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Las obras están aún en la fase de cimentación. / M. ATRIO
El coste del Pabellón de Deportes se dispara 12,4 millones
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El coste del Pabellón de Deportes se dispara 12,4 millones

Los informes encargados no detectaron graves fallos de cimentación ni la aparición de residuos peligrosos El Ayuntamiento y la Diputación reconocen que su proyecto verá la luz con un retraso de 10 meses

JOSU GARCÍA

Jueves, 6 de noviembre 2008, 10:04

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12,4 millones de euros. Más de 2.000 millones de las antiguas pesetas. Éste será el sobrecoste que tendrá el Palacio de Deportes de Bilbao. El proyecto, como ya adelantó ayer EL CORREO, se ha retrasado y encarecido sobremanera respecto a los planes iniciales. Ayer, los responsables forales y municipales comparecieron públicamente para dar el dato preciso de hasta qué punto se ha disparado el presupuesto. El complejo costará a los vizcaínos un 35% más de lo estipulado y su finalización se demorará 10 meses más de lo previsto. El motivo aducido por la Diputación y el Ayuntamiento: problemas de cimentación y la necesidad de llevar a cabo una extracción selectiva de las tierras por la aparición de residuos peligrosos, como el pesticida lindane.

Todo ello significa que el complejo deportivo no costará los 35 millones de euros presupuestados inicialmente, sino 42. Y las obras no terminarán en febrero de 2009, sino a finales del mes de diciembre del año que viene. La dispersión del presupuesto será asumida a partes iguales por los dos socios en la iniciativa: el Consistorio y la institución foral.

Ayer, siete meses después de que el PSE pidiera explicaciones sobre la marcha del plan, los responsables del Ayuntamiento y de la Diputación comparecieron de forma simultánea en sus respectivos foros para romper el mutismo oficial que ha rodeado a la obra. Los encargados de poner luz sobre lo sucedido fueron los concejales de Deportes, Jon Sustatxa, y el de Obras y Servicios, José Luis Sabas, en el Consistorio; y la diputada de Cultura, Josune Aristondo, en el Legislativo foral.

«Tenemos un problema». Fue la primera frase que espetó la ex secretaria del PNV en Vizcaya. Tras dar cuenta del retraso y el sobrecoste, Ariztondo fue desgranando los escollos con los que se ha topado el proyecto. «Ninguno de los estudios geológicos y geotécnicos previos que exige la legislación revelaron los obstáculos existentes», se justificó. Tal y como explicó, la empresa Eptisa-Cinsa entregó en julio de 2006 ambos informes a Kirolgintza -la empresa foral encargada de materializar la iniciativa- y, en septiembre de ese mismo año, remitió la investigación preliminar de los suelos.

Por una parte, los análisis determinaron que la mayoría de los terrenos eran inertes, sin ningún peligro, y sólo constataron algunos puntos afectados por hidrocarburos, una sustancia de poco riesgo. De modo que todos los terrenos extraídos hubieran podido depositarse en Vizcaya. Los residuos inertes irían al Puerto, y los de escasa peligrosidad a las plantas de tratamiento que Cespa gestiona en Zalla y Larrabetzu. Sin embargo, tras la adjudicación del proyecto a Idom, en septiembre de 2006, comenzó la excavación selectiva de los terrenos y, ya en 2007, 4 catas revelan la presencia de lindane a una profundidad de entre 10 y 15 metros.

Según los responsables forales, el nocivo y peligroso pesticida «estaba en sacos, no esparcido, lo que impide que se hayan extendido las sustancias contaminantes». No obstante, se ha encargado un estudio para conocer si el residuo tóxico se ha podido derivar a otro puntos de la villa. Este informe no estará listo hasta el mes que viene.

El «grave imprevisto» supuso el transporte de los terrenos afectados por lindane a un vertedero en Cartagena, lo que implicó un importante incremento del coste. En total, el sobreprecio por este concepto asciende a 1,6 millones de euros (IVA incluido).

Nuevo error

Éste fue el primer escollo, pero no el más grave, ni el más caro. En diciembre de 2007, arrancaron las catas de terreno para verificar que la profundidad de la roca que indicaban los estudios previos era la correcta. Nuevo error. Se detectaron masas de hormigón a 14 metros de profundidad, «a la vista de lo cual, se realizaron más catas», relató la diputada. Los nuevos análisis confirmaron que estructuras de gran tamaño, de hormigón y roca, se habían confundido con roca 'sana' sobre la que poder asentar los cimientos del Palacio de Deportes.

«Los estudios geotécnicos no detectaron presencia alguna de hormigón y aconsejaron una cimentación con pilotes y zapatas», explicó Ariztondo. Ambos métodos se revelaron inviables en enero de este año, cuando un nuevo sondeo de los terrenos mostró «una situación completamente excepcional aún para una antigua mina de hierro», agregó. La explotación minera convirtió los suelos de Miribilla en una mezcla de rellenos, arcilla, grava y hormigón, y las zonas rocosas que se mantienen 'sanas' tienen una profundidad extremadamente variable. «Un sondeo de roca detecta una profundidad de 2 metros, pero si te alejas tres metros la profundidad es de 14, y a 5 metros de distancia baja hasta 42», ejemplificó Ariztondo.

Esto obligó descartar el método constructivo previsto. Resultaba imposible asentar los pilotes que iban a conformar los pilares del complejo. El edificio se quedaría flotando, con grave riesgo de ruina. En marzo de este año, se replantearon la iniciativa y, tras analizar distintas opciones, concluyeron que el «único método viable era el micropilotaje». Consiste en clavar en la roca enganches muy estrechos para garantizar la estabilidad del edificio. De este modo, las variaciones de profundidad no son demoledoras. Era el único método y también el más caro. Supondrá un sobrecoste de 10,8 millones de euros.

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