romántica que conozco".
Aquella obra maestra forma parte de la memoria colectiva del tardofranquismo: sus escenas de sexo obligaban a ir en procesión a San Juan de Luz y Perpiñán. El morbo de la celebérrima secuencia de la mantequilla eclipsaba la hondura de este viaje sin retorno de dos amantes. Schneider se convirtió en sex symbol a su pesar. Y la potencia del filme la condenó a figurar para siempre como la sensual compañera de juegos eróticos de Brando. Hoy ha muerto en su París natal a los 58 años.
"Estoy harta de que me pregunten sobre El último tango en París", confesaba a EL CORREO en el Festival de Las Palmas de 2004. "He hecho 50 películas y no creo que el público me identifique con ese personaje. Esa película me introdujo en la historia del cine. Es un clásico de Bertolucci, nada más. Creo que ha envejecido mal y que su director no cumplió las premisas que planteaba. Liberation acaba de elegir las diez cintas más importantes de su historia, y sigo sin comprender por qué la incluye".
Marie Christine Gélin reposará desde mañana en el cementerio parisino de los artistas, PereLachaise, tras "una larga enfermedad" que su familia no ha precisado. Hija del actor Daniel Gelin (que no la reconoció hasta que fue mayor de edad) y de una librera rumana, Schneider siempre recordó su trabajo con Bertolucci como una experiencia incómoda que la dejó secuelas emocionales. Como tantas estrellas fugaces de una sola película, estaba condenada a volver a ella una y otra vez.
Drogas y problemas psicológicos
Debutó en los escenarios con 15 años sin haber recibido una clase interpretación. Dos años más tarde, obtuvo su primer papel protagonista en el cine, a las órdenes de Terence Young en El árbol de navidad. Antes de enfrentarse a Marlon Brando ya había bregado con estrellas como Alain Delon. La conmoción mundial que provocó el filme de Bertolucci la puso en el punto de mira de cineastas-autores, aunque casi siempre en papeles con fuerte carga sexual.
Schneider rechazó hacer de María en el Jesús de Nazaret de Franco Zeffirelli y acabó ingresada en un sanatorio mental tras abandonar el plató de Calígula, de Tinto Brass. Su cinta favorita, la mejor tras El último tango, era El reportero, de Michelangelo Antonioni, junto a Jack Nicholson. "Antonioni es el gran director de mi carrera artística. Aunque tiene 90 años todavía somos amigos", contaba la actriz en Las Palmas.
En los 80 su pista se pierde. Schneider trabaja en Francia e Italia con directores de prestigio como Jacques Rivette y Luigi Comencini. Logra el César a la mejor actriz de reparto por Memorias de una puta francesa (1980) y en los 90 se asoma en Las noches salvajes, de Cyril Collard, y Jane Eyre, de Franco Zeffirelli. Bertrand Blier le da la oportunidad de interpretarse a sí misma, una actriz maldita, en Los actores. Su última aparición en el cine se produce hace dos años, en Cliente, de Josiane Balasko.
La Legión de Honor en junio del año pasado culminaba una carrera errática trufada de drogas, problemas psicológicos y retornos decepcionantes. La luz anaranjada de aquel piso parisino y el saxo de Gato Barbieri la persiguieron hasta sus últimos días: "Bertolucci nos obligó a improvisar rememorando escenas de nuestra infancia. Aquello se reveló más impúdico que la desnudez".