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Lugares que deben visitarse

Lugares que deben visitarse

Fernando Gómez ha escrito un libro sobre cementerios del mundo, útil para viajeros

J. ERNESTO AYALA-DIP

Sábado, 17 de febrero 2018

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El libro que hoy presento, ‘La vuelta al mundo en 80 cementerios’, de Fernando Gómez, es un texto que nos habla de un lugar al que tarde o temprano tendremos que llegar. El que esto escribe es de los que visita cementerios cada vez que viaja a una ciudad extranjera. Por eso es una grata sorpresa que le llegue a su casa un libro sobre esta nada funesta materia. El autor escribe en su prólogo la frase que un día le dijo alguien sobre los camposantos, después de confesarle que había visitado ochenta en los cinco continentes a los que había viajado: «Los cementerios son el mejor libro de Historia, en ellos reposan las personas que la escribieron».

La vuelta al mundo en 80 cementerios

  • Autor Fernando Gómez

  • Ensayo Ed. Luciérnaga. 480 páginas. Barcelona, 2018.

  • Precio 17,95 euros

‘La vuelta al mundo en 80 cementerios’ no es un manual de la muerte, como podría alguien a la ligera etiquetar. Soy de los que haría que los niños en edad escolar desde muy pequeños visitaran cementerios, los de su ciudad o pueblo, para que no se crean el mensaje que el sistema trata de inocular a las personas desde muy temprana edad: que la muerte es algo que hay disimular a toda costa, esconder. Como si los vivos no conviviéramos con los muertos, con los nuestros y los de nuestro vecino. En este libro están registrados los cementerios más conocidos y visitados del mundo. Yo recuerdo especialmente el cementerio judío de Praga y el de Estocolmo. El de Praga es el cementerio viejo que data de hace cuatro o cinco siglos. Las tumbas prácticamente se amontonan unas sobre las otras. Abigarrado, pétreo y solemne. Solo el murmullo de los turistas rompe su endémico silencio. Pero el de Estocolmo, para este reseñista, es uno de los más hermosos que ha visto en su vida. Designado Patrimonio de la Humanidad, es una amplísima superficie de césped verde, húmedo, árboles frondosos entre tumbas a ras del suelo. Camina uno por ese paisaje silente y gratificante para el espíritu, lo puede hacer durante horas, sentarse en sus bancos a la vera de las avenidas que lo atraviesan. Hasta llegar a un rincón del cementerio donde una piedra sencilla y una flor recién dejada nos indica que estamos ante la tumba de la gran Greta Garbo. Sin ninguna indicación más que su inmortal nombre y apellido.

Fernando Gómez ha escrito un libro muy necesario para quienes viajan y quienes no. Con mil historias recónditas. Es evidente que no falta el camposanto de Pere Lachaise. La última vez que fui a París preferí visitar el de Montparnasse. Me incliné ante la tumba de Baudelaire. Y, claro, ante la de Julio Cortázar.

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