Líderes de PNV y de la izquierda abertzale arropan a los portavoces de Gure Esku Dago en un acto de la plataforma. E.C.

PNV y Gure Esku Dago: ni contigo ni sin ti

El EBB cuenta con la plataforma por el derecho a decidir para impulsar el nuevo estatus, pero sin que le marque el ritmo

Todo empezó con un trozo de queso. El documental 'Gazta zati bat' del bertsolari Jon Maia, que llegó a competir en los Goya, contaba la historia real de un pueblo guipuzcoano, Idiazabal, de apenas 2.000 habitantes, fascinado con el ejemplo de Escocia. De esa pequeña iniciativa nació lo que hoy es Gure Esku Dago (GED). Un movimiento «ciudadano» y anclado en la «diversidad» como «valor de convivencia», según sus promotores, que busca hacer pedagogía del derecho a decidir como principio básico de la democracia, cada vez más inspirado en las plataformas sociales que han tirado del carro del 'procés' en Cataluña -ANC y Òmnium- y que hoy tienen a sus líderes encarcelados de forma preventiva por un presunto delito de sedición.

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Hasta ahí, la teoría. En la práctica, la agudización de la crisis catalana y la pretensión de Gure Esku Dago de funcionar al margen de los partidos y otros poderes fácticos (el sindicato ELA, sobre todo) pero con su apoyo humano y material ha alentado contradicciones como la que le llevó, la semana pasada, a respaldar una manifestación contra el 155 liderada en realidad por la central de 'Txiki' Muñoz y por EH Bildu. Las críticas al PNV en el manifiesto final, que GED suscribió y firmó, dejaron al descubierto bien a las claras la compleja y ambivalente relación de la formación jeltzale con la plataforma, cuyas iniciativas no duda en respaldar en un guiño a sus bases más soberanistas, pero a la que quiere atar en corto para que no acabe por desbordar el ámbito de los partidos como ha sucedido en Cataluña.

Ni en sueños quiere el PNV un panorama como el catalán, donde la ANC logró torcer la voluntad de Puigdemont

Influencia política

Ni en sueños quiere el PNV un panorama como el catalán en el que, recalcan fuentes nacionalistas, la influencia de la ANC es tanta que la presión de sus dirigentes logró torcer la voluntad de Carles Puigdemont, comprometida con el lehendakari, de convocar elecciones para evitar la intervención de la autonomía. «Evidentemente no queremos un escenario como ése», admite el responsable de Relaciones Institucionales del EBB, Koldo Mediavilla -uno de los dos interlocutores de GED en el partido, junto al también burukide Joseba Aurrekoetxea- convencido, no obstante, de que el colectivo es consciente de la dificultad de «copiar miméticamente» a la ANC y Òmnium y de la mayor fortaleza de los partidos vascos en comparación con los catalanes. La propia portavoz de GED, Zelai Nikolas, que ha mantenido frecuentes reuniones con los 'jordis' y más recientemente con sus sucesores, por quienes no oculta su admiración: «Su opción para ejercer el derecho a decidir es independentista. La nuestra está por definir». Un planteamiento «tramposo» para la 'pata' socialista del Gobierno vasco, que cree que bajo esos ropajes Gure Esku Dago esconde una operación simple y llanamente rupturista.

En realidad, en la órbita peneuvista no se contempla con demasiada alarma un posible protagonismo exponencial de GED hasta el punto de hurtar la iniciativa a los partidos. Los jeltzales tienen claro que son ELA y la izquierda abertzale los verdaderos impulsores de un (no nato) polo soberanista capaz de aglutinar a las fuerzas de izquierda y agrietar, gracias a la inercia del 'procés', los fundamentos del sistema mismo, del que el PNV sería pilar fundamental. Dejando al margen el intento de Muñoz y Arnaldo Otegi por servirse de GED para sus propios intereses, los jeltzales ven a la plataforma ciudadana como un colectivo de gente «buenista» y un punto «ingenua», casi «hippies» en la competitiva arena política vasca.

El PNV protestó por la manifestación del pasado sábado 4. EFE

De ahí que, pese a las cautelas que siempre han mantenido respecto al colectivo -Mediavilla asume su inicial «desconfianza» por la posibilidad de que la izquierda abertzale se apropiase de las estructuras de GED y la «distancia» de seguridad que todavía hoy mantienen- el partido no desdeña la posibilidad de que su aportación sea útil para arropar en la calle determinados debates. Por ejemplo, el del nuevo estatus político al que la ponencia de autogobierno debe hincar el diente desde mañana mismo.

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La soledad de Ibarretxe

«Cuando Ibarretxe se fue a Madrid a defender su plan a la vuelta no había nadie en la calle», reflexiona el burukide. A su juicio, sería bueno que en esta nueva fase del debate sobre la reforma del Estatuto de Gernika, en la que los grupos están llamados a buscar un mínimo común denominador para que una comisión externa de expertos redacte un borrador de texto jurídico, se pudiera ir «testando socialmente» el respaldo ciudadano a unas u otras propuestas. «Es oportuno tirar de organizaciones que ya existen, con experiencia, para ir creando un ámbito de participación ciudadana», abunda Mediavilla.

