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MIGUEL A. ROJO
Miércoles, 4 de febrero 2009, 03:57
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El Colegio de Arquitectos de La Rioja (COAR) inauguró ayer una exposición contundente sobre la obra de Charles Éduard Jenneret-Gris, (1887-1965), conocido por el común como Le Corbusier, sin discusión el arquitecto más influyente y creativo del convulso siglo XX.
Utópico, genio, revolucionario del arte, adelantado a su tiempo, artista poliédrico, maestro de la perfección en el detalle, agitador de la conciencia social. Se amontonan las opiniones a la hora de subrayar el talento de Le Corbusier. Surge la duda sobre si su prolífica obra estaría hoy trasnochada.
«Las grandes ideas han sido muy trabajadas por gentes con cabezas excepcionales. Siempre pueden existir aristas que puedan dañar. Pero el concepto que hay detrás siempre puede ser reelaborado. Estamos viviendo con ideas antiguas», reflexiona el arquitecto Jesús Ángel Prieto, comisario de la muestra.
Algunos de sus detractores le tildaron de visionario y ególatra. «Ésa era su parte peligrosa. En un artista cómo él, es casi inevitable que no se escuche a sí mismo en voz alta», agrega Prieto. Y añade: « Los grandes personajes generan emoción, luego anticuerpos y, después, depende de los vaivenes de las modas, entre las cuales no me incluyo. Los arrinconamos un poco, pero si volvemos a hacer una mirada atenta y no urgente, nos damos cuentan de que hay ideas muy brillantes reelaborables».
Mobiliario
El comisario de la exposición del COAR no duda en elegir una obra del aclamado arquitecto. «No juego a la lotería pero, si me tocase, como asturiano que soy, me compraría un 'prao' y me construiría una 'Ville Saboye' clavada. Roza la perfección».
Aconsejable es detenerse en sus pequeñas arquitecturas de mobiliario, deliciosas rarezas insultantemente actuales. Ideas como que el color tiene propiedades de choque sensorial que precede ópticamente a la forma, es una de las reflexiones de un arquitecto que hace más de medio siglo observó las bondades de la energía solar en la arquitectura.
Capillas, barrios mastodónticos, villas, pabellones, fábricas, museos, piscinas, estadios deportivos, galerías de arte llevan su rúbrica. Le Corbusier fue un infatigable creador que hizo permanente acopio de ideas que bullían sin descanso en su cabeza. Recibió su primer encargo en veinte años, una precocidad sorprendente.
Su gloriosa popularidad fue más allá de sus compañeros de viaje profesional. Al maestro se le sigue estudiando con fervor.
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