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ÁLAVA

Vitoria pierde a su Celedón más genuino

José Luis Isasi, que falleció ayer a los 77 años de edad, encarnó el mito del aldeano de Zalduondo entre 1957 y 1979, excepto en 1976 | Vivió el personaje con intensidad y lo arraigó entre sus paisanos

F. GÓNGORA

Jueves, 20 de septiembre 2007, 15:51

José Luis Isasi, el blusa que encarnó en origen el mito y el espíritu festivo del legendario Celedón, falleció ayer a los 77 años de edad tras una grave enfermedad. Vitoria, a la que amaba profundamente, se ha quedado huérfana de uno de esos personajes irrepetibles que hacen y crean ciudad, y que ha pasado a su historia en letras grandes. «Su bonhomía, cordialidad, alegría y socarronería encajaban con lo que todos nos imaginábamos que debía ser la esencia del personaje», expresó ayer con acierto su amigo y compañero en la fundación de la bajada de Celedón, Luis Mari Sánchez Íñigo.

José Luis Isasi nació en la capital alavesa hace 77 años -el pasado 8 de septiembre los cumplió- en un piso de la plaza General Loma en el seno de una conocida familia de la ciudad. Estudió en la «universidad de Ali», la manera divertida con la que él y sus amigos llamaban al colegio público de la calle Ramiro de Maeztu. Se casó y tuvo tres hijas. Trabajó como administrativo en la empresa de construcciones Azcorreta y Zárate. Una salud de hierro le permitió durante su jubilación ser un hombre muy activo. Sus amigos evocan sus largos paseos y su pasión por la pintura y la cerámica. Participaba de forma habitual en las reuniones de los Celedones de oro, en las que siempre mantenía un gran humor.

En julio fue ingresado en el hospital de Leza al sufrir un derrame cerebral. La enfermedad le impidió estar presente en los actos del cincuentenario de la bajada de Celedón, y se fue complicando hasta su fallecimiento en la madrugada de ayer.

Arquetipo de vitoriano

Todos los que le conocían coinciden en que fue el arquetipo del vitoriano, el modelo que encajaba como un guante en la figura del personaje festivo. Su planta de buen mozo y su sentido de la fiesta le convirtieron el 4 de agosto de hace justo 50 años en el blusa que encarnó a Celedón en su primera bajada desde la torre de San Miguel. Aquel truco de magia o parodia, como la concibieron sus creadores, se transformó -en gran parte por culpa del profundo sentimiento de Isasi- en un rito festivo que daba personalidad exclusiva a la forma de divertirse de una ciudad entera. La chiquillada se colgó del imaginario sentimental de los vitorianos y ahí sigue, con fuerza. «No hubo ninguna duda entre nosotros de que era José Luis el que mejor podía representar al aldeano», recuerda Jesús Jiménez. «Desde ese día me traía a la cabeza a Celedón, como yo lo había imaginado», recalca Sánchez Íñigo. «No costaba llamarle Celedón. Vivió el personaje y se metió en él. Más que el hombre, José Luis mostraba cómo ha-bía que celebrar las fiestas», subraya el etnógrafo Joaquín Jiménez.

Durante los 21 años que ejerció el papel del aldeano que traía la alegría del cielo, Isasi consiguió dar cuerpo a la leyenda. En 1976, con motivo de los sucesos del 3 de marzo, su papel de Celedón fue representado por Enrique Orive, ya fallecido.

Ese espíritu festivo del que hacía gala le llevó durante más de 23 años a disfrazarse en los carnavales, una faceta que sólo conocían sus íntimos. «Siempre salíamos disfrazados de cualquier cosa dentro de la asociación de vecinos de Desamparados. Desde limpiabotas a afiladores. Él hacía los carritos. Era incombustible se cuidaba muchísimo», dice Jesús Jiménez, su amigo del alma.

Una «casta especial»

Javier Cameno, otro de los amigos con los que compartía muchas cosas, recuerda que no dormían durante las 'madruganoches' del 5 de agosto a la espera del Rosario de la Aurora. «Tenía una casta especial y siempre estaba de humor», indica el fundador de los blusas veteranos.

Precisamente, las cuadrillas de blusas se han quedado sin uno de sus iconos festivos. «Ha dejado una huella imborrable. Su pérdida es muy importante para nosotros porque él era Celedón todo el año», aprecia el ex presidente de la comisión, Iñaki Pérez de San Vicente. El miembro de la cuadrilla Bereziak Eduardo Valle considera que el antiguo Celedón «hizo lo más importante: cuajar el personaje, pegarlo a la fiesta con un pegamento perfecto. Él fue el comienzo de todo este fenómeno que cada 4 de agosto nos deja boquiabiertos».

Cordial, alegre, ocurrente, buen amigo, muy familiar, sobrio, simpático, animoso, con sorna vitoriana, el epitafio de José Luis Isasi podría estar lleno de palabras que hablan de la excelente persona que fue. El dantzari y txistulari José Antonio Zabalza le quiere recordar cualquier 4 de agosto, «cuando el grupo Txirinbil hacía el pasacalles desde la plaza nueva hasta la iglesia de San Miguel para celebrar las vísperas. Isasi-Celedón iba en medio haciéndonos bromas a todos. Así era. Con él todos quisimos a Celedón».

p.gongora@diario-elcorreo.com

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