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MIKEL CASAL
Lujo y utilidad de los diamantes

Lujo y utilidad de los diamantes

Nuestro planeta produce esta forma del carbono desde hace 4.600 millones de años

MAURICIO-JOSÉ SCHWARZ

Sábado, 14 de abril 2018

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En el siglo I, el naturalista Plinio el Viejo, dijo: «El diamante es la más valiosa, no sólo de las piedras preciosas, sino de todas las cosas de este mundo». Y, al ver un diamante como la Estrella de África en el cetro de las joyas de la corona británicas, es fácil estar de acuerdo con él.

Ese diamante tiene un peso de 530,4 quilates o 106,8 gramos y es la más grande de las 105 gemas que se tallaron a partir del diamante en bruto Cullinan, extraído en Sudáfrica en 1905, con un peso de 621,35 gramos. Este diamante también nos recuerda que, como fuente de riqueza, ha despertado la codicia y la maldad a su alrededor.

Los primeros informes acerca de los diamantes proceden de India, en el siglo IV adC., cuando se podían encontrar a lo largo de algunos ríos. Estas escasas piedras eran imposibles de tallar debido a su enorme dureza, pero aún en bruto, los diamantes fascinaban y sugerían poderes místicos y sobrenaturales. Cuando llegaron a Europa en el siglo XIV gracias a los comerciantes venecianos, se creía que sólo existían en India. Fue por entonces, también, cuando empezaron a desarrollarse las técnicas necesarias para cortar y tallar el duro material y hacer que la luz jugara en su interior de modo más atractivo, refractando la luz y multiplicando sus reflejos. Además, su dureza les permitía ser empleados para el grabado de metales. Su atractivo llevó a que surgieran mitos como el que sugería que llevar diamantes en batalla daba protección a su dueño, cosa que no pocos dueños de diamantes descubrieron con desazón que no era así. Y se les atribuyeron también propiedades curativas, especialmente si se ingerían, pero el diamante pasa sin ser afectado por los ácidos del tracto digestivo. Esto ha sido aprovechado por ladrones que se tragan diamantes y los sustituyen por falsificaciones para que no se note el robo.

Para el siglo XVIII, la demanda superaba la capacidad de suministro. Se encontraron diamantes en Brasil, también en depósitos junto a los ríos, y con frecuencia eran hallados por buscadores de oro que bateaban el agua buscando el metal. Brasil sería el principal proveedor mundial de diamantes hasta que a mediados del siglo XIX se descubrieron diamantes en Sudáfrica, que ha dominado el suministro hasta hoy. De hecho, la abundancia de diamantes en las minas sudafricanas hizo que su valor bajara en comparación con otras gemas, como las esmeraldas, los rubíes y los zafiros. Pero los diamantes tienen otra historia… una historia que comienza hace miles de millones de años, cuando nuestro planeta era joven.

El más hermoso

Los diamantes son una forma del carbono en la que las moléculas se ordenan en tetraedros, es decir, cada molécula de carbono está unida a otras cuatro formando una red que explica su dureza y fuerza. Pero, contrario a lo que sugerían los cómics de Superman, los diamantes no proceden del carbón. El carbón es un material orgánico producto, como el petróleo, de la descomposición de grandes volúmenes de seres vivos. Pero cuando nacieron los primeros diamantes, la vida aún no había comenzado en la Tierra, es decir, el carbono de los diamantes no es, necesariamente, de origen orgánico.

Quilate, color, claridad, corte

Aunque nos impresionan las piedras de gran tamaño, el valor de un diamante no está dado solo por sus dimensiones, que se miden en quilates (un quilate es 1/5 de un gramo), que en inglés se llaman 'carats', sino por su claridad (los diamantes pueden tener incrustaciones o nebulosidades), color (que puede ser de transparente a amarillento, rosa o azul) y el corte que resalta el juego de la luz dentro de la piedra. Estas características se conocen habitualmente como las '4 c'.

Los geólogos conocen cuatro posibles orígenes de los diamantes. Para surgir de grafito común, necesitan temperaturas y presiones altísimas, que existen en zonas limitadas del manto terrestre a unos 150 kilómetros bajo la superficie, en las zonas internas estables de las placas tectónicas, zonas de 'estabilidad de diamantes' desde donde estos son llevados hacia la superficie por erupciones volcánicas de origen profundo, y se cree que esta es la principal fuente de los diamantes que existen. Otra forma en que pueden producirse diamantes es en las zonas de subducción, donde una placa tectónica se sumerge debajo de otra generando grandes presiones, y se cree que tal es el origen de los diamantes brasileños. Una tercera fuente de diamantes pueden ser los impactos de grandes asteroides que al momento de chocar con la superficie de nuestro planeta producen las temperaturas y presiones necesarias para producir diamantes, idea apoyada por la presencia de pequeñas piezas en sitios de impactos conocidos de meteoritos. Finalmente, las colisiones de cuerpos en el espacio pueden producir diamantes. Se han encontrado nanodiamantes en meteoritos que han caído a tierra.

De estas formas, o de otras aún no conocidas, nuestro planeta ha producido diamantes desde hace aproximadamente 4.600 millones de años, y los de más reciente creación tienen, cuando menos, 542 millones de años. Salvo si contamos los sintéticos, que se hacen aplicando grandes presiones y temperaturas a espacios donde hay gases con contenido de carbono y 'semillas' de diamantes, delicadísimas láminas de diamantes reales, sobre los cuales se depositan nuevas capas creando piezas de forma cúbica.

Sintéticos

El primer de los sintéticos se hizo en 1954. Hoy se pueden crear diamantes planos de más de 10 centímetros de diámetro que se utilizan a modo de ventanas en máquinas de rayos X, aceleradores de láseres o detectores de radiación, en reactores experimentales de fusión y en espectroscopía. Su capacidad de conducir el calor hace que se empleen en dispersores de calor de aparatos de alto rendimiento. E incluso son utilizados como domos en los conos agudos de altavoces de la más alta gama.

Es así porque la gran mayoría de los que se extraen en el mundo no tienen como destino ser objetos de ostentación opulenta o anillos de compromiso. Como el material más duro conocido, se utilizan en grandes cantidades como abrasivos para pulir, cortar y perforar, colocándose en los bordes de diversas herramientas. Esto incluye, por supuesto, la talla de otros diamantes. Un uso que desapareció y ahora ha vuelto es el de las agujas de diamantes en los reproductores de discos de vinilo, mientras que uno que se está explorando para el futuro es el uso de nanodiamantes como indicadores de la efectividad de medicamentos como los anticancerígenos.

Y los diamantes, además, no son para siempre, sino que se pueden quemar, como lo hizo por primera vez Antoine Lavoisier, quien quemó uno para demostrar que estaba hecho de carbono.

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