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La consejera del Gobierno vasco Miren Azkarate visita con Eliseo Gil el yacimiento alavés. / IGOR AIZPURU
Estalla el escándalo de Iruña Veleia por la falsedad de los hallazgos
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Estalla el escándalo de Iruña Veleia por la falsedad de los hallazgos

Los investigadores niegan la autenticidad del calvario y de las palabras en euskera y latín escritas en cerámicas de los siglos III, IV y V La Diputación revoca el permiso de excavación del yacimiento alavés a la empresa de Eliseo Gil

M. J. CARRERO

Jueves, 20 de noviembre 2008, 08:46

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Demoledor. Así es el informe elaborado por una comisión de expertos sobre los hallazgos de Iruña-Veleia. Álava no tiene la representación del calvario más antigua del mundo, ni es la 'cuna' del euskera, como sostenían los arqueólogos que excavan este yacimiento, situado a unos diez kilómetros de Vitoria. Se trata de una simple y burda mentira. Diecisiete años después del fraude de las pinturas rupestres de Zubialde, la arqueología alavesa se enfrenta a un nuevo escándalo.

El informe elaborado por un equipo científico multidisciplinar no deja resquicio a la duda. Los conjuntos epigráficos con representaciones de la crucifixión y las palabras más antiguas de la lengua vasca son «falsos». Con esta contundencia se expresaron ayer en las Juntas Generales de Álava cinco de los veintiséis estudiosos del equipo de investigación promovido por la Diputación, propietaria del yacimiento. El objetivo de esta comisión ha sido determinar, de una vez por todas, si los dibujos y textos existentes en cerámicas, piedras y huesos de los siglos III, IV y V habían sido grabados en esta misma época.

Pues bien, los hallazgos anunciados a bombo y platillo por el equipo de arqueólogos del yacimiento, a cuyo frente está Eliseo Gil, no son auténticos. El primero en decirlo ayer fue el profesor de Arqueología de la Universidad del País Vasco Julio Núñez, quien para elaborar su informe ha contado con el respaldo de colegas de la UPV y de prestigiosas universidades europeas. Este experto criticó abiertamente el procedimiento de excavación. «No validamos su fiabilidad», dijo a modo de introducción. Después, enhebró una serie de explicaciones que echan por tierra la autenticidad de las epigrafías, «tanto de los elementos cristianos como del resto».

Así, explicó que la representación del martirio de Cristo en la cruz «no es compatible» con el siglo III porque los primeros crucifijos aparecieron en la segunda mitad de la quinta centuria. También se refirió a «la extraña representación de la última cena» y no tuvo problema alguno en calificar de «infantiles» algunos de los «dibujos de época contemporánea» que aparecen en las cerámicas romanas.

El profesor de Arqueología concluyó su intervención con otros ejemplos llamativos. Es el caso de representaciones de mujeres «con ropajes impropios de la época», de la existencia de «una sirena», un personaje mitológico del que no se habla hasta la Edad Media, o de la coexistencia «ilógica» de escenas eróticas en medio de representaciones de temática cristiana.

Errores en la escritura

Juan Santos Yanguas protagonizó la segunda intervención y, sin duda, la más esperada. ¿El motivo? En noviembre de 2006, cuando surgieron las primeras sospechas de fraude, este catedrático de Historia Antigua de la UPV respaldó con su firma las tesis de Eliseo Gil en un comunicado en el que se calificó de «irresponsables» a los catedráticos Joaquín Gorrochategui, Joseba Lakarra y Juan José Larrea por haber remitido a EL CORREO dos artículos en los que exponían las «perplejidades» que provocaban las colecciones epigráficas.

Yanguas expuso ayer «los errores e incoherencias gramaticales» de los grafitos. Se refirió, asimismo, a la existencia de signos inexistentes en latín como «puntos, flechas y comas», así como a la «escritura minúscula moderna» desconocida en época romana y, lo que es el colmo, la referencia al filósofo francés Descartes, del siglo XVII, en la misma cerámica en la que aparece Sócrates, nacido en el siglo IV antes de Cristo, o el poeta Virgilio. A juicio del experto en epigrafía, los textos, realizados por «dos o tres manos, no son antiguos».

El catedrático de Química Analítica Juan Manuel Madariaga tampoco tiene dudas al respecto. En su explicación sobre el análisis de los materiales, detalló que se han encontrado con «pegamento instantáneo» para unir dos piezas.

Por último, los filólogos Gorrochategui y Lakarra reiteraron sus ya conocidas tesis sobre las «rarezas» de unos conjuntos de textos «sin parangón». Y es que aparecen «jeroglíficos que no lo son» o términos como 'Nefertiti' y 'Nefertari', cuando los nombres de estas dos reinas egipcios son convenciones del siglo XX. «Estamos ante una manipulación», zanjó Gorrochategui.

Lakarra, por su parte, puso ejemplos de palabras aparecidas en los grafitos «inverosímiles e imposibles» que no se han conocido en el vascuence hasta el siglo XV.

A la vista de estas conclusiones, la titular foral de Cultura, Lorena López de Lacalle (EA), anunció su firme decisión de que la Diputación «tome las riendas» del yacimiento. Para ello, revocará la licencia de excavación a la empresa Lurmen S.L., a cuyo frente está Eliseo Gil, y pondrá los hechos en conocimiento del Ministerio Fiscal si los juristas forales entienden que existen indicios de delito.

López de Lacalle tomó la determinación de encargar un informe científico nada más acceder al cargo. Lo hizo para poner fin a un debate que, desde noviembre de 2006, se venía produciendo en ambientes universitarios, en los medios de comunicación y en Internet. Y es que los foros de discusión habilitados en la red sobre esta materia han registrado más de 200.000 entradas.

La polémica, sin embargo, no hizo mella en los principales partidos políticos de la provincia -PP, PSE y PNV-, que siguieron brindando su decidido apoyo al equipo de arqueólogos de Eliseo Gil, que excava el yacimiento desde 2001.

Ayer, los representantes de todos los grupos dijeron sentirse «desolados, tristes y hundidos» al escuchar a los expertos. Algunos anunciaron su intención de «pedir responsabilidades», aunque el representante de Aralar apuntó que «hay para todos».

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