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Último acto

Último acto

El tercer volumen de la trilogía de Virginie Despentes subraya su carácter político

PABLO MARTÍNEZ ZARRACINA

Sábado, 3 de marzo 2018

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La trilogía protagonizada por Vernon Subutex ha consagrado a Virginie Despentes como una de las autoras del momento en Francia y al mismo tiempo ha convertido en una especie de tópico el compararla con Michel Houellebecq. La analogía es algo forzada. Da la sensación de que en la obra de Despentes hay una mayor verdad biográfica y quizá también una mayor conciencia de que el cinismo no solo es un ejercicio de estilo, sino que también es uno cuestionable y autodestructivo. Al mismo tiempo, sí hay algo que invita a comparar la escritura de Despentes con la de Houllebecq: el enorme talento para entender los mecanismos profundos de nuestra época, una especie de instinto para revelar de un modo contundente la naturaleza del tiempo en que vivimos.

'Vernon Subutex 3'

  • Autora Virginie Despentes. Trad: Noemí Sobregués

  • Novela Ed: Literatura Rh. 364 páginas.

  • Precio 21,90 euros (ebook 12,99)

Si las dos primeras entregas de ‘Vernon Subutex’ podían hacerse pasar por un agresivo manifiesto generacional, este último volumen subraya de algún modo el carácter político que distingue a la trilogía y que probablemente termina elevándola sobre el exceso de ruido y furia que ella misma genera. Esta vez la visión es más amplia. Los libros anteriores tenían algo de sátira sobre el estado de la nación y este lo tiene sobre el estado de Europa. Además de París, sus personajes recorren ciudades como Dublín, Francfort o Barcelona. La sombra de los atentados islamistas, especialmente los de noviembre de 2015, recorre la novela, mostrando la repentina vulnerabilidad de las grandes capitales occidentales: «París no es como siempre. La gente ha dejado de lado la arrogancia».

Sobre este escenario incierto Despentes vuelca su torrencial galería de personajes. Se sitúan en su mayoría entre el puro lumpen y el malditismo calculado del arte o el rock. Hay entre ellos músicos, tatuadores, vagabundos, transexuales, fundamentalistas, ‘brokers’ y detectives privados. Entre todos acumulan una asombrosa cantidad de adicciones, cicatrices, extravagancias y antecedentes penales. Comparten además una especie de ansiedad que se convierte fácilmente en rabia. Al frente de ellos, Vernon Subutex, mitad DJ y mitad pícaro, al que encontramos al comienzo del libro ejerciendo un extraño liderazgo sobre una especie de comuna que se ha ido a vivir a los bosques, lejos de París, y que organiza «convergencias» en torno a la música de baile.

Son quizá demasiados personajes pintorescos, pero una de las mayores virtudes de la trilogía tiene que ver con el modo en que Despentes dibuja criaturas reconocibles y las dota a gran velocidad de un fondo verdadero. Algunos de ellos, como el difunto Alex Blech o la joven Aisha (que en esta novela se radicalizará hasta querer «golpear en la blanda barriga de esta época inmunda») no dejan de crecer a lo largo de los tres libros. La pericia de Despentes a este respecto es evidente. También su inteligencia: es frecuente que los personajes que exponen un pensamiento más insostenible presenten a la vez rasgos de humanidad que no se lo ponen fácil al lector a la hora de detestarlos.

Una cierta ambición totalizadora, que se traduce quizá en un excesivo número de páginas, y una tendencia a la distopía ballardiana que termina por chirriar bastante, son las pegas que pueden ponérsele a este libro que describe el crepúsculo de Subutex y los suyos, al tiempo que completa una de las obras literarias más enérgicas y revoltosas de los últimos años.

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