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Recorremos a toda velocidad el camino de la comunicación directa entre gobernantes y gobernados, la senda de la participación, la avenida de la gobernanza. Qué error. Qué inmenso error. La comunicación tiene buena fama, pero es peligrosísima. Sobre todo, en exceso. Para comprobarlo, basta con salir a la calle, poner la tele o abrir una revista. Hoy te descuidas y ya tienes a alguien comunicándosete encima.

Sin embargo, las instituciones insisten. El Gobierno vasco abre su portal Irekia a la ciudadanía y les invita a comunicarse. Tenía que pasar, claro. Un ciudadano llamado Miguel Antonio escribió hace una semana para cuestionar «el estilismo de gure lehendakari Urkullu» en lo tocante a sus nudos de corbata. El hombre lo soltó todo. Las corbatas del lehendakari le evocan «la imagen del pastor o cabrero de la España profunda que viene a una boda a a Bilbao o Donosti y se enfunda el único traje que tiene para estos eventos y se hace el nudo que sabe, el que le enseñó su padre hace décadas, el windsor».

Es raro que un nudo de corbata pueda sugerir tanto. También lo es que alguien piense que hace décadas los pastores de la España profunda cogían un día a sus hijos para decirles: «Voy a mostrarte cómo anudar una corbata al estilo del efímero y algo tarambana Enrique VIII, aunque este nudo, hijo mío, lo inventó más bien su padre, el buen rey Jorge, el primer Windsor, a quien Dios guarde, deja de esquilar un momento y di conmigo God save the king».

Otra cosa es que Urkullu no pudiese ir tirando con un medio windsor, que igual sí. Pero la forma de reprobarle al lehendakari las corbatas no es diciéndoselo, sino no votándole. Así ha funcionando siempre. Tú votabas a los políticos por la pinta que les veías y ellos te dejaban en paz. Pero recorremos a toda velocidad el camino de la comunicación y hoy los políticos nos tutean, nos invitan a encuentros con café y dejan invitaciones a nuestro nombre en el buzón. No se extrañen si ahora, por culpa de Miguel Antonio, cuando nos paren por la calle para darnos propaganda electoral nos digan lo calvos que estamos, nos pregunten si la ropa que llevamos la ha diseñado alguien que además de hortera es daltónico o nos pongan allí mismo un mote. Toma un folleto y vótame, Mortadelo. Cuatro ojos. Paquiderma.

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