Discurso

Dada la poca chicha que nuestros canales han puesto en esta Navidad, uno está tentado de centrar la crítica en el discurso de Nochebuena del Rey. Y en el fondo, ¿por qué no? Los discursos navideños de los jefes de Estado son un clásico de la televisión en Europa. Además, desde el punto de vista estrictamente televisivo no dejan de ser interesantes. En las facultades de Comunicación (al menos, en las buenas) se estudia con cierta intensidad la puesta en escena de este tipo de mensajes por lo que tiene de ejemplo práctico de comunicación, sobre todo en lo no verbal, que es una de las claves fundamentales de la tele. Así, era posible ver en la puesta en escena del discurso del Rey tres o cuatro detalles cargados de significado; son detalles que uno no percibe conscientemente a la primera, pero que se quedan en la cabeza y orientan la comunicación sin que el espectador se dé cuenta.

Por ejemplo, no es casual que el vestuario elegido para la ocasión oscilara entre el ceniza y el malva, tonos oscuros y poco festivos, dato que hay que relacionar con un contexto general de crisis. Otro ejemplo: el Rey habla junto al Belén, en un escenario que alude de manera implícita al carácter tradicional de la Corona. ¿Más? El tapiz de fondo, que es un elemento de atrezzo que el espectador vincula mecánicamente con escenarios de poder y que, por así decirlo, marca una distancia institucional. El realizador juega con esos elementos, los combina en planos sucesivos y así va enviando al espectador una serie de mensajes que contextualizan el discurso y le dan un tono determinado.