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Un agente vigilará cada dieciséis metros de calle en Juan de Garay. / LUIS CALABOR
Guerra en Barakaldo al «descontrol» en la zona de marcha
VIZCAYA

Guerra en Barakaldo al «descontrol» en la zona de marcha

El Ayuntamiento situará «un policía cada 16 metros» de calle en Juan de Garay e impulsará cacheos preventivos y videovigilancia para «recuperar la seguridad»

UNAI MORÁN

Miércoles, 4 de febrero 2009, 08:39

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«No me importa la hostelería en este caso. Me preocupan más la inseguridad que sienten los ciudadanos y el hecho de que muchos comercios se vean forzados a echar el cierre los sábados por la tarde. No vamos a permitir que las comunidades de vecinos se encuentren una y otra vez en su portal con vómitos o cristales rotos». Fue el duro aviso con el que el alcalde de Barakaldo, Tontxu Rodríguez, anunció ayer el inicio de la más cruenta lucha municipal contra el alboroto y las reyertas que invaden cada fin de semana la calle Juan de Garay, referente de la diversión adolescente y juvenil en Vizcaya.

El «repugnante» apuñalamiento de un joven el domingo de madrugada fue, según el regidor socialista, «la gota que colmó el vaso de la moderación». Y «quienes no llegan a Barakaldo para divertirse con respeto a las normas lo van a pagar». Cámaras de vigilancia, cerco policial, cacheos y detectores de metal son algunas de las contundentes medidas que el Consistorio baraja para atajar el «descontrol» que impera, sobre todo los sábados, en la zona de marcha. «No vamos a permitir que un hecho aislado se convierta en habitual», advirtió Rodríguez.

Todo está preparado. El aviso tomará forma este mismo fin de semana con el despliegue de un dispositivo especial de la Policía local en la zona. De viernes a domingo, 22 agentes velarán por la seguridad en Juan de Garay. «Habrá un efectivo cada dieciséis metros de calle». Varios vestirán uniforme y otros irán de paisano para sorprender a los alborotadores. «Algunos se colocarán incluso a la salida del metro y mandarán de vuelta a los que lleguen con ganas de montar bronca», prometió el máximo edil, quien alegó que «nadie que sale de fiesta lleva encima una navaja».

El Ayuntamiento solicitará también la colaboración de la Ertzaintza para reforzar la vigilancia y realizar cacheos preventivos que permitan requisar «objetos punzantes y armas blancas». El mero hecho de portarlas será ya objeto de sanción. Además, el Consistorio ha solicitado un informe jurídico para determinar la legalidad de instalar cámaras de vigilancia en la vía pública, bajo el auspicio de la Policía local, con el objetivo de disuadir a los malhechores. «Quien no hace nada malo tampoco tiene nada que ocultar», justificó Rodríguez.

Imagen irreal

Pero ninguna medida servirá de receta infalible contra el descontrol, a juicio municipal, sin la implicación de los propios hosteleros. Por este motivo, el alcalde solicitó ayer la colaboración de los propietarios de los bares de copas, con quienes se reunirá hoy la concejal de Seguridad Ciudadana, Olga Santamaría. El Ayuntamiento pretende elaborar con su ayuda un censo de individuos violentos para que la guardia urbana impida su presencia en la zona. Además, propondrá la colocación de detectores de metal a la entrada de los establecimientos para impedir el acceso de quienes porten navajas.

Con el espectacular despliegue, y aun a costa de ofrecer una violenta imagen que «en poco se corresponde» con la tranquila realidad local, el equipo de gobierno pretende recuperar el dominio de una céntrica arteria que se le había escapado de las manos con la masiva presencia juvenil, tras años de abandono. Rodríguez reconoció ayer el «descontrol» de la zona y la «inseguridad» de sus residentes, aunque aclaró que no por ello se puede identificar a Barakaldo como una localidad conflictiva. «Los datos estadísticos de nuestra Policía y la Ertzaintza demuestran que no es así», zanjó.

Con estas medidas, el Ayuntamiento intensificará el trabajo que ya realizó en 2008, cuando reforzó el control sobre el horario de cierre de bares y discotecas, vigiló la proliferación de peleas a su salida y realizó análisis preventivos de alcohol al final de la calle Juan de Garay. «Parece que no ha sido suficiente y vamos a ir más allá», ratificó el alcalde. Aviso a navegantes: «Quienes vengan a provocar se tendrán que largar y los bares que no cumplan las normas tendrán que cerrar».

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