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CARMEN RIVERA
Miércoles, 20 de febrero 2008, 03:34
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En Norteamerica están trabajando con tesón de paranoicos en un sistema de vigilancia harto complejo capaz de detectar si un individuo alberga intenciones hostiles. Buscan desarrollar sistemas capaces de analizar comportamientos a distancia destinados al control de los 400 millones de visitantes que entran anualmente en el país. El proyecto incluye captar en cada individuo desde su presión sanguínea, su pulso, su nivel de transpiración a sus expresiones faciales. Funciona ya un programa de seguridad en los transportes fundado en localizar, observar y describir las microexpresiones y de este modo tratar de leer en cada rostro si esconde algo que tenga que ver con la posible perpetración de alguna fechoría o acto criminal. Está por ver lo que dará de sí y hasta dónde se llegará en esto de identificar las emociones y concluir de ello si uno está nervioso, sudoroso y alterado porque prepara un golpe mortífero o ha recibido un golpe emocional que le trastoque la normalidad de sus glándulas y de sus gestos. La batalla por sentirse más seguros contra el eje del mal conduce a estos imprevisibles extremos.
Por otro lado, en la vida normal y confiada, pero insegura en lo que atañe al aspecto físico que incide negativamente en el estado anímico, mujeres y hombres somos conminados en un bombardeo publicitario a luchar 'contra las líneas de expresión'. Una guerra sin cuartel para borrar las huellas que van trazando en una cara los años: el frunce del entrecejo que han cavado cavilaciones y disgustos, las arrugas marcadas a fuerza de mostrar una emoción a flor de piel, el código de barras que da por caducada la juventud, trazado en relieve sobre el labio superior, los surcos que hacen amargo el rictus. En definitiva, un combate por asegurarse la autoestima, una lucha a veces sin tregua hasta anular la expresividad. Una obsesión por la firmeza frente a los estragos de la edad que avanza sin mirar atrás, a cuando Hedy Lamarr, la más bella junto a Ava Gardner, abusaba tanto de la cirugía plástica que ésta hizo de la hermosa estrella una actriz inexpresiva. Por dentro, según sus íntimos, indiferente y egoista.
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