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ATENTO. Joaquín Caparrós, ayer en Lezama / FOTOS: IGNACIO PÉREZ
El método Caparrós
ATHLETIC

El método Caparrós

El técnico del Athletic, visceral y apasionado del fútbol, no dejó de animar, corregir y dar consejos a sus jugadores en el primer entrenamiento oficial de la pretemporada

ROBERT BASIC r.basic@diario-elcorreo.com

Martes, 24 de julio 2007, 13:09

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Joaquín Caparrós tiene su particular forma de entender el fútbol. Lo siente y lo vive de cerca. Huye de la improvisación como de la peste y rinde culto al trabajo. Ayer, en Lezama, corrió con sus jugadores. Y animó, sobre todo, a los más jóvenes. En más de una ocasión se acercó a Iker Muniain, el imberbe delantero rojiblanco de tan sólo 14 años, para apoyarle y darle confianza. Los chavales lo agradecen y muerden con más ganas. Cree en lo que hace y le gusta tener el control. Desde el primer momento ha dejado claro quién es el que manda, pero sin imposiciones, sólo con la autoridad de un entrenador convencido en las posibilidades de su equipo y las suyas propias.

Sus chicos sufrían corriendo. «Bien, vais bien, ya queda poco y lo hacemos para ganar, sí, para ganar», repetía a los futbolistas, que daban vueltas al circuito diseñado por su cuerpo técnico. «Venga, Murillo, que se puede», alentaba al defensa donostiarra, que 'viajaba' en el pelotón de los rezagados. Caparrós gesticulaba, intercambiaba opiniones con su segundo, Luciano Martín, y luego buscaba la soledad en algún lugar del complejo deportivo para pensar y seguir las evoluciones del entrenamiento. Siempre pendiente de los detalles, con semblante serio, de consulta permanente con sus ayudantes. Todo debe encajar a la perfección y el utrerano es el encargado de hacer que las piezas encajen.

El timonel de la nave rojiblanca ya avisó de que «el corazón de un equipo es un sistema defensivo sólido». Toda una declaración de intenciones que, sin embargo, no implica una renuncia al fútbol de ataque. Lo que quiere Caparrós es montar una zaga de granito para evitar la sangría de goles que casi ahoga al equipo la temporada pasada. Empeñado en sacar 'diamantes' de las canteras de los clubes que entrena -convirtió en futbolistas a Sergio Ramos, Diego Capel, José Antonio Reyes, Antonio Puerta y Jesús Navas-, mostró desde el primer momento su preocupación por la escasez de perlas en Lezama. «Me llama la atención que no salgan jugadores de aquí», reconoció, y eso es precisamente lo que se ha propuesto conseguir durante su estancia en Bilbao: acabar con la sequía de talentos y armar el futuro del Athletic con la gente de la tierra.

Pillería y pasión

Desde su debut como entrenador allá por 1981, en el banquillo del modesto San Obrero de Cuenca con apenas 26 años, cuajó una ética del esfuerzo que le acompaña desde entonces como un valor intrínseco a su persona. El nuevo técnico del Athletic no soporta a los desganados ni a los que se escaquean y siempre se guía por el noble principio del trabajo que, por encima de todo, prima al colectivo. Caparrós es una garantía de laboriosidad y entrega incondicional, un profesional visceral y resultadista que no deja nada al azar. Eso sí, adora la pillería y la listeza de los futbolistas que capitanea. Mima los pequeños detalles y le 'pone' la picaresca táctica, todo ello sazonado con grandes dosis de pasión y amor por el fútbol.

En la sesión matutina de ayer, nada más saltar al césped del campo número uno de Lezama, se acercó a los jugadores para animarles de cara al primer entrenamiento oficial de la pretemporada. Palmadas en la espalda, gritos de aprobación y consejos se convirtieron en una constante a lo largo de toda la jornada. Lo tenía todo bajo control. Siempre. Es el método Caparrós.

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