Los socialistas ven a GED claramente «inspirada» por las tesis de EH Bildu, con ELA como «soporte»

Valoración

Una posibilidad que sin duda tendría enfrente al PSE, que hace tiempo que ha colocado la 'línea roja' de un posible acuerdo sobre autogobierno en el derecho a decidir y que recela de los objetivos de Gure Esku Dago y de las subvenciones públicas que reciben sus comités en los municipios vascos. «Al PNV no le viene mal que un grupo que defiende sus mismas metas, aunque sea como aspiración última, cuente con cierto respaldo social. Lo que no quiere es que le marque los ritmos ni le haga el trabajo sucio a sus adversarios políticos», resume una fuente gubernamental del PSE, que ve a GED claramente «inspirado» por las tesis de EH Bildu con ELA como «soporte». «A pesar de todo ese apoyo, no han sido capaces ni siquiera de arrastrar a las urnas a los más claramente nacionalistas», apuntan en el PSE, tras el escaso tirón de la última oleada de consultas simbólicas.

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En realidad, también el PNV percibe a GED como una organización voluntarista pese a la evidencia de que está a años luz de la capacidad movilizadora de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart y de que, tras el gran éxito de la cadena humana que organizaron en 2014 -en la que participó Andoni Ortuzar-, comprobó cómo no había caldo de cultivo real para mantener el músculo soberanista de forma sostenida. De hecho, la afluencia a sus manifestaciones se mantiene estable pese a la tormenta en Cataluña y lo mismo sucede con la aceptación popular de las consultas simbólicas que organizan en los municipios vascos, a imagen y semejanza de una iniciativa que se ensayó por primera vez en Arenys de Munt (Barcelona) y que fue el germen del proceso soberanista que ha desembocado en la crisis más grave de la democracia española.

Mediavilla, en la consulta de Getxo, el domingo 5. E.C.

En la última oleada, la participación rozó un exiguo 13% pese a que destacados representantes institucionales del PNV, como el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria, varios alcaldes, y el propio Mediavilla, que votó en Getxo, acudieron con la papeleta a la urna. Ya en su día, la consejera Arantxa Tapia participó en una de esas consultas, que han sido más exitosas, en algunos casos, cuando el PNV se ha implicado. Por ejemplo, en Gipuzkoa, donde el apoyo es claro. En Ispaster, donde la participación superó el 63% en junio de 2016, fue el exacalde y burukide del Bizkai Jesús Lekerikabeaskoa uno de los principales dinamizadores. También la parlamentaria y miembro del BBB Josune Gorospe ha colaborado con Gure Esku en Arratia y el exalcalde de Getxo Iñaki Zarraoa es otro de los apoyos más reconocibles de la plataforma. El PNV dice «animar» a sus afiliados a colaborar con la organización si así lo desean. Eso sí, sin comprometer la sigla, como la propia GED ha pedido. Los jeltzales, que han secundado dos de las tres marchas convocadas en solidaridad con Cataluña en el último mes y medio, incluso colaboraron en asuntos logísticos y de seguridad en la organización de la segunda. «Vamos a seguir participando y a mantener una relación constructiva con ellos», subraya Mediavilla. Eso sí, siempre vigilantes para evitar acabar alimentando un monstruo que les engulla.

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«Hemos aprendido. No nos van a instrumentalizar»

La sentencia del Tribunal Supremo canadiense de 1998, que forzaba al Gobierno federal a entablar negociaciones si Quebec mostraba una voluntad clara de separarse de Canadá, sonó a «poesía democrática» en los oídos de Zelai Nikolas. A partir de ahí, esta jurista nacida en Barrika, hoy funcionaria del Gobierno vasco en el Departamento de Gobernanza Pública y Autogobierno de Josu Erkoreka, tuvo clara su vocación de activista en pro del derecho a decidir. Tras la polémica suscitada por las críticas al PNV en el comunicado de la última marcha impulsada por GED, Nikolas advierte de que la plataforma no permitirá «de ningún modo» que «se nos instrumentalice» ni que se malogre «el pluralismo que tanto nos ha costado construir». «Hemos aprendido. Vamos a blindar esa diversidad con nuestras actitudes personales», acota.

¿Por qué firmaron entonces un documento que reprochaba abiertamente a los jeltzales sus pactos con PSE y PP? «Primó la solidaridad con las personas presas», explica la portavoz de GED en alusión a Oriol Junqueras y el resto de consellers encarcelados, «sobre un modelo de gestión que no nos gustaba nada». Ese modelo supuso una quiebra del procedimiento habitual, en el que GED comunica sus iniciativas a partidos y sindicatos a la espera de que se sumen. En esta ocasión, Bildu y ELA lograron lo que, según la versión del PNV, ya intentaron en la segunda marcha, asumir ellos mismos la convocatoria. No fue posible y ELA, dicen los jeltzales, desapareció de la primera fila. A la siguiente, el PNV se mostró reticente a acudir por la acumulación de protestas. «No podemos estar todo el día en la calle», trasladaron, y pidieron tiempo. ELA, LAB y la izquierda abertzale anunciaron la manifestación mientras se celebraba el EBB. La siguiente rueda de prensa se convocó ya en la sede de EH Bildu. GED insiste en que no volverá a suceder y que está abierta a hablar con todos los partidos salvo que «se autoexcluyan». «Hay que crear confianzas. Hace falta un trabajo pedagógico muy profundo para abrir la puerta a las vías participativas», abunda Nikolas.

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