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Varios dirigentes del PP vasco, entre ellos su secretaria general, Amaya Fernández, muestran fotografías de los nueve asesinados por ETA en Durango. Ignacio Pérez
Homenaje al mal

Homenaje al mal

- Editorial - ·

Recibimientos como el ofrecido en Durango y Ondarroa a un preso de ETA liberado ayer constituyen una afrenta a las víctimas

elcorreo

Martes, 20 de marzo 2018, 00:29

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Los recibimientos organizados por familiares y amigos a Zunbeltz Larrea, el recluso que quedó ayer en libertad tras cumplir 15 años de condena por kale borroka y colaboración con ETA, volvieron a escenificar, primero en Durango y después en Ondarroa, homenajes en los que se ensalza cuando menos el tiempo de prisión. En los que se desliza la supuesta heroicidad del liberado y en los que éste encuentra el reconocimiento moral a su ‘sacrificio’, junto a un ceremonial colectivo ideado para exonerarle de cualquier responsabilidad personal. El patrón es siempre el mismo. El que el pasado 28 de febrero rechazó el Parlamento vasco por la ‘revictimización’ que suponen de las personas asesinadas y perseguidas por ETA. Es más que comprensible que los familiares se alegren de que un ser querido recobre la libertad y vuelva a casa, y que sus allegados experimenten parecidos sentimientos. Pero es la expresión pública de ellos lo que puede convertir la emoción íntima en una afrenta hacia la memoria de las víctimas.

Se da, además, la circunstancia de que hay presos que recuperan la libertad sin que nadie ose organizarles recibimiento alguno. Son aquellos que durante la condena han perdido el favor de la banda terrorista y sus entornos. Poco importa que ETA esté ya desarmada y a punto de admitir su desaparición orgánica para que los ‘amigos’ sepan a quién deben homenajear y a quién no; para que las familias acojan a los expresos en la más absoluta discreción o en medio de rituales que se escapan de su ámbito de decisión e, incluso, del ámbito de decisión del excarcelado. Un ‘aurresku’, gritos de ‘txapeldun’, alguna pancarta, los lógicos abrazos y las palabras que se anime a pronunciar el ex preso componen una secuencia que se vuelve hiriente para los deudos de las víctimas; especialmente cuando ETA ha dejado de existir de facto y su ignominia revive en los homenajes a los activistas que la banda terrorista ha retenido en las cárceles sin permitirles acogerse a vías de reinserción. La denuncia protagonizada por dirigentes del PP ante el recibimiento de Durango es una muestra de repudio que la izquierda abertzale no puede pasar por alto reduciéndola a una confrontación partidaria. Si los herederos de ETA consideran que «fue injusto» constituye un lema excluyente hacia ellos es que tienen aún pendiente su desarme ideológico y su reconversión ética.

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