«Necesitamos que Bilbao se acuerde de nosotros»

En las asociaciones vecinales del Distrito 7, muy prolífico en este sentido, hay personas como Satur Aransay, octogenario de la plataforma Pro-metro con décadas de batallas ciudadanas a sus espaldas, e Iñigo Larrondo, treintañero y debutante en estas lides, cuya asociación, Errekaldeberriz, surgió hace un año. Todo un abismo generacional que no impide que estén de acuerdo en que hace falta «más participación ciudadana». «El Ayuntamiento es un búnker», resume Larrondo. A su lado, el veterano asiente, como diciendo 'a mí me lo vas a contar'.

Esta es la principal reivindicación de la agrupación vecinal más joven del distrito, que apuesta por hacer del futuro centro cívico de la calle Tolosa un lugar «para los vecinos, más dinámico». También agradece irónicamente al Consistorio «su apoyo a las fiestas del barrio». «Nos dieron 1.000 euros. Si no llega a ser por los bares y comercios...», recuerda Larrondo. Sus dardos van a todas las instituciones, porque, además del aspecto festivo, también les preocupan los «desastres» que, a su juicio, está sufriendo el Pagasarri con la 'Supersur'. Ahí va uno para la Diputación.

Sus compañeros de otras asociaciones se centran en otros problemas, como el transporte. La polémica sobre la decisión del Gobierno vasco de no llevar el tranvía a Rekalde por la céntrica calle Gordoniz -ahora se prevé su paso por Autonomía- ha caldeado el ambiente entre los vecinos. «Nunca se puede decir 'no' a un transporte», afirma Pedro Castañares, de la asociación El Peñascal. Saltan chispas. «Lo que importa es que la Línea 4 del metro va a entrar en Rekalde, porque la idea cuando se apostaba por el tranvía era que lo del metro se muriese», zanjan Satur y Rafa Renovales, de la Plataforma Pro-metro.

Un poco de cultura

Al margen del tranvía, los miembros de las asociaciones se sobreponen a sus diferencias para manifestar las necesidades del distrito. Responsabilidad ante todo. «¿El futuro? Con el soterramiento y el metro, la cosa va a cambiar mucho, pero haría falta algún equipamiento cultural, como un auditorio polivalente. Necesitamos que Bilbao se acuerde de nosotros, de Rekalde», ofrece Satur.

«Y en El Peñascal tenemos un grave problema de infravivienda. Después de las inundaciones, donde nosotros hicimos de tapón, tenían que haber tirado más casas, mal hechas durante el 'boom' de la inmigración -lamenta-. Además, allí se ha metido mucha gente indeseable. A ver si toman cartas en el asunto, porque también hay casas ilegales que se caen, sin saneamiento ni contador de agua».

El aparcamiento, como al resto del distrito, también les trae de cabeza . «Los vecinos quieren OTA porque los trabajadores de la zona ocupan el vecindario», indica. También señalan que sólo disponen de un medio de transporte: el bilbobus con el recorrido más largo de Bilbao (una hora, hasta Mina del Morro), «que muchas veces no para porque va lleno». Quizá este déficit explique su apego al tranvía.