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VIZCAYA

El dedo de Galileo

MIGUEL GONZÁLEZ SAN MARTÍN

Lunes, 19 de enero 2009, 03:18

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C uando un científico señala el cielo con el dedo, siempre hay uno de letras que mira el dedo. Tienen más prestigio las ciencias, pero se les da más cancha a las letras. Los de ciencias leen bastante, y a veces tocan el violín. Los de letras presumen de su ignorancia científica, de que se arman un lío con las cuentas. Se hacen los espirituales. Los de ciencias suelen ser menos presumidos, porque saben que nos da igual ocho que ochenta (a lo peor presumen entre ellos). Todo eso es bastante reciente. Los científicos antiguos eran de ciencias y de letras, físicos y filósofos. Sentían curiosidad por la esencia de las cosas. Después se fueron especializando. Ahora, uno puede saber mucho de alguna cosa, muchos pueden saber un poco de varias cosas, pero nadie puede saber mucho de todas las cosas. Es distinta la tarea de Einstein que la de Newton, mientras sigue siendo similar la de Kafka a la de Cervantes. Ahora bien, es igual de difícil ser Newton o Einstein que ser Cervantes o Kafka.

Alhóndiga Bilbao ha emprendido una encomiable cruzada de divulgación científica. El pretexto, en esta ocasión, es el centenario del telescopio de Galileo. Ahora mismo hay en el mercado un magnífico libro de divulgación, 'El dedo de Galileo'. 'Across the universe' tuvo lugar durante una semana en una carpa de la Plaza Indautxu. En 'Cien años de soledad', los gitanos plantaban su carpa en Macondo y en ella daban a conocer los nuevos inventos. Los bilbaínos atendieron a conferencias divulgativas dictadas por ponentes de prestigio, dieron un paseo por el cielo de Bilbao, aprendieron a fabricar relojes de sol, contemplaron, si no el imán de Melquíades, un meteorito argentino. Ayer degustaron comida de astronauta, gel de espinacas, lentejas hidropónicas, piña liofilizada en mousse y otros dudosos ranchos tipo self service, servidos en recipientes de abrefácil para que no se pusieran perdidas las escafandras. Los de ciencias creen en el fondo que ser de letras es ponerse algo blanditos. «Nuestros átomos -dijo el guía, un joven investigador- vienen de las estrellas. Somos polvo de estrellas». Fue una variante menos truculenta de la jaculatoria del miércoles de ceniza, «Polvo eres». No se atrevió a rematar con Quevedo: «Mas polvo enamorado».

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