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Jueves, 7 de septiembre 2017, 02:23
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Ha vuelto la hora aciaga de poner despertadores, de preparar mochilas, de mirar horarios entre resoplidos, de carreritas mañaneras para llegar a tiempo... La vuelta al cole no es esa idea difusa que ha vagado por nuestra cabeza en los últimos días de las vacaciones. Ya está aquí. Los centros escolares inician estos días el curso y con ello se abre una etapa que es como una piñata cargada de ilusiones, expectación, nuevos amigos, temores, inseguridades y separaciones. Muchas emociones juntas. ¿Hay alguna manera de hacer la vuelta más llevadera? Como el regreso al cole es algo que ocurre, invariablemente, cada año, existen muchas ideas arraigadas en torno esta etapa de transición entre el ocio absoluto y el retorno a las responsabilidades. Y, como suele pasar, muchas no son correctas y hasta pueden resultar contraproducentes. Juanan Tejero, psicólogo educativo bilbaíno y especialista en Psicología Clínica, aborda las verdades y mentiras del periodo de transición que se abre cada inicio de curso.
1
Verdad. Cuando los hijos son muy pequeños, en los primeros cursos, son los padres quienes padecen más estrés. En ocasiones hay sentimientos de culpa por tener que 'dejarles' y muchos nervios. Normalmente, lo pasan peor ellos que sus retoños. Pero esto cambia con el tiempo: los progenitores, que ya no son 'novatos' en estas lides, se van tranquilizando al ver a sus hijos más mayores, pero los chavales empiezan a notar la presión. «Sobre los ocho o nueve años, ya se estresan más los niños que los padres. Tienen conciencia de lo que tienen que hacer y, si han tenido dificultades con el aprendizaje el curso anterior, temen que se vuelva a repetir esa situación desagradable», indica el psicólogo, quien también subraya que «hay de todo: muchos van al cole muy contentos y es para ellos motivo de alegría».
2
Mentira. Aunque hay opiniones para todos los gustos, los expertos aconsejan hacer cada cosa a su tiempo. Y lo que toca en los meses estivales es disfrutar y disfrutar. No por haber machacado a nuestros hijos con libros y enseñanzas van a empezar el curso con 'ventaja'. «Algunos padres los han tenido en verano con una línea de trabajo para preparar y adelantar acontecimientos para el curso...», apunta. Esta anticipación puede producir cierto estrés.
3
Verdad. Sobre todo, cuando los niños son pequeños, «les transmitimos todo, incluso de forma no verbal», asegura Tejero. Así, aunque nos creamos unos ases de la interpretación, muchos gestos y nuestro modo de comportarnos en casa delatarán nuestra alteración, que tendrá reflejo en el pequeño. Los padres deben ser conscientes de ello y manejar sus emociones. «El entorno debe ser tranquilo», añade. «Ese estrés de los padres se transmite a nivel escolar y también a nivel de salud», sentencia
4
Verdad. Según explica el psicólogo, la escolarización no deja de ser una normalización, con unos hábitos y unas rutinas muy establecidos. Y llega justo después de unos meses donde los peques se han acostumbrado a cierta anarquía con los horarios y las comidas. «Por eso, es mejor, en los días previos, ir recuperando el ritmo de sueño y de alimentación. Les va a ayudar», indica Tejero. «Cuanto menos desajustados estemos los adultos, más 'ajustados' van a estar los niños», indica.
5
Mentira. «Podemos hablarles y responder a sus dudas, pero no empezar a generar expectativas, que es lo que suele pasar», matiza. A veces los padres nos creemos que con frases supuestamente inocuas -«a ver con qué amiguitos te toca en clase», «qué de cosas vas a hacer», «no tienes que llorar, que vas a pasarlo genial»...- estamos ayudando al niño a hacerse una idea de lo que se va a encontrar. Pero esta 'preparación' suele generar más preocupación en sus cabecitas que otra cosa. «No hay que crear ansiedad con mensajes», aconseja Tejero. «Además, hay que evitar ser profetas de un futuro que no conocemos: puede haber cambios de profesores, de compañeros... es mejor ir viendo poco a poco lo que pasa», recalca.
6
Verdad. Las escenas de drama en los primeros días de cole son un clásico. Niños que se agarran desconsolados a la pierna de sus progenitores, pequeños que miran con cara de 'por qué me haces esto a mí', gritos, llantos... «No lo hacen todos. Muchos van muy contentos. Pero, si no es así, lo mejor es darles un abrazo, pero un abrazo del que sabes que te vas a despegar. Alargarlo es una agonía», apunta el psicólogo. Y, ante todo, los padres deben intentar «manejar sus sentimientos» en esos delicados momentos. Por supuesto, Tejero defiende «el derecho de todos a llorar» si se necesita, pero aconseja evitarlo delante de los críos. Hay que soltar la lagrimilla cuando no nos vean. «Si su padre o su madre llora por la separación y el crío también, no tiene sentido la separación. El niño se va a preguntar por qué. Sin embargo, si ve que sólo llora él, puede entender que esa separación es por algo, que tiene un sentido», afirma Tejero.
7
Mentira. «No todos se adaptan. Hay que romper ese mito. No todos los niños son iguales. A algunos les cuesta mucho. Y para ello es muy importante la relación entre los padres y los profesionales de la educación», señala Tejero. No vale ir dejando pasar el tiempo: si no se adapta, entre todos hay que ver qué falla y qué se puede hacer en casa y en el cole para solucionar el problema. «Algo está mal si no se adaptan... Hay que cambiar de estrategia. Hay que hablarlo. Un niño al inicio de su vida escolar no puede tener una mala experiencia que le vaya marcando todo el proceso de escolarización», apunta. Es decir, es una cuestión esencial. A edades tempranas, el sistema educativo debe «seducir» al niño. Hay que tener en cuenta que unos tardarán más y otros menos. Según dice el psicólogo, se notará que los niños se han adaptado cuando dejen de preguntar constantemente por aspectos del cole, por los días de fiesta... y asuman la nueva rutina con naturalidad. «Hay que partir de que todos somos diferentes», recalca. Establecer plazos es imposible. Estamos hablando de niños, no de máquinas.
8
Mentira. «Los profesores son profesionales y saben manejar la situación de la vuelta al cole. Otra cosa es que nos guste cómo lo hacen. Hay muchas quejas de padres en este sentido. Si no nos parece bien su proceder, al día siguiente, es mejor decírselo. Hay que verbalizarlo. Esto sí que es importante: si me lo quedo, se lo transmito a mi hijo sin querer y va a tener un rechazo respecto al profesor y esto no es ninguna broma: se puede cronificar durante todo el año», explica el psicólogo. «Todos tenemos que adaptarnos. Y ya que es obligatorio que nos adaptemos, el sistema tiene que buscar los medios para que lo hagamos de la mejor manera posible».
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