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Mimadas al detalle en su expresión y vestimenta, algunas figuras del belenismo napolitano son obras artísticas cuyo valor puede superar los 400 euros.
La cuna del belén

La cuna del belén

En la calle San Gregorio Armeno de Nápoles siempre es Navidad. Sus artesanos ofrecen desde nacimientos que son auténticas joyas del arte hasta figuras de famosos. Trump y el presidente norcoreano son los más vendidos este año

Darío Menor

Sábado, 23 de diciembre 2017, 01:38

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Recorrer de arriba abajo la calle San Gregorio Armeno de Nápoles da una idea de lo poco que pinta España en la actualidad en el mundo. Se salva de refilón por el fútbol, pero nada más. Las figuras de Cristiano Ronaldo con la equipación del Real Madrid y las de Leo Messi con la del Barça son las únicas referencias a nuestro país en el peculiar muestrario de personajes famosos que ofrecen los 48 comercios dedicados a la fabricación y venta de estatuillas para el belén de esta céntrica calle napolitana. Pese a su estrechez y a que no tendrá más de 150 metros de largo, San Gregorio Armeno es la capital internacional de los nacimientos, abierta unos 350 días al año. Allí se pueden comprar tanto tallas de las figuras clásicas de la natividad que son auténticas joyas artísticas como estatuillas de las celebridades más en boga. Esta Navidad las más vendidas son las del presidente estadounidense, Donald Trump, y las del inquietante líder norcoreano, Kim Jong-un, al que los artesanos representan llevando en los brazos uno de sus amados cohetes.

En los escaparates, Trump y Kim se codean con el Papa Francisco, con el cantante napolitano Pino Daniele y con la reina Isabel II de Inglaterra, que lleva agarrada una caja de la que salen billetes de 500 euros y en la que está escrito ‘Panamá’. Es una referencia al dinero que guardaba en este paraíso fiscal. También andan por ahí Valentino Rossi y Gonzalo Higuaín, al que no se le perdona que cambiara la camiseta del Napoli por la de la Juventus y está representado con unos cuernos y un cartel en el que puede leerse ‘Traidor’. Todos ellos conviven en perfecta sintonía con las Vírgenes, los niños Jesús, los San Josés, los pastores y el resto de personajes secundarios que la tradición belenística desarrollada en esta ciudad italiana ha ido incorporando a los nacimientos. No faltan el típico ‘pizzaiolo’ horneando pizzas ni tampoco oficios que van mucho más allá de la clásica lavandera o del carpintero. Hasta los notarios y ginecólogos tienen sus figuras en San Gregorio Armeno.

Clasicismo en terracotaComposición tradicional del nacimiento, con la Virgen, San José, el niño Jesús y los Reyes Magos.
Clasicismo en terracotaComposición tradicional del nacimiento, con la Virgen, San José, el niño Jesús y los Reyes Magos.

«El belén napolitano es una especie de contenedor intemporal rico y variado en el que se dan la mano los pastorcillos con los personajes del momento», explica Marco Ferrignano, artesano al frente de un taller de San Gregorio Armeno abierto en 1836. «Esta convivencia no es nueva. Ya en el siglo XVIII se introducían figuras de la gente de la época y una representación del mecenas. Hoy vamos palpando el ambiente para ver quiénes son los personajes que empiezan a ponerse de moda. Políticos, futbolistas y actores suelen ser habituales», detalla Ferrignano en el primer piso de su negocio. En el de abajo están las figuras más pequeñas y asequibles para los clientes. Pero, conforme se van subiendo las escaleras, se descubren verdaderas joyas. Son estatuillas de unos 20 centímetros de altura con un nivel de detalle sorprendente. Llama en particular la atención el carnicero con su mesa repleta de distintos tipos de carne, cada una con su color y aspecto diferente, y un orondo comensal que degusta unos espaguetis cogiéndolos con las manos. Estas figuras pueden costar hasta 400 euros cada una.

«¿Qué quién se gasta ese dineral en un belén? Pues le he vendido uno completo a una iglesia sevillana. Los españoles sois mis mejores clientes», dice sonriendo Ferrignano. Otros nacimientos van más lejos. Al principio de la calle San Gregorio Armeno está ubicado otro de los talleres emblemáticos, Hermanos Capuano, donde el actual responsable, Luciano, ultima a martillazos la estructura de una enorme composición vendida a un mexicano. «La quiere para su casa. Imagino que será una persona rica que tiene bastante espacio. Cuesta unos 4.000 euros», cuenta. Tanto Ferrignano como Capuano aprendieron el trabajo de sus padres, que a su vez lo hicieron de sus abuelos, y coinciden al asegurar que, más que un empleo, lo suyo es una pasión. «A mí no me pesa venir cada mañana. Me encanta poder seguir esta tradición», apunta Ferrignano.

Un paseo por donde lo sacro da la mano a lo profano

  • Abierta todo el año 48 tiendas y talleres hay en la calle San Gregorio Armeno, situada en el centro de Nápoles. Es la cuna del belén y sus establecimientos abren durante todo el año. Es tal la aglomeración de curiosos y clientes que se forma cada fin de semana, que los comerciantes han pedido al Ayuntamiento que regule el tráfico. Se ha planteado la obligación de circular en un único sentido o la imposición de un número máximo de viandantes.

