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CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Las lunas de la Tierra

Astrofísica ·

El término es de definición tan problemática que podemos hablar de solo una o de 4.000

mauricio-josé schwarz

Viernes, 11 de agosto 2017

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Si nos preguntan cuántas lunas tiene nuestro planeta, nos parecería evidente responder que una, Selene, la que vemos en el cielo la mayoría de las noches claras, reflejando en distintos porcentajes la luz del sol. Quizá haríamos una pausa para decir que, si por ‘luna’ se entiende ‘satélite’ solamente, entonces nuestro planeta tiene más de 4.000 satélites artificiales, lunas hechas por el hombre que se utilizan para comunicaciones, estudio del clima, estudio del universo, creación de mapas, geolocalización (incluido el GPS), control de otras misiones espaciales, espionaje, etc. El primero de estos satélites, el Sputnik I, fue lanzado el 4 de octubre de 1957 y solo duró tres meses, y desde entonces se ponen satélites en órbita y caen a tierra continuamente. Incluso las estaciones espaciales, las Mir, el Skylab y la Estación Espacial Internacional se pueden considerar lunas artificiales.

Pero, concluiríamos, si no tenemos en cuenta los satélites hechos por el hombre, nos quedamos con una sola Luna, ¿no?, ‘moon’ en inglés, ‘mjesec’ en croata, ‘gealach’ en irlandés... la Luna que distintas culturas representaron como una diosa: la Sin mesopotámica, la Hécate o Febe griega, la Mama Quilla de los incas, la Máni de los antiguos nórdicos o la Tsukuyomi de la mitología japonesa.

Algunas especulaciones, observaciones y propuestas que van de lo absolutamente delirante a lo razonablemente científico nos dicen que, dependiendo de la definición, se puede decir que nuestro planeta tiene una o miles de lunas.

Fantasiosos y ciencia

En 1846, el respetable director del observatorio francés de Toulouse, Frédéric Petit, aseguró haber descubierto una segunda luna en órbita elíptica alrededor del planeta. Fue el primero de varios astrónomos que, quizá de buena fe, quizá entusiasmados ante la idea de pasar a la historia como grandes descubridores, afirmaron haber visto otra luna, menos espectacular que la que todos conocemos. Uno tras otro fueron descalificados por las observaciones de otros astrónomos, que es precisamente como funciona la ciencia: afirmaciones que se pueden verificar o desmentir independientemente para estar razonablemente seguros de aquéllas que sí son certeras respecto de lo que nos rodea.

A los científicos, matemáticos y meteorólogos que creían haber hallado evidencias de otras lunas, finalmente desmentidos, se añadieron pronto los astrólogos, místicos, esotéricos y ‘contactados’ extraterrestres que ofrecían afirmaciones descabelladas ya no solo de una segunda luna, sino de un segundo sol y una segunda tierra (oculta tras el sol en órbita reflejada de la nuestra)... todo lo que permitiera salir en los diarios.

Finalmente, el conocimiento que tenemos acerca del comportamiento de los cuerpos celestes permitió proponer que, muy probablemente, la Tierra podía capturar en órbita pequeños objetos que serían ‘minilunas’ o bien ‘objetos temporalmente capturados’ u OTC. Esta idea se pudo comprobar cuando, en septiembre 2006, un pequeño asteroide de entre 2 y 3 metros de diámetro llamado 2006 RH120 fue capturado por nuestro planeta. El pequeño objeto hizo cuatro órbitas alrededor de la Tierra antes de salir despedido en junio de 2007 y existe la posibilidad de que en 2028, al volver a acercarse a nosotros, sea nuevamente nuestra ‘miniluna’ temporal.

La definición que acordemos de ‘luna’ es fundamental para ponernos de acuerdo. Los astrónomos, por ejemplo, no llaman ‘lunas’ a otros cuerpos que tienen órbitas relacionadas con la de nuestro planeta y que bien podrían serlo bajo otras definiciones. Tal es el caso de los ‘troyanos’, objetos que tienen una órbita alrededor del sol similar a la de nuestro planeta. El único que se ha descubierto es el asteroide 2010 TK7, un cuerpo que sigue la órbita de la Tierra precediéndola en su trayectoria solar. Fue descubierto apenas en 2010, tiene unos 300 metros de diámetro y puede llegar a estar a sólo 30 millones de kilómetros de nosotros.

Cuasisatélites

Existen además al menos nueve cuasisatélites que podrían considerarse ‘lunas’ en alguna definición. Los cuasisatélites tienen una órbita alrededor del Sol de la misma duración que la de nuestro planeta, aunque en una elipse más alargada. Otros cuerpos pueden colocarse temporalmente en trayectorias de cuasisatélites. De estos cuasisatélites, los que más frecuentemente se han llamado la ‘segunda luna de la Tierra’ son 3753 Cruithne, descubierto en 1986; y 2016 HO3, descubierto apenas en 2016, un asteroide de entre 40 y 100 metros con una órbita muy cercana a la nuestra.

Volviendo a las ‘minilunas’, a fines de 2011 los astrónomos Mikael Granvik, Jeremie Vaubaillon y Robert Jedicke publicaron un artículo en el que calculaban la probabilidad de que en un momento dado la Tierra tuviera un OTC en órbita. El estudio, titulado ‘La población de satélites naturales de la Tierra’, concluía que dada la densidad de asteroides y otros objetos cercanos a la Tierra, lo más probable es que en todo momento haya al menos uno de ellos capturado por nuestro planeta, lo que efectivamente haría correcta, estadísticamente, la respuesta de que la Tierra tiene al menos dos lunas, la conocida y una pequeña, oscura y temporal.

Pero, desde otro punto de vista, muchas lunas son temporales. Las órbitas de los cuerpos celestes tienden a cambiar con el tiempo y en algunos casos pueden dar como resultado un divorcio definitivo... o que la luna caiga finalmente sobre el planeta.

Incluso el satélite que estamos seguros que tenemos, la Luna, puede haber sido el resultado de la fusión de millones y millones de fragmentos arrancados a nuestro planeta en una brutal colisión planetaria, según la más aceptada hipótesis de su formación. Así que nuestra luna ‘única’ no sería sino millones y millones de ‘minilunas’ unidas al paso del tiempo.

¿Cuántas lunas tiene la tierra, entonces? La mejor respuesta sigue siendo una, pero siempre y cuando la maticemos y tengamos en cuenta qué queremos decir con la palabra y qué matices y zonas grises tiene, como siempre que tratamos de limitar la diversidad del universo a las limitaciones de nuestro lenguaje.

¿La Luna gira alrededor de la tierra?

La pregunta parece de respuesta obvia. Estaríamos tentados de responder de inmediato que sí... pero no es exactamente así. Al menos no gira alrededor del centro de nuestro mundo. La Tierra y la Luna forman un sistema gravitacional, dos cuerpos que se atraen mutuamente. Si tuvieran masas similares, girarían en órbita alrededor de un punto situado a medio camino entre ambos cuerpos celestes. Debido a la diferencia de masa, giran ambos teniendo como centro un punto que está situado a dos tercios del centro de nuestro planeta, a solo 1.700 kms. de la superficie.

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