No, lehendakari, no

Rajoy, ya saben, había instado a su homólogo catalán a confirmar si en su comparecencia parlamentaria del día 10 declaró la independencia de Cataluña, a dar marcha atrás en caso afirmativo y a restablecer la legalidad. Como si se tratara de un juego, Puigdemont volvió a eludir contestar con claridad a la pregunta. Eso sí, en el último párrafo de su misiva admite, al fin, lo obvio: que el Parlament no votó la declaración unilateral de independencia. Pero lo hace para advertir en tono claramente amenazador de que la Cámara votará la DUI si Madrid insiste con el 155.

El PNV, partido con lazos históricos con la antigua Unió, lazos que se han extendido a los neoconvergentes del PDeCAT tras la desaparación de CiU, se agarró de inmediato al clavo ardiendo de este último párrafo para reclamar a Rajoy que renuncie a intervenir en Cataluña. Una petición que, de alguna forma, puede resultar hasta comprensible desde la cercanía política, el interés partidario y el deseo bienintencionado de que el incendio no se agrave a orillas del Mediterráneo.

Ahora bien, que el lehendakari Iñigo Urkullu se exprese en términos similares, que reclame exactamente lo mismo -la no aplicación del 155- y que lo hiciera en una comparecencia especial sin preguntas en Lehendakaritza es un completo error. El Gobierno central no va a proceder contra el Govern solo por la DUI. Lo va a hacer para devolver a Cataluña a la legalidad constitucional y estatutaria que se pisoteó en los bochornosos plenos del Parlament de 6 y 7 de septiembre. O para restablecer la igualdad de derechos de todos los partidos que el secesionismo ha arrebatado a la oposición en la Cámara de forma vergonzosa.

El jefe del Ejecutivo vasco ignora que la comunicación de ayer del president a Rajoy es un nuevo cóctel de inexactitudes, manipulaciones y falsedades. Porque el pueblo catalán no decidió nada el 1-O, y menos aún la independencia, puesto que el referéndum era ilegal. La participación no pasó del 43%, dando por buenas las cifras del Govern, porcentaje del todo insuficiente para proclamar nada y menos aún la secesión, aunque hubiera sido una consulta legal y democrática.

En su carta, Puigdemont ignora, además, que España es un Estado de Derecho, con muchas imperfecciones, es cierto, pero de Derecho, en el que rige la división de poderes, pese a lo que responsabiliza directamente a Rajoy del encarcelamiento de los líderes de la ANC y de Òmnium. Y el corolario: termina con una amenaza intolerable: o se paraliza el 155 o el Parlament votará, ahora sí, la DUI.

Pedir que se ignore todo esto y que no se aplique el 155 es, lehendakari, reclamar a los poderes del Estado que no cumplan con su obligación. Y eso es un error, un desafortunadísimo error.