Todos los castizos parecen estar en la pradera. Es tradición guardar cola en la hermita para besar la reliquia de San Isidro Labrador o beber su agua milagrosa. Y pasear por la pradera disfrutando de un buen chotis o un pasodoble. Llevan con orgullo que son las fiestas de su patrón. Invitan a los recién llegados a sumarse a la fiesta e intentan contagiar su alegría para que no muera lo más castizo de Madrid.