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Francisco, contra la indiferencia

Francisco, contra la indiferencia

El viaje del Papa a Myanmar y Bangladesh busca vías para que la tolerancia presida la fe diversa de millones de personas

EL CORREO

Sábado, 2 de diciembre 2017, 00:34

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El Papa Francisco culminó ayer uno de los viajes más comprometidos que hayan realizado los pontífices de la Iglesia de Roma al visitar Myanmar (Birmania) y Bangladesh en busca del encuentro con el budismo y con el islam para testimoniar que el ecumenismo ha de abrirse al diálogo entre las religiones y las creencias, más allá de los límites de la cristiandad. Muchos católicos del mundo acomodado se habrán extrañado ante un viaje papal que ha podido parecerles extraño cuando esperan verle en sus respectivos países. Pero la singladura de Francisco va contra el olvido; contra la tendencia del primer mundo a creerse el centro del universo y, también, contra la concepción de la Iglesia Católica como una organización sujeta a la fidelización de sus adeptos. El Papa decidió salir a la exploración de nuevas oportunidades para que la fe de millones de seres humanos, diversa en su doctrina y en su vivencia social, se atenga a principios comunes en cuanto a la dignidad de las personas, la tolerancia y la solidaridad. Francisco ha querido echar abajo barreras y denunciar la injusticia con la eficacia de una misión de paz que señala a los responsables de la ignominia procurando que ésta desaparezca. Aunque para ello se viese obligado a denunciar sin subterfugios la persecución que padecen los ‘rohinyá’ cuando ya estaba en el país que les acoge entre dificultades, Bangladesh. La humanidad está en deuda consigo misma porque en demasiadas ocasiones ha dejado de reconocerse como tal. Myanmar encarna la paradoja de que su actual primera ministra, Aung San Sun Kyi, sea Premio Nobel de la Paz por su resistencia frente a la dictadura militar, y que hoy no haga nada para evitar lo peor de la limpieza étnica y religiosa que se cierne sobre los ‘rohinyá’, ni siquiera tras las reconvenciones del Dalai Lama. Francisco ha dado muestras suficientes de que no está por una paz ‘de parte’; por una convivencia ficticia que excluya o someta al otro. Este viaje del Papa ofrece escenas y lecciones que podrían servir para la redacción de infinidad de homilías y como llamada de atención para los gobernantes de los países democráticos. Unos pensarán que Francisco va por libre y otros que avanza por delante sin que ello les concierna necesariamente. Pero si algún mal ha de combatir la fe es la indiferencia ante la injusticia extrema.

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