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Presos del 155

Presos del 155

La prolongación de la anomalía catalana condenaría a Rajoy a meses de agónica incertidumbre y ahondaría el desconcierto socialista

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Martes, 23 de enero 2018, 01:27

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Caben pocas dudas de que el Gobierno central, principal valedor del 155, y el PSOE, que lo respaldó a cambio de una promesa de reforma constitucional de la que se ha visto obligado a renegar, no han rentabilizado una decisión política para la que, todo sea dicho, tampoco tuvieron alternativa. El culebrón catalán -por más que a Arnaldo Otegi le indigne que EiTB aluda al ‘procés’ con el sustantivo por el que se conoce a las telenovelas de incontables capítulos- ha acabado por asfixiar entre sus tentáculos, en mayor o menor medida, a casi todos los actores políticos, incluidos los que como el PNV (incapacitado para rentabilizar su poder decisorio en Madrid) o Podemos rechazaron tajantemente la intervención catalana. Solo Ciudadanos ha logrado beneficiarse del ‘efecto Puigdemont’ hasta el punto de hacer cundir el pánico en Génova 13 al haber sabido hacer suyas las banderas de la unidad de España y de la fortaleza del Estado como valor superior.

Curiosamente, ha calado en buena parte del electorado el relato naranja sobre la presunta tibieza o tardanza con que se aplicó el 155, una narrativa que se ve complementada, en términos de fuga de votantes populares, por las tardías confesiones de ‘el Bigotes’ y compañía, y lo que te rondaré morena. Así que el PP y el PSOE se ven atrapados en una espiral diabólica en la que no pueden permitir que el irreductible Puigdemont siga condicionando el normal funcionamiento de la democracia (por ejemplo, pretendiendo inaugurar una doble legitimidad presidencial, simbólica y ejecutiva) pero saben, al mismo tiempo, que prolongar la anómala situación catalana les someterá a un desgaste importante. El PSOE ha impulsado incluso una gira de Pedro Sánchez para dar a conocer sus propuestas para garantizar el sistema público de pensiones, lo más parecido a predicar en el desierto tras haberse abonado al reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado como bálsamo de fierabrás.

Si las ‘boutades’ del expresident provocasen una repetición de elecciones, el desconcierto del PSOE no haría sino aumentar. Y Rajoy se vería preso del 155 como mínimo hasta verano en las previsiones más optimistas. Meses de inestabilidad y agónica incertidumbre en la que la imposibilidad de contar con el PNV para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado sería probablemente el menor de sus problemas. Incapaz de ‘vender’ la recuperación económica, Albert Rivera seguiría atornillándole por el flanco de la corrupción, Europa empezaría a dirigirle miradas de preocupación y, sobre todo, el PP correría el riesgo de convertirse en un polvorín interno en el que la solución a todos los males pasase por encontrar un nuevo candidato capaz de enderezar el rumbo de la nave desde las municipales (¿y generales adelantadas?) de 2019.

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