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J. M. REVIRIEGO
Viernes, 8 de mayo 2009, 11:19
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El público que aguardaba a las puertas de la Casa de Juntas de Gernika hizo de termómetro. En función del invitado, aplaudían más o menos. Silbaban más o menos. O, simplemente, seguían con expectación el pasacalles porque tampoco es que fuera una tribuna especialmente ...
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