Craig Everet tenia 59 años y sufría una enfermedad incurable que avanzaba causando la parálisis del cuerpo. "Me muero. no tiene sentido intentar obviar ese echo", estas eran las palabras que dictaba a sus seres queridos. El lo veía así. Podía quitarse la vida o seguir sufriendo, hacer sufrir a su familia y en cualquier caso acabar muerto, aseguraba. Cuando la evolución de la enfermedad comenzó a acelerarse, el hombre decidió quitarse la vida en una clínica en Zurich. Allí, recibió un vaso con una dosis mortal. En Suiza la muerte asistida es legal. En otro tiempo fue un hombre...