  • Figuras y precios 400 euros puede costar una talla artesanal de unos 20 centímetros de altura fabricada a mano en terracota, con un nivel de detalle impresionante, tanto en el cuerpo del personaje como en su vestimenta. El proceso de elaboración dura varias semanas. Asequibles a casi todos los bolsillos son en cambio las figuras más pequeñas. Hay desde pastores hasta personajes famosos de la política, el deporte o la televisión.

  • El más antiguo, en Roma 1025 es el año del que se tiene la primera referencia documental de un belén en Italia. Al parecer, también Francisco de Asís, en el siglo XIII, tuvo un nacimiento. El más antiguo que se conserva está ubicado en la basílica romana de Santa María la Mayor. Es obra del artista toscano Arnolfo di Cambio, nacido alrededor de 1245.

La estupenda experiencia que supone pasear por esta calle y detenerse en sus tiendas para contemplar las maravillas en terracota de los artesanos sólo tiene un pero: se congrega tanta gente durante los fines de semanas y los días de fiesta que no se puede casi ni caminar. Es tal la masificación, que los propios comerciantes han pedido al Ayuntamiento que regule el tráfico peatonal. Incluso se ha especulado con la posibilidad de imponer un número máximo de visitantes. «Durante el fin de semana la calle se bloquea y ni podemos casi ni vender. Debemos ponernos en la entrada para controlar si te roban o te rompen algo», confía Genny di Virgilio, que regenta otra tienda. De momento, el Ayuntamiento descarta que vaya a establecer un aforo limitado y sólo promete mayores controles policiales.

«Son un ejemplo de sincretismo, al combinar elementos de distintas religiones»

Alessandra Ciattini-Antropóloga religiosa

La pasión de Italia por los belenes viene de la Edad Media y mezcla devociones anteriores con la información sobre Jesucristo ofrecida tanto por la Biblia como por los Evangelios Apócrifos, esos textos que cuentan detalles sobre su vida pero que la doctrina católica no reconoce. «Los nacimientos son un claro ejemplo de sincretismo, pues combinan elementos de distintas religiones», ilustra Alessandra Ciattini, docente de Antropología Religiosa en la universidad la Sapienza de Roma. «Los soldados de la Antigua Roma veneraban a Mitra, una divinidad de origen persa en cuyos templos se colocaba un pesebre dentro de una gruta. También se festejaba el solsticio de invierno, venerando al Sol que moría y resurgía. Luego el cristianismo sobrepuso a esos cultos la figura de Jesucristo».

‘El pastor de la Maravilla’

Aparte de por esa capacidad sincrética, Ciattini argumenta la popularización del belén por la mezcla entre figuras sagradas con otras que representan la vida cotidiana de las personas, como el vendedor de carne, el de vino o el de pescado. Es algo que se da a partir del siglo XVII sobre todo en Nápoles, cuyos artesanos dan un paso más y añaden otras representaciones adicionales. Una de ellas es ‘el pastor de la Maravilla’. A diferencia de sus compañeros, él no le lleva regalo alguno a la Virgen, por lo que todos le echan en cara que se presente con las manos vacías. Es la propia María la que le defiende haciendo referencia a la expresión maravillada de su rostro por la escena que está presenciando: el nacimiento de Jesús. «No les hagas caso, tú has cumplido tu misión. El mundo será maravilloso mientras haya personas capaces de maravillarse», asegura la tradición que le dijo la Virgen. Otra figura llamativa es la de Benino, el pastor dormido. Suele tratarse de un hombre joven colocado en una gruta al lado o bajo el nacimiento y al que los ángeles le anuncian la llegada de Jesús en medio de un sueño.

«¿Que quién se gasta un dineral en un belén? Los españoles sois mis mejores clientes»

Marco Ferrignano-Artesano

Entre las tallas femeninas del belén napolitano, además de la Virgen, hay dos que llaman la atención por encima del resto. Una es la ‘donna Carmela’, una mujer a la que también se conoce como ‘la vendedora de pan’. Se la representa llevando en cada brazo un cesto repleto de panes y tortas e incluso una botella de vino. Es un símbolo de prosperidad, como esos cuernos de la abundancia repletos de monedas que aún pueden encontrarse en los mostradores de algunas tiendas y restaurantes de Italia. La otra figura femenina tiene una historia más ligada al cristianismo. Se trata de Estefanía, una joven virgen que, cuando se entera del nacimiento de Jesucristo, se dirige hacia Belén para adorarlo. Por el camino se encuentra a los ángeles, que le bloquean el paso diciéndole que sólo las mujeres casadas pueden visitar a la Virgen. Ni corta ni perezosa, Estefanía agarra una gran piedra, la envuelve en una tela y se hace pasar por madre. Consigue así presentarse ante María y Jesús al día siguiente. Cuando los tiene delante se produce el milagro: la piedra estornuda y se convierte en niño. No es otro que San Esteban, cuyo santo se celebra el 26 de diciembre. A Estefanía los maestros belenistas napolitanos la representan como una mujer joven bien parecida, con amplio escote y su inesperado bebé en los brazos.

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