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J. M. C.
Domingo, 5 de abril 2009, 05:00
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Acontecimientos como una Final a Ocho no pasan desapercibidas a los ojos de la Meca del baloncesto. La NBA hizo desembarcar a representantes de diez franquicias en el Palaisozaki, pabellón que albergó los partidos de la Eurocup. Algunos llegados para la ocasión. Otros, como asesores y delegados en Europa de los distintos clubes de la mejor liga del mundo. Atlanta, Golden State, Memphis, Nueva York, Oklahoma, Orlando, Portland, Sacramento, San Antonio y Toronto recibieron información de primera mano de lo vivido en Italia.
La sombra estadounidense también alcanzó al parqué. La mayor representatividad se la llevó la pléyade de estrellas que mal cohabitan en el vestuario que ahora trata de estabilizar Sergio Scariolo. Mucho gallo de pelea, excesivos contratos millonarios, demasiado protagonismo para ser repartido. Hace un puñado de meses, Garbajosa cerraba su relación con Toronto y Carlos Delfino le seguía los pasos cambiando de lugar su repertorio de cadenciosos tangos. Antes abrió el camino Milt Palacio, con casi 500 partidos NBA a sus espaldas entre Vancouver, Boston, Phoenix, Cleveland, Toronto y Utah.
Y el iurbentia en medio de tal marabunta. Lo mejor de todo es que va a seguir creciendo. Seguro.
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