Borrar
VIZCAYA

Peces caídos

PABLO MARTÍNEZ ZARRACINA

Viernes, 19 de diciembre 2008, 03:36

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

L a huelga navideña de los trabajadores del sector del pescado en Mercabilbao afecta a varios colectivos. Por un lado están los propios trabajadores que, a través del sindicato ELA, reivindican una subida salarial y la firma del convenio colectivo. Por otro, tenemos a mayoristas y minoristas, dos colectivos que en estas fechas obtienen buena parte de sus ganancias anuales. Tampoco debemos olvidar a los consumidores, gente tradicional acostumbrada a comer pescado en Nochebuena.

El último grupo implicado es el más abundante y está formado por el ejército de merluzas, ostras, besugos y langostinos que ya se habían hecho a la idea de acabar de cuerpo presente en alguna animada mesa familiar, entre los fritos y el turrón. Haciendo una primera valoración, concluimos que los trabajadores están furiosos, los vendedores de pescado aterrorizados y los consumidores molestos. Por su parte, peces y mariscos no hacen declaraciones a la prensa.

Si el paro de los trabajadores de Mercabilbao sigue adelante, el cataclismo puede ser memorable. Mientras los mayoristas y minoristas pierden mucho dinero, la gente de a pie igual termina perdiendo la paciencia, hartos de ser siempre ellos los conejillos de indias en el laboratorio de los conflictos laborales. Cansa un poco, en fin, ser siempre los sufridos rehenes del secuestro. Eso, y que en Navidad las cigalas son un asunto muy serio.

Las huelgas tienen en común con el póker que siempre hay dinero sobre la mesa y que el jugador que mejor planifica y aguanta los envites es el que suele llevárselo a casa. Esperemos que los trabajadores y los empresarios del sector puedan llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes antes de que sea demasiado tarde y se nos pasen las Navidades. Va a ser un poco raro que en Nochevieja, en lugar de gambas, nos pongan pinchos morunos como entrante. Ahora que lo pienso hay un quinto colectivo implicado en todo este follón. Son los carniceros, que afilan sus cuchillos, engrasan sus cajas registradoras y apenas pueden contener las ganas de saltar. Están más contentos que James Stewart al final de '¡Qué bello es vivir!'.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios