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FELICIDAD. Caparrós y sus jugadores se muestran sonrientes en un momento del entrenamiento de ayer. / FOTOS: BORJA AGUDO
San Mamés quiere volver a creer
ATHLETIC

San Mamés quiere volver a creer

La afición responde a la llamada del 'efecto Caparrós' y llenará hoy el campo en el estreno liguero ante Osasuna

IVÁN ORIO

Domingo, 26 de agosto 2007, 04:38

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Borrón y cuenta nueva. Ésta es la máxima que presidirá esta tarde en San Mamés el estreno oficial del Athletic de Joaquín Caparrós. 'La Catedral' se llenará hasta la bandera para presenciar en directo ante Osasuna la profunda renovación de un equipo que necesita desterrar cuanto antes la angustia del pasado para poder mirar al futuro con esperanza. La pretemporada ha servido para confirmar que los rojiblancos han encontrado el camino correcto, pero tanto el técnico sevillano como la plantilla han advertido de que esos partidos sólo fueron balas de fogueo para afinar la puntería. Desde hoy hay que empezar a utilizar munición 'real' para apuntalar unos síntomas de recuperación que ya han calado en la afición, muy necesitada de buenas noticias después de dos campañas nefastas. Será el primer test serio del llamado 'efecto Caparrós', un entrenador de carácter cuya forma de trabajar no ha dejado indiferente a nadie. La expectación, por tanto, es máxima.

Jugadores y seguidores esperaban un revulsivo que pusiera fin a ese peligroso estado de letargo en el que se había instalado el Athletic. La hibernación comenzó en la temporada 2005-2006 y alcanzó su aturdimiento máximo un año después, cuando el club se sumió en la peor crisis deportiva de su historia con destituciones y dimisiones de por medio. La reacción de última hora permitió salvar los muebles en el dramático encuentro de Liga ante el Levante, en el que los aficionados mostraron su fidelidad infinita hacia la institución y castigaron con sus pitidos a los futbolistas. Tres semanas después de aquella angustiosa cita, los socios volvieron a dar otra lección a los dirigentes de Ibaigane con la elevada participación en las elecciones, de las que salió elegido como presidente el abogado bilbaíno Fernando García Macua.

Pero hoy el contexto es muy distinto. El fútbol también ofrece segundas -y terceras- oportunidades y, esta vez, los rojiblancos no pueden fallar. Las 15.000 personas que se dieron cita en San Mamés en pleno verano en la presentación del equipo es el mejor botón de muestra de lo que representa el Athletic. Caparrós se dio cuenta desde el principio y nada de lo que ha hecho desde su llegada ha sido producto de la improvisación -su enemiga declarada-. Trabajo a destajo, oportunidades para todos -lo de no mirar la edad del DNI se ha cumplido a rajatabla-, conocimiento exhaustivo de la plantilla y de los refuerzos -Iraizoz, Ocio, David López, Muñoz y Cuéllar-, miradas a Lezama - 'descubrimiento' de Koikili-, llamamientos permanentes a la comunión entre jugadores y aficionados... Nada de esto es fruto de la casualidad.

Una nueva brújula

Con el transcurrir de las semanas, el escepticismo que pudo generar su llegada dio paso a la confianza. Las victorias en los 'bolos' de Holanda y, sobre todo, ante Numancia, Nástic y Fiorentina han favorecido ese cambio de opinión. Pero lo que ha consolidado el 'efecto Caparrós' son las sensaciones que ha transmitido el equipo. El Athletic ha recuperado la brújula. Sabe lo que hace y, lo que es más importante, lo que no tiene que hacer. Presión, fortaleza defensiva y juego por las bandas, sí. Separación entre líneas, agujeros permanentes atrás y pelotazos, no. Son nociones básicas del fútbol, pero las dos últimas campañas no han aparecido. Alguna clave distinta manejan Caparrós y sus técnicos cuando han conseguido que sus futbolistas hayan asumido estas normas como propias y, en palabras del andaluz, «como innegociables».

San Mamés necesita ver hoy esta metamorfosis para volver a creer. Por eso estará lleno y se convertirá otra vez en una olla a presión... Es una cuestión de fe, de recuperación de una autoestima que, hace sólo dos meses, estaba por los suelos. Los aficionados desean ser también partícipes del 'efecto Caparrós' que ya siente la plantilla. No obstante, hay que valorar lo que ocurra hoy con perspectiva. Un mal resultado ante Osasuna no debería destapar de repente la caja de los truenos si, al final de los 90 minutos, la percepción del juego dejara evidencias que inviten al optimismo. Pero también sería un error echar las campanas al vuelo y pensar en objetivos muy ambiciosos si se produce una victoria convincente.

El partido tiene un doble aliciente, deportivo y anímico. Así lo han interiorizado la nueva junta directiva, el entrenador, los futbolistas -David López e Iraizoz disputan su primer encuentro oficial como locales- y los seguidores. La comunión de estas cuatro 'patas' resultará fundamental para que 'La Catedral', un campo de pesadillas en fechas no muy lejanas, vuelva a ser un campo de sueños.

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