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Jabyer Fernández contempla una maqueta que muestra la construcción de viviendas por módulos. / FERNANDO GÓMEZ
Auge y declive de un hombre hecho a sí mismo
VIZCAYA

Auge y declive de un hombre hecho a sí mismo

Partiendo de la «pobreza», Jabyer Fernández creó un gigante que ahora se tambalea golpeado por la crisis, las denuncias de sus socios y los desencuentros con la Diputación

DAVID S. OLABARRI

Domingo, 3 de mayo 2009, 04:55

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No hay muchas historias como la de Jabyer Fernández. Criado en el seno de una familia «pobre» de Santurtzi, este constructor se convirtió hace pocos años en el centro de todas las miradas al crear un gigante empresarial de 3.000 empleados y 300 millones en ventas partiendo de la nada. Elogiado y arropado por las más altas instancias políticas de Euskadi, el suyo -decían- era el ejemplo perfecto del emprendedor hecho a sí mismo. Pero llegaron la crisis, el declive del ladrillo y las estrecheces financieras. Y, en este contexto, el presidente del grupo Afer ha vuelto esta semana al primer plano de la actualidad, aunque por motivos bien distintos: la fulminante decisión de la Diputación de rescindir los contratos firmados con la compañía en cuatro obras que llevan meses paralizadas -entre ellas el frontón de Miribilla- y la denuncia que han presentado contra él siete de sus ex socios -entre los que figura Fernando García Macua, actual presidente del Athletic y, hasta ahora, uno de sus más estrechos colaboradores- por el supuesto desvío de unos 60 millones de euros, 43 de ellos correspondientes al IVA generado en la venta de los terrenos de Lutxana, una operación que le permitió a principios de año salvar la suspensión de pagos de la promotora iurbenor.

Su crónica comienza hace 45 años. Los que le conocen dicen que es complicado alcanzar a entender a Fernández -un hombre «inconformista, obstinado y contestatario» que cambió las letras de su nombre para diferenciarse del resto de 'javieres'- sin tener en cuenta sus orígenes en el barrio de Mamariga. Su padre trabajaba en una fábrica y su madre tenía un pequeño bar. Él era un chico rebelde y mal estudiante, uno de esos chavales que -como él mismo ha dicho en alguna ocasión- se pasaban el día «haciendo el tonto en la calle» con sus amigos. Los recursos en casa eran «escasos». Pero la situación se agravó de forma preocupante cuando, en plena crisis de los ochenta, despidieron al cabeza de familia.

Fue entonces cuando se produjo uno de los momentos determinantes de su vida. Acuciado por las necesidades económicas, decidió abandonar los estudios de maestría -tampoco había terminado la Enseñanza General Básica- para empezar a trabajar. Acompañado por su padre y un tío, consiguió un empleo temporal de peón de ferralla en el Puerto de Bilbao, donde empezó su andadura en el mundo de la construcción.

Después de un tiempo buscando trabajo de obra en obra, se propuso montar una empresa. Empezó a aprender y no tardó en montar su propia compañía de ferrallistas para llevar a cabos proyectos por toda España. Ese fue el principio del grupo, que pronto empezó a crecer. Fernández contó en sus inicios con el respaldo de importantes familias empresariales. Pero siempre ha recalcado que una de las claves del tamaño que ha adquirido su constructora es, además de su «enorme» capacidad de trabajo, la constante reinversión que ha hecho de los beneficios.

Macua y el Athletic

En un contexto de crecimiento económico, particularmente agudizado en el sector de la construcción, Fernández y su grupo de empresas empezaron a adquirir relevancia social. En este sentido destacan sus relaciones con el fútbol, aunque también ha patrocinado al Bilbao Basket. Su vinculación con el Athletic empezó con un breve paso por la vicepresidencia con Ignacio Ugartetxe, avalando a la entidad con un millón de euros. Un año después, de la mano de García Macua, que no tardó en ser designado en puestos ejecutivos en Afer, impulsó la candidatura de Juan Pedro Guzmán frente a Fernando Lamikiz, que acabó ganando las elecciones. Cuando el mandato del abogado de Busturia comenzó a flaquear, Fernández ayudó a relanzar las opciones de Macua de alcanzar el sillón de Ibaigane. Lo hizo desde un segundo plano, pero de forma decidida. De hecho, en la actualidad es uno de los avalistas de la junta directiva.

Su principal iniciativa, sin embargo, llegó a finales de 2006 con la presentación de la planta de casas modulares. Entonces, arropado por el diputado general y por la consejera de Industria del Gobierno vasco, lanzó un proyecto con el que aspiraba a revolucionar el sector de la construcción. La fábrica de Habidite se ha estancado en plena crisis después de que la Diputación -encargada de proporcionar los terrenos- tampoco haya cumplido con su parte del acuerdo, lo que ha abierto un conflicto entre las partes.

En los últimos tiempos, además, Fernández se ha visto muy debilitado a nivel empresarial por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Y, después de la denuncia de sus ex socios y de la paralización de varios proyectos, no ha dudado en arremeter con dureza contra José Luis Bilbao, al que ha lanzado graves acusaciones de instigar una campaña de «acoso y derribo» contra su persona.

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