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RABIA. Llorente lamenta una ocasión fallida ante el Atlético. / IGNACIO PÉREZ
Un idilio con altibajos
ATHLETIC

Un idilio con altibajos

Caparrós insiste en que Fernando Llorente debe ser el delantero referencia del Athletic, pero Vélez suma ya casi los mismos minutos en la Liga que la esperanza riojana

ROBERT BASIC r.basic@diario-elcorreo.com

Viernes, 28 de septiembre 2007, 04:22

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La relación entre Joaquín Caparrós y Fernando Llorente puede enhebrarse en la recurrente metáfora del palo y la zanahoria. Un 'padre' que riñe a su 'hijo' por su propio bien. El delantero riojano, aspirante a artillero mayor del Athletic, se ha topado con un técnico dispuesto a convertirle en la referencia ofensiva de un equipo necesitado de pegada, de contundencia en el territorio enemigo, de hombres capaces de cazar los tres puntos con un sólo disparo. La figura del de Rincón de Soto empezó a lucir con la llegada del utrerano para emerger de entre las tinieblas, donde le defenestraron los sucesores de Ernesto Valverde -con Clemente y Mané a la cabeza-, y perfilarse como un 9 del futuro llamado a ocupar el hueco dejado por Ismael Urzaiz. El preparador sevillano, sin embargo, no termina de asentar un 'idilio' lleno de altibajos que, con frecuencia, termina con los huesos del joven punta en el banquillo con un suspenso en la libreta del míster. El caramelo de la titularidad se diluye así en el maremágnum de las sustituciones, que sólo pueden interpretarse en clave de descontento.

Caparrós se volcó con Llorente desde que llegó a Bilbao. Durante el 'stage' en Holanda, el técnico mantenía largas charlas con el riojano para convencerle de que tenía que morder, endurecer su carácter, golear y hacerse respetar por los defensas rivales. Y no le fue nada mal en la pretemporada. Marcó en todos los partidos en los que fue titular, hasta sumar un total de siete dianas, y parecía que el Athletic había recuperado a un delantero en cuyo ADN anidaba el gol. Pero, de vuelta a casa, se encontró con nubarrones en el horizonte.

En la última prueba antes del comienzo liguero, contra la Fiorentina en San Mamés, donde también logró perforar la meta rival, fue sustituido por Ion Vélez en la segunda parte. Un precedente convertido en costumbre. A partir de ese momento, el técnico andaluz se ha dedicado a administrar la presencia de Llorente en el terreno de juego con la fórmula de 'quita y pon'. Tanto es así que, en los cinco choques de Liga, el riojano ha acumulado 185 minutos por los 178 de Vélez, tan sólo 420 segundos más que no ayudan a fortalecer su frágil confianza.

Cambios constantes

El carrusel de sustituciones comenzó con el partido de Osasuna. Estreno liguero. San Mamés. Llorente, vestido de titular, formó en la delantera con Aduriz hasta que Caparrós le mandó a la ducha en el minuto 56; sacó a Vélez para partirse la cara contra la zaga navarra. El utrerano, a pesar de sus amagos y charlas, no ha tenido demasiada paciencia con el riojano. De hecho, en el siguiente choque contra el Barça en el Camp Nou no le dio 'bola', es decir, le dejó en el banquillo y ahondó en su tristeza; pero sí brindó otra oportunidad al delantero navarro, todo ganas y pundonor, que entró por Gabilondo en la segunda mitad.

Después del palo, llegó el turno de la zanahoria en forma de otra titularidad ante el Zaragoza. Duró menos que un caramelo en la puerta de un colegio. En el minuto 46, Vélez saltaba al césped de San Mamés y mandaba a la caseta a un cabizbajo Llorente. Caparrós recurría de nuevo al castigo para censurar la actuación de su pupilo, una terapia poco adecuada para un chaval que necesita sentirse arropado y con confianza para sacar todo el fútbol que lleva dentro. Lo mismo ocurrió una semana después, contra el Levante, cuando el navarro relevó al riojano en la segunda parte. Y el miércoles, ante el Atlético de Madrid, chupó banquillo y tuvo que esperar casi hasta el final para pisar el césped de 'La Catedral'.

El utrerano le gritó a Llorente en un entrenamiento: «¿Sueñe con los tres palos, Fernando!». Pero, a la hora de la verdad, no le ha dado continuidad. Ha tenido sólo siete minutos más que Vélez, su sustituto, el teórico recambio de urgencia cuando se tuercen las cosas. Demasiado poco para un chaval que, según Caparrós, debería ser el delantero referencia del Athletic.